Los vecinos de al lado han perdido también parte del techo que les cobijaba hasta ayer, pero han salvado la vida porque estaban de vacaciones.
En Austria empezó a llover ayer por la noche (ya ha parado) tal como predijeron los hombres del tiempo, continuó todo el día de ayer, y la noche nos saludó con un bonito cielo estrellado. Las lluvias provocaron un brusco (y agradabilísimo) descenso de las temperaturas. En menos de doce horas perdimos quince grados.
Ya sé que es una vulgaridad hablar del tiempo (y, lo que es peor: puede ser un signo de una carencia de ideas alarmante). Pero la verdad es que, después de la calina de los últimos días, se echaba de menos un poco de frescor.
Por lo demás: durante esta semana hemos sabido que nuestro amigo Stephan Petzner quiere presentarse a alcalde de Viena (el lector le recordará por ser el hiperbronceado lebensmensch de Haider, y podrá saber más de su biografía en el post “Princesas vs. Personas”). Los candidatos con más posibilidades de ganar (socialistas y populares) no han dicho esta mund es mía. Pero Strache, que también se presenta, ha hecho todo tipo de alusiones pérfidas (de las de segunda, tercera y hasta cuarta intención) a la afición de Herr Petzner a acudir a esos locales en donde, por un Euro, te ponen la piel en quince minutos como si hubieras estado expuesto al sol mediterráneo. En fin.
También se ha hablado esta semana de los tiras y aflojas que está acarreando la toma de control (venta) de la Austrian Airlines por parte de su prima piefke, la Lufthansa.
El Estado austriaco, algo apurado financieramente por la crisis, la subida del desempleo y lo que le cuelga, ve ahora cómo la venta de la AUA puede suponer, no sólo la desaparición de la marca (con esa imagen corporativa tan límpia) sino, además, el pago de un pastizal.
También ha causado gran escándalo en las mentes pensantes de este país, el hecho de que se haya sabido últimamente que el Estado Austriaco ha perdido una fortuna debido a inversiones que no han dado el fruto esperado y que fueron hechas con un criterio marcadamente especulativo. Las pérdidas son el chocolate del loro comparadas con los treintamil millones de euros que al Gobierno Español va a gastarse durante el próximo año en rescatar esos bancos que eran el orgullo del mundo capitalista, en conseguir que empresarios y sindicatos se pongan de acuerdo y en asegurarse de que las diferentes regiones del país piensen unas de otras que las demás son unas peseteras (¿Eureras?) y unas aprovechadas; aún así, que el gobierno –austriaco- haya jugado al bacarrá financiero con dinero procedente de los impuestos le ha puesto los pelos de gallina a más de uno y a más de dos.
El dinero se mueve y cada inversión es una apuesta. Sólo las que terminan perdiéndose se terminan calificando de especulación.
Todos somos sabios a toro pasado.
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