Convaleciente

La muerte y la sabiduría
Hay historias que mejor no recordar en la sala de espera del hospital (A.V.D.)

14 de Junio.- Una de las ventajas que tiene tener un blog sobre Viena es que uno tiene una especie de archivo mental sobre muchos edificios o zonas de la ciudad y así, cualquier acto de la vida cotidiana se convierte en una especie de excursión. Eso pensaba yo hoy mientras encaraba la aseada arboleda que cobija el antiguo Lainzer Krankenhaus, también conocido por sus usuarios como Lainz.

Mientras encontraba el pabellón de cirugía maxilofacial, lugar en el que mi mandíbula iba a convertirse en el campo de trabajo de un profesional de la medicina, y mi madre se admiraba de lo bonito que era todo y de lo limpio que estaba, recordaba yo la historia del centro hospitalario de estilo victoriano.

Fue construido bajo la alcaldía de Karl Lueger (un pájaro de cuidado este Lueger, algún día tengo que hablar de él) con un doble motivo: por un lado, enjugar la carencia de plazas hospitalarias que se había producido en Viena en la última década del siglo XIX debido al aumento de población de la próspera capital junto al Danubio. Por otro lado, el de darle solemnidad a una celebración muy importante: los sesenta años de reinado del emperador Francisco José. El Lainz fue inaugurado en 1907 y, aparte de con una lujosa iglesia, estaba equipado con los adelantos más punteros de su época.

Mientras esperaba nervioso a que me intervinieran me vino también a la memoria el caso de los llamados “Ángeles de la Muerte del Lainz”. Una historia que, aceptémoslo, quizá no sea lo mejor recordar cuando a uno le van a someter a una aparatosa operación de encía.

Los ángeles de la muerte fueron cuatro señoras que, entre 1983 y 1989 se dedicaron a dar matarile a una larga serie de pacientes.

Se llamaban Waltraud Wagner, Irene Leidolf, Stefanija Meyer y Maria Gruber. La primera en cepillarse a un cristiano (cristiana, en este caso) fue Wagner. Según su propia confesión, Wagner le inyectó una dosis letal de morfina a una paciente que “se lo había pedido”. La arpía mantuvo en todo momento que se trataba de “actos de misericordia” y de “compasiva liberación”. En ningún momento sintió que estuviera haciendo nada malo.

Sin embargo, como suele suceder, los chicos de la porra no pensaron lo mismo.

En febrero de 1989 un médico escuchó casualmente en la cafetería cómo las cuatro brujas gastaban bromas a propósito de los asesinatos que habían cometido, se burlaban de las víctimas y hacían cábalas sobre otros casos de personas a las que liberarían próximamente de su sufrimiento (ejem). Inmediatamente se desencadenó una investigación y las cuatro pájaras fueron detenidas el 7 de abril de 1989. Acto seguido, se procedió a buscar a más víctimas. Se exhumaron decenas de cadáveres y se les practicaron autopsias. Se pudo comprobar que, en las unidades en donde las fulanis estas habían trabajado, se había producido un número singularmente alto de muertes por edema pulmonar (agua en los pulmones). Dado que esta es una afección que se da mucho en pacientes cuyo estado general es algo ruinoso, sus fallecimientos habían pasado desapercibidos en la mayoría de los casos y habían sido atribuidos a causas naturales.

Las cuatro señoras se cargaban a sus pacientes bien con inyecciones masivas de insulina, bien de un potente sedante (Rohypnol, cuyo principio activo es el Flunitrazepán) o bien directamente las ahogaban (de ahí el líquido en los pulmones). Una sujetaba la cabeza del enfermo, le tapaba la nariz y le fijaba la lengua y la otra le ahogaba a base de echarle agua.

El proceso fue todo lo mediático que se puede imaginar. La rea principal, Wagner, fue acusada de más de cincuenta muertes pero lo que más indignó a la población fue que hubo rumores de que muchas de las personas que habían trabajado con las cuatro psicópatas habían tenido que darse cuenta de que algo pasaba en su unidad, pero habían mirado para otro lado para no meterse en problemas. Estos rumores, sin embargo, no pudieron ser concretados por la justicia. El entonces alcalde de Viena, Helmut Zilk, comparó el Lainz con Auswitz y destituyó al jefe de la unidad en donde habían estado trabajando las brujas. Las cuatro ya tenían planeado cargarse a otra persona cuando fueron detenidas, sin embargo, esta paciente decidió no presentar una acusación.

Dado el eco mediático del caso, el Lainz pasó a llamarse Krankenhaus Hietzing y la unidad de geriatría en donde se habían dado los casos, pasó a llamarse Geriatriezentrum am Wienerwald.

Ninguna de las cuatro convictas está ya en la cárcel. Fueron liberadas a principios del siglo XXI y empezaron nuevas vidas bajo nombres diferentes.

Mi mandíbula bien, por cierto. La cara un poco hinchada y dolorida, pero nada que no se pueda mejorar con un buen calmante.

Comentarios

3 respuestas a «Convaleciente»

  1. Avatar de victoria
    victoria

    Espero que te recuperes pronto y bien. Tus fans te echábamos de menos. Muy interesante la historia pero, yo no me hubiera atrevido a contarla después de pasar por ese hospital.
    Animo y un saludo a tu madre.

  2. Avatar de Carmen
    Carmen

    Hola guapo, no puedo entender como esperando en esa sala del hospital donde te van a practicar una intervención en la boca, te puedes acordar de esas cuatro arpias y no de las comidas que aun estando tu madre ahi no te puedes comer, por mucho que te las prepare. De todas maneras, dile a tu madre que no se acomode y empiece a preparar cositas ricas, para dentro de unos dias, que estoy segura que ya podras hacer buen uso de tu pobre mandibula, hoy combaleciente. Esperamos de corazón que te recuperes muy pronto, y que disfruteis de estos dias que aunque por un lado no son muy agradables, pero por otros son con diferencia excepcionales. Un beso enorme para todos. Os queremos.Buitrago

  3. Avatar de Primo N.
    Primo N.

    ¡Recupérate pronto, cousin!

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