Productores de sentido

Una pareja frente a un cuadro moderno
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4 de Mayo.- Querida Ainara: El Curioso Incidente del Perro a Medianoche es una novela fresquísima del inglés Mark Haddon. Espero que tú, algún día, seas capaz de leerla en la lengua en que fue escrita.

La elección del protagonista del libro resulta un tanto exótica para una historia enfocada, principalmente, a un público juvenil. El personaje principal de la trama es un chico que sufre el síndrome de Asperger. Como el gran matemático, tiene una memoria fotográfica, es inteligente, observador e incapaz de decir mentiras, pero también como el matemático tiene muchísimas dificultades para entender las emociones.
En un momento del libro, el chico con el síndrome de Asperger, Christopher, se llama, explica que él evalúa cómo le va a ir un día dependiendo de los coches rojos que vea de camino al colegio. Si ve muchos coches rojos, el día será fenomenal. Si no ve coches rojos, o si ve uno negro, es que el día va a ser un día horroroso en el que es mejor no emprender ninguna acción conflictiva y atenerse a unas pautas de conducta conservadoras.
Para Christopher, la regla de los coches rojos es tan sólida como la teoría de la relatividad. La indefensión ante la que se debate una persona con el síndrome de Asperger es tal que necesita de ella para ordenar el mundo, para encontrarle un sentido. Para sentir que, de alguna manera, la realidad le manda mensajes que denuncian la existencia de una cierta lógica. Porque para el cerebro del hombre, Ainara, no hay nada más desasosegante que la creencia de que, ya sea en el universo o en esa parcela de él que llamamos nuestra vida, reina el desorden, el caos, el azar.
El hombre, Ainara, es una criatura programada para buscar sentido.
Ese es el éxito de nuestra especie y, a la vez, uno de nuestros mayores handicaps.
Piensa, Ainara, que todos los millones de millones de personas que hemos sido y seremos en este mundo, vamos equipados con máquinas –nuestro cerebro- de producir sentido. Máquinas que, en cada especimen, tienen una calibración diferente y, en muchos casos, totalmente incompatible unas con otras.
 La educación consiste en ese proceso por el que se nos enseña a reconocer pautas en nuestro entorno. Se nos enseña a que las pautas que reconocemos sean las mismas que reconocieron otros antes de nosotros, y se nos enseña a transmitir el reconocimiento de esas pautas. Saber que si el cielo se oscurece lloverá, o que si el agua se calienta a más de cien grados se transforma en vapor no sólo nos ayuda a buscar refugio para no empaparnos o a no meter en la mano en el agua hirviente (factor decisivo para la conservación de nuestro cuerpo) sino que, además, produce en nuestra mente un efecto sedante: el de saber que el mundo está en orden.
Últimamente me pregunto, Ainara, si la religión, tal como la entienden algunas personas; tal como ha sido elaborada por las jerarquías para convertirla en algo fácilmente asumible por la masa, no es más que la búsqueda de un sentido de las cosas que, quizá, no exista. Aunque creo firmemente que hay un Dios, me resulta muy difícil pensar en que existan determinadas cosas “porque Dios las ha querido” o “porque Dios quiere” y creo que en esas dos frases se reduce esa huida hacia delante de quien no quiere admitir que, quizá, haya cosas a las que Dios no llega o que, en realidad, no tienen importancia. O quizá tengan mucha menos importancia de la que nosotros le damos.
Besos de tu tío.

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Comentarios

2 respuestas a «Productores de sentido»

  1. Avatar de El herpato

    >Muy chula la entrada. Thanks.Por cierto, me he reído mucho por el nombre del libro "El Curioso Incidente del Perro a Medianoche" debido a una extraordinaria coincidencia. Ayer, a media noche, estábamos en casa de los vecinos al prolongar una barbacoa que hicimos para ver el partido. Curiosamente, Gauss apareció en casa de mi vecino y ninguno sabemos cómo y por dónde entró. Justo a medianoche, jaja. Extraña coincidencia telepática!!

  2. Avatar de Paco Bernal

    >Jajaja! Pues alguna comunicación tiene que haber entre tu casa y la del vecino. O salió a la calle, o saltó la tapia. El perro es muy listo, por eso se llama como el de la campana 🙂

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