Lo que no cambia, eso sí, es el milagro siempre repetido y siempre sorprendente de la llegada de la primavera. Un día de sol (ayer) y es increible la prisa que nos hemos dado todos para ponernos las mangas cortas como para sujetar el milagro y animar a la primavera a que se quede, a que nos traiga flores, sol y cantos de pajaritos.
Uno que no va a recordar esta eclosión primaveral lo que se dice con alegría será el quinto de los Julius Meinl, vástago de la ilustre familia de banqueros y tratantes de café austriacos (si bien se mira, dos negocios típicamente vieneses). Antes de ayer, Herr Meinl fue detenido en su lujosa residencia y enchironado sin más dilación. Mientras le daban la vuelta a la llave que cerró su trena, le informaron de que, dado el peligro existente de que pusiera pies en polvorosa, la juez había fijado una fianza de 100 millones de eurazos.
Los chicos del Österreich, periódico que entontece bajo el pretexto de ilustrar (más o menos como el Marca) se han entretenido en calcular que la pila de billetes necesaria para cubrir el importe de la fianza alcanzaría 120 metros (la torre de la catedral de Viena, que ponían a guisa de ejemplo mide 136,7).
Por supuesto, Herr Meinl no ha tenido mayores problemas en allegar esto que para él es argent de poche y, al medio día de hoy, entre flashes, ha salido de la trena (sin corbata, por cierto).
Pocos datos han trascendido aparte de que se le acusa de diversos delitos contra la propiedad de los accionistas del emporio Meinl (en plata: se le acusa de robo y estafa) pero lo que sí que se ha sabido es que el dinero que ha pagado su fianza no ha venido de su propio bolsillo, sino de piadosas manos privadas que han querido librarlo de la estrechez de su celda de 12 metros cuadrados.
El imperio Meinl que agrupa aeropuertos, una cadena de delikatessen, bancos y demás, fue fundado en el siglo diecinueve por el primer Julius Meinl y su logo es uno de los productos pop más austriacos. El recién enchironado tiene 49 años y era el jefe del imperio familiar desde 1983. Por cierto que, gracias a la prensa también me he enterado de que el señor Meinl tiene un lujoso palacio en las cercanías de mi trabajo (yo es que me codeo con la jet set nada más) aunque no lo usa porque desde que se separó de su mujer Franziska, vive en Londres (para huir del acoso de los masa media). La fortuna del indivíduo este ronda, según estimaciones, los 2000 millones de Euros y ocupa el lugar número 12 dentro de la lista de austriacos con el riñón mejor cubierto.
Ayer, sin embargo, quedó demostrado que los ricos también lloran.
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