27 de Marzo.- Estos días atrás, en diferentes medios, se han publicado interesantísimos artículos a propósito del proyecto BRAINGLOT. Se trata de una empresa científica española en la que participan seis grupos de científicos de diferentes ramas que están integrados, en total, por unos doscientos investigadores. En este caso, hay que entender empresa, claro, como se entiende cuando se dice, en la biografía de un héroe que “pronto se supo que estaba llamado a grandes empresas”. No es esta pequeña, pues los doscientos sabios tratan de averiguar de qué manera se modifican los cerebros de las personas que hablan dos o más idiomas en comparación con los de aquellas personas que sólo pueden comunicarse en uno.
Por sus especiales características, España es el país ideal para llevar a cabo un proyecto como BRAINGLOT. Hay regiones en que se habla castellano, y hay regiones en que se habla castellano y otro idioma ¡Y qué otros idiomas! Los hay desde aquellos que, por provenir del latín, son muy parecidos al castellano –el catalán, el gallego- y los hay que son absolutamente distintos (el vasco). BRAINGLOT intenta responder a una serie de preguntas que son, desde su mera formulación, apasionantes ¿Tienen los políglotas capacidades no comunicativas superiores?¿Son más listos los niños que hablan dos idiomas? Y si es así, ¿Da lo mismo cuales sean? ¿Funciona igual ser bilíngüe valenciano-castellano que castellano –japonés?
El grupo del Psicólogo César Ávila, de la Universidad Jaume I de Valencia, ha descubierto que las personas que hablan desde pequeños un idioma distinto del suyo (por ejemplo yo, que aprendí inglés a muy temprana edad) tienen entrenadas zonas del cerebro que no están directamente relacionadas con el lenguaje. Por ejemplo, la capacidad de regular las tareas ejecutivas. Esto, traducido al cristiano, significa que las personas que hablan más de un idioma pueden adaptarse más rápidamente a los cambios.
Problema: como utilizamos más recursos del cerebro (más capacidad de nuestro procesador) se produce un enlentecimiento (que no se nota en el ritmo de una conversación normal) a la hora de seleccionar las palabras. El cerebro tiene que descartar las opciones erróneas de las que le ofrecen las zonas lingüísticas pertenecientes a diferentes idiomas.
Parece ser, además, que los políglotas estamos más protegidos de averías como el Alzheimer porque tenemos más entrenada el área prefrontal del cerebro (la última que se forma, en la adolescencia, y la primera que se va a la porra, entre los treinta y cinco y los cuarenta años).
Otra conclusión del proyecto BRAINGLOT es que no hay bilíngües perfectos. Siempre hay un idioma, el que llamamos materno y otro que ocupa una posición “subordinada”.
El artículo del que he sacado estas informaciones se publicó en EL MUNDO y es tan extenso , que no lo he podido resumir sin quitar cosas interesantes. Para quien quiera informarse de esta apasionante cuestión, le sugiero que pinche en este link, que le llevará al artículo original.
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