Austria le tiene miedo a la crisis

El guerrillero urbano
Desde la irrupción de la crisis griega, muchos austriacos se están preparando para lo peor (Archivo VD)

 

7 de Noviembre.- Según las últimas encuestas, se confirma la tendencia del electorado transalpino a la fragmentación.

En la práctica, actualmente, hay tres grandes partidos, uno de los cuales, el FPÖ (la ultraderecha, la derecha populista, elíja el lector la terminología que más le ponga) ha experimentado en los dos últimos años una notabilísima subida en intención de voto y ya está pidiendo poder tocar posiciones de poder.

A este ascenso han contribuido muchísimos factores.

Como sucede en gran parte de nuestro entorno, la “visualización” de la sociedad y la pérdida progresiva de peso de los mensajes verbales en la comunicación, han hecho que los electores abandonen progresivamente los factores ideológicos como un elemento decisivo para elegir el sentido de su voto, y se centren más en otro tipo de rasgos que consideran orientativos respecto a la capacidad de un partido de solucionar sus problemas cuando llegue al poder.

Este proceso es especialmente evidente en los votantes de nueva generación (en Austria, a partir de los dieciséis años).

Por ejemplo: en las últimas elecciones a la alcaldía vienesa (que ganó Strache pero administra Gudenus), muchos votantes jóvenes confesaron haber votado al primero porque les pareció que era el más gallardo de los candidatos.

Sin embargo, no nos detendremos en el uso que el FPÖ hace de técnicas de programación mental cuya complejidad haría avergonzarse a los seres unicelulares más humildes, pero cuya efectividad es manifiesta.

Desde el principio de la crisis griega, el partido más divertido del espectro político austriaco se ha encontrado con un elemento inesperado que ha hecho que sus expectativas suban: el miedo.

¿Miedo? –se preguntarán mis lectores- ¿Miedo a qué? ¡Pero si Austria es un país que no ha sentido casi nada las consecuencias de la crisis! ¡Si la tasa de desempleo es la que tenía España cuando jugaba en la championslig!

Y sin embargo un  desasosiego creciente, innegablemente, está ahí.

Ayer, por ejemplo, cenando en casa de unos amigos, se comentaba el boom del sector inmobiliario en la región de Baja Austria.

Adujeron los tertuliantes que aquello se debía, principalmente, a que la gente siente que,ahora que Europa se derrumba (por cierto, ninguna persona medianamente leida tiene dudas aquí de que al sueño europeo le quedan dos telediarios) los bienes raíces, en tanto que valor refugio, son la inversión ideal, porque no se sabe lo que puede ocurrir pasado mañana.

Según una encuesta que publica el periódico Kurier en su edición onláin, realizada sobre 1511 austriacos, en Julio de este año sólo un 17% se mostraba preocupado por el futuro. En Octubre, la cifra había subido claramente: un 47% se estaba preparando para que el porvenir sea más incierto.

Naturalmente, la gente no ha llegado (aún) a recortar su consumo (de hecho, el negocio navideño abre este año con buenísimas expectativas) y Grecia es aún ese puntito del mapa habitado por gentes tarambanas que se hinchan de Ouzo, se tiran al sol y luego no pueden pagar sus deudas; pero el comecome de fondo está ahí.

Sobre todo porque los austriacos sienten que esta nueva vuelta de la crisis es distinta de la que se abatió sobre el mundo en la bisagra del 2008 con el 2009.

“En aquel momento –explica para el Kurier el doctor Alfred Lackner, psicólogo económico- los culpables se identificaron rápidamente con los perversos mercados financieros y con los americanos; los políticos también reaccionaron muy rápidamente implementando medidas que ayudaron a parar el impacto de la crisis”. Sin embargo, en la actualidad, aumenta cada día la percepción de que a los políticos se les han acabado las ideas.

Este desasosiego ha hecho que, por un lado, algunos votantes se refugien en partidos –como el FPÖ- que ofrecen una imagen de mensaje claro, monolítico, fácilmente identificable. Por otro, el miedo creciente también ha hecho que muchos votantesdecidan castigar a los partidos gobernantes porque consideran que no están reaccionando a la crisis de manera suficientemente competente.


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