Amor a la austriaca (El consultorio austriaco de Elena Francis)

Jugando a las damas
La Sra. Francis (de espaldas) charlando con una amiga (A.V.D.)

26 de Febrero.- *La banda sonora adecuada para disfrutar este post es esta-pinchar en el link-.

**Los casos que se narran en esta serie son reales, pero se ha cambiado el nombre  y las circunstancias de los protagonistas para preservar su economato.

***Para más información sobre el consultorio original de Elena Francis, pinchar aquí

Querida señora Francis:

Soy una chica española que tiene tres másters y habla inglés, francés, alemán y finés. En octubre del año pasado, sin embargo, harta del paro que aflige a mi patria, tuve que irme de España y me vine a Austria a servir.

Al poco de aterrizar, conocí a un joven austriaco que me cautivó con sus prendas. Una vez vencido mi natural e hispánico recato, nuestras relaciones se hicieron íntimas y, al mes de conocernos, me presentó a su familia y amigos.

Y aquí, querida señora Francis, viene mi dilema.

Estas navidades, estando en casa de unos conocidos y, como es natural, estando mi Franz presente, su mejor amigo empezó, disimuladamente al principio, a hacerme gestos obscenos que yo no dudé en interpretar como proposiciones deshonestas. Modesta, castísima como yo soy, y enamoradísima que me encuentro de mi Franz al que no se me pasaría por la cabeza ser infiel, pensé que se trataba de una equivocación. Quizá, de un perverso tic nervioso.

Pero quiá, señora Francis. El acoso y las proposiciones de que, con perdón, me fuera con él a retozar al huerto, continuaron en diferentes ocasiones y cada vez con más virulencia. El truhán nunca ha llegado a los tocamientos pero cada vez es más atrevido e, inflamado por la pasión, echa menos cuenta de que su mejor amigo, al que debería guardarle lealtad, es mi novio.

Y aquí viene mi conflicto. Señora Francis: ¿Qué hacer? Dado que las indirectas y las respuestas tajantes han fracasado y dado que mi novio está, si me permite la expresión, completamente en la parra y no se da cuenta de nada ¿Habré de contárselo? ¿Quedaré como una tonta o una estrecha si muestro que estoy escandalizada por la conducta del sinvergüenza? ¿Es normal que los austriacos traten de meterse en corral ajeno de esta manera? ¿Tengo derecho a destruir por unos escrúpulos ridículos una amistad de años?

Contésteme por favor, señora Francis, porque vivo sin vivir en mí.

Reciba un cordial saludo de,

Una española atribulada

Mi querida Española Atribulada:

Comprendo perfectamente sus escrúpulos y que usted, desconocedora de las reglas del país, se contenga antes de provocar un escándalo. Sin embargo, comentando su caso con el señor Francis, él ha coincidido conmigo en que el amigo del novio de usted es, como se dice en nuestro solar celtibérico, un catacaldos.

No dude en explicarle a su prometido lo sucedido. Estoy segura de que él se habrá dado cuenta ya de su acrisolada virtud y apreciará su sinceridad en lo muchísimo que vale. Por otra parte, es muy previsible de que, en algún momento, el Don Juan (en este caso el Herr Hans) quede despechado por la obstinada voluntad de usted de mantener cerradas las piernas y, quién sabe, quizá acuda a su novio para explicarle que usted, no sólo accedió a retozar con él por el huerto sino que quizá, sea incapaz de ponerle freno a sus mentiras y asegure que también se fue con él al pajar ¡Piense en lo que diría su mamá de usted si llega a enterarse!

Esperando haberle ayudado se despide de usted,

Suya afectísima,

Elena Francis.

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