Esfera privada y apretones forestales

Dechantlacke, el bosque
En los bosques hay que tener cuidadín (A.V.D.)

Para Ana y mi primo N., que han coincidido en señalarme este divertido tema

19 de Junio.- Austria es un país de tupidos bosques. De hecho, a mí, en medio de alguno de ellos, me ha dado por pensar que, lo mismo que existen desiertos de arena, algunas frondas austriacas podrían calificarse de desiertos verdes, tan agrestes como los que prueban cada día la fortaleza de los habitantes del Sáhara.

Las clorofílicas soledades austriacas tienen un filo más que los desiertos evidentes porque horas y horas de documentales y de episodios de Alvin y las ardillas nos han convencido de que los bosques son unos sitios inofensivos poblados por animalitos que cantan canciones dulzonas y ayudan a las muchachas en apuros a huir de las brujas malvadas. No es así sin embargo y, cuando uno hace senderismo, conviene andar con cuidado, por lo que pueda pasar.

Consuela mucho, de todas forms, saber que, por lo menos en Carintia, si uno se esmorra en una hondonada, o es atacado por una fiera salvaje  mientras busca níscalos, es bastante probable que no se encuentre solo y que, por lo menos en la distancia cibernética, haya un anónimo observador que le esté espiand…Digo, que esté velando por su seguridad.

Así le sucedió a un político carintio, cuyo nombre, por supuesto, está protegido por las severas leyes austriacas que regulan la privacidad. No: no teman mis lectores. El trabajador público no ha sufrido ningún percance. Sucedió que este señor se encontraba en un bucólico paraje carintio, rodeado de frondosos robles centenarios en compañía de una señora (que no era su esposa, para darle más picante a la cosa) cuando, de pronto, la dama en cuestión y él, sintieron en sus corazones la llamada de la selva, se despojaron de los impedimentos correspondientes y se dedicaron a practicar la gimnasia más placentera de todas, del mismo modo que nuestros primeros padres debieron hacerlo y algunos lo hemos hecho también en esta era de los tejidos sintéticos y los Ipads. O sea, rodando por el prado, poniéndose perdidos de agujas de pino, clavándose piedrecicas en aquellas partes de su anatomía sometidas a la presión del cuerpo de la fogosa pareja, quedando al fin rendidos en una confusión de detritus vejetales (con mala suerte, animales también).

Lo que no sabían nuestro hombre ni su acompañante es que, mientras duraba su frenesí amatorio, estaban siendo filmados por un ojo electrónico camuflado en uno de los árboles próximos. No porque nadie quisiera hacerle chantaje a este político o a la ornamentada de su santa esposa, sino porque el progreso de la electrónica aplicada al arte cinegético ha llenado los bosques carintios de cámaras que se activan mediante un sensor de movimientos.

Al comprobar que le habían pillao con el carro del helao, el indignado prócer local ha pedido una indemnización de veintemil eurazos porque, según él, debería estar señalizada la presencia de cámaras en un sitio cuya soledad se supone que protege, a priori, de miradas indiscretas, en el caso de que te aprieten las ganas de amar a troche y moche.

Asimismo, un par de ONGs dedicadas a protegernos de los listos que nos graban sin saberlo, han dado la razón al político, mientras que los cazadores aducen que las cámaras están colocadas para registrar patrones de conducta de las piezas que luego se cobran y que, si el político no quería que se enterasen de que estaba echando una cana al aire, lo mejor que hubiera podido hacer hubiera sido haberse quedado en su casa con su santa ¿Quién tiene razón? ¿Qué piensan mis lectores?

Ps: Por cierto, los informativos austriacos creen que el político, para más INRI, es conservador. Yo, no digo nada.

Comentarios

2 respuestas a «Esfera privada y apretones forestales»

  1. Avatar de María

    ¡Eso es mala suerte! Si es que no podemos ir al monte sin que nos vigilen. No sé porqué pero me he acordado del libro 1984.

  2. Avatar de Ana

    Si es que ya, ni bosques nos quedan para desahogarnos, ¿por qué tiene que llegar la civilización hasta el último rincón? 😀 Pues el político aún debe dar gracias a que no fueran webcams retransmitiendo en tiempo real a todo el mundo mundial. Imagínate que, por una de esas, a su mujer en su casita le da por meterse en una web sobre los bosques carintios, le da al vídeo y… ¡sorpresa!

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