De vez en cuando, también, se encuentran unos articulillos muy interesantes. Por ejemplo, uno que me llamó la atención el otro día, y que se llama como este post.
En él se hacía una recopilación, graciosilla, curiosa, de dichos en latín que, antaño, eran el equipaje imprescindible de una cabeza que quisiera pasar por escolarizada y que hoy, me temo, en la era del sonitono y del politono son sólo reliquias polvorientas. A mí el latín me gustaba. Me parecía que ayudaba a aprender a pensar y su jubilación de los plantes de estudio bajo el pretexto de su baja utilidad en el mundo laboral, me pareció de una miopía lamentable. No sólo para la escuela aprendemos, también para la vida (eso significa el título de este post). Rememorando un poco aquellos tiempos en los que la gente salpicaba su parla de las sabrosas sentencias clásicas, he aquí una selección:
–De nihilo, nihil: de la nada, tampoco sale nada. Sabio dicho: para todo en esta vida hay que invertir una cierta cantidad de esfuerzo.
–Consuetudo est altera natura: la costumbre es una segunda naturaleza (o sea, que ya es hora de enseñarse).
–Tempus fugit! : o sea, que el tiempo vuela.
–Quod erat demonstrandum: de lo que se demuestra…
–Ab alio expectis, alteri quod feceris! Lo que hagas a otro, espéralo también de él.
–Mens sana in corpore sano: mente sana en cuerpo sano. Cuentan de un ministro de Franco que inauguró un colegio al agreste grito de “Mens sana in corpore insepulto” pero como no se ha podido averiguar quien fue el bestia, dudo mucho de la veracidad de la anécdota. Seguimos:
–A capite bona valetudo: la buena salud empieza en la cabeza (no comment).
–Cogito ergo sum (Pienso, luego existo). Según esta frase, el mundo estaría lleno de seres inexistentes.
–Age quod agis: lo que hagas, hazlo bien.
–Semper et ubique: siempre y en todas partes.
–Istud, quod tu summum putas, gradus est o sea, lo que tú tomas por una cumbre, no es más que un escalón.
Y con este llamamiento a la humildad nos despedimos hoy desde esta fría Viena, no sin antes recordar que Absque labore gravi non possunt magna parari o sea, que sin grandes trabajos no se pueden conseguir grandes cosas. Nada es fácil.
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