Todo este preámbulo para decir que ayer por la noche estuve siguiendo atentamente la charla que el presidente del Partido Popular español (conservador), Sr. D. Mariano Rajoy, mantuvo con un amplio grupo de ciudadanos en el marco del formato Tengo una Pregunta para Usted, del que ya hablé en otra ocasión. Y, mientras lo hacía, tuve la misma intuición que la primera vez que vi a David Bisbal (esa final de OT: otro gran momento televisivo): ayer, desde el punto de vista de la comunicación, España cambió de presidente de Gobierno.
Siempre es agradable observar a una figura emergente (Bisbal transmitía adrenalina pop de la mejor calidad, noches de verano y sexo desenvuelto; Rajoy transmitió ayer un agradable perfume a sensatez presidenciable).
Para llegar a esta conclusión jugué a una cosa que mis lectores pueden probar con cualquier personaje que les sulivelle, la cual es: vi partes del programa con la tele sin sonido.
Y es que hay que ser muy diestro para engañar con el cuerpo, y Rajoy hubiera podido intentarlo porque estaba asesorado (sin ninguna duda) pero la gente que le preguntaba no. Y se notaba que, en cuanto Rajoy “les tocaba” se relajaban. Incluso hubo un momento comprometido, en el que una interlocutora abiertamente hostil intentó acogotarle, que Rajoy deshizo manteniendo la postura corporal.
Pero es que hubo algo más: al terminar el programa, con música, los créditos sobreimpresionándose, el realizador pinchó una steady-cam (una cámara que un reportero lleva al hombro) y siguió los últimos momentos de Rajoy en el plató. Fue notabilisísima la respuesta del público que se acercó a saludar al político (quien pueda que revise la grabación). Incluso de gente que le había hecho preguntas muy comprometidas sobre asuntos de conciencia (aborto, células madre, etcétera.
Otra reflexión: Mariano Rajoy es un político que comunica mal porque no llega (o no le dejan). La gente ve de él lo que se llaman “totales” –extractos de declaraciones- en las noticias, o imágenes suyas comentadas por una voz en off. En otras palabras: siempre está rodeado de “ruido”. Y ese “ruido” se transforma indefectiblemente en silencio informativo. Sospecho, después de lo de anoche, que Rajoy se desenvuelve mucho mejor en el registro conversacional normal que en el tono mitinero y efectista que domina la última política española (la falta de ideas conlleva siempre el intento de producir titulares a toda costa y, como todo el mundo sabe, un titular no es una idea).
Antes de acabar quisiera aclarar que, pese a mi distancia ideológica hacia muchas posturas que defiende el Mariano Rajoy político, tengo que confesar que el Mariano Rajoy persona me cae bien. Porque me gusta toda la gente que, a pesar de no ser los mejores contando chistes, o a pesar de tener un defecto de pronunciación (ha sido salvaje cómo algunos periodistas se han cebado hoy por escrito en ese defecto) o a pesar de saber que el guapo de la clase les quitará la chica, no tiran la toalla y siguen currándoselo.
De esa gente, señoras y señores, es el futuro.
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