El retorno del Trachten

Trachten
Una pareja en Trachten (A.V.D.)

Presentadoras de televisión, profesionales liberales, para ir de fiesta o para trabajar. Lejos de los antiguos prejuicios el Trachten vive en Austria un nuevo auge.

27 de Septiembre.- Conforme van pasando los años en Austria, el bloguero se aferra a unas cuantas imágenes para no olvidarse de cómo era todo al principio.

Una de esas imágenes: agosto de 2005. El bloguero sentado en el asiento del copiloto de un coche azul, en una de esas horas del medio día que, en España, se dedican a comer, y en Austria constituyen una especie de tierra de nadie del tiempo. El coche pasa, a velocidad moderada, al lado de la parada del autobús número 13 en la Wiednerhauptstrasse. Esperando,  el bloguero divisa a un hombre joven vestido, según piensa él, de tirolés. Pantalón corto de cuero marrón, tirantes, camisa de cuadros, medias de lana subidas hasta la frontera de la rodilla, sombrero con pluma (en realidad, la cola de un gamo). La imagen termina con el bloguero tratando de sacar, a toda velocidad, su Olympus compacta de treinta y cinco milímetros (ande andará).

Una foto que nunca existirá.

Una de Almdudler, camarero
A.V.D.

Otra imagen, también de ese mes de agosto de 2005.

Serán las ocho de la tarde. Los primeros cuervos del otoño graznando en el tejado de enfrente. En la televisión, un concurso de preguntas y respuestas. Del aparato brotan palabras ininteligibles para el bloguero. El presentador, guapo, masculino sin jactancia, pelo peinado como si acabara de salir de la ducha, vestido de acuerdo con eso que los locutores de deportes entienden que es la elegancia, le pregunta a una mujer de oceánicos ojos azules, ataviada con una blusa blanca con volantes, corpiño negro y delantal anudado bajo el balcón de un frutal busto de matrona en ciernes. El bloguero pregunta de qué va disfrazada la señora y recibe un curso acelerado sobre el traje típico femenino austriaco. Es la primera vez que escucha las palabras “Trachten” (traje típico, en general),“Dindrl” (traje típico femenino, en particular) y “Lederhosen” (los pantalones de cuero de antes).

El bloguero, bisoño aún en estas cuestiones, cargado de todos los prejuicios del mundo, pregunta si es normal que la señora vaya a la televisión vestida así (piensa el bloguero, por ejemplo, en lo incómodo que sería realizar actos de la vida cotidiana como echar gasolina vestida de faralaes o de fallera mayor de Alzira). Quien le instruye no entiende la pregunta y es en este punto en donde el bloguero se da cuenta de que ya no está en Kansas y que ha aterrizado en una región del final del arcoiris en donde los trajes típicos no tienen por qué tener una connotación arqueológica ni ligeramente fachilla).

Desde entonces, las cosas, naturalmente, han cambiado mucho. El bloguero posee (y usa) sus propios pantalones de cuero, sus propias medias hasta la rodilla e, incluso, sus propios gayumbos bordados con motivos alpinos. Los encuentra cómodos, bonitos e, incluso, graciosos. Le parece que el traje femenino austriaco es elegante y sexy (aún admitiendo que, algunas variantes, como la combinación falda por encima de la rodilla zapatos blancos de tacón alto quedan un poquitín putorcio) y, salvo por la perturbadora imagen de algunas políticos de la ultraderecha luciéndolos, admite que vestirse así está al alcance lo mismo de la que en palacios habita que de la que pesca en ruín barca.

Y no es el único. Digamos que, en los últimos dos años, el Trachten –versión tradicional o tuneada- se ha vuelto a poner de moda. Unos pocos ejemplos: la cadena baratuna Hofer vende, cada año, medio millón de unidades para ambos sexos –aclaremos que Austria tiene ocho millones de habitantes- y, visto el éxito, otros competidores se han lanzado con versiones un poquito más baratas –Tchibo- o un poquito más caras. Además, hay una página web, www.tufelixaustria.com , que es un bombazo.

Los ufanos fabricantes ven en esto una prueba de que el trachten, que estaba asociado en las mentes aborígenes a lo rancio –una cosa como la copla en España, para entendernos-  se ha modernizado y, gracias a la labor de jóvenes diseñadores, se ha liberado de antiguos corsés.

Los psicólogos piensan de otra manera: en tiempos de crisis, la gente busca sentimientos identitarios, la sensación de pertenencia. Y nada la da más rápidamente que un uniforme común. Es el efecto sprit de corps.

Sea como sea, este fin de semana va a ser en el Prater la Oktoberfest y, seguro, va a haber gente de trachten a cascoporren.

Comentarios

6 respuestas a «El retorno del Trachten»

  1. Avatar de Marona
    Marona

    Hace unos meses vimos este documental http://www.stoffderheimat.at/de en el cine con debate posterior… fue muy interesante, sobretodo el tema del uso político de los trajecitos.

  2. Avatar de Señor Negro

    Muy interesante y divertido este blog. He estado trabajando en Viena dos meses de este verano y me identifico con muchas cosas de las que comentas. ¡ Qué lástima que no haya encontrado este blog hasta ahora ! ¡Siga así por favor !

  3. Avatar de Gemma

    Pues a mí siempre me ha parecido el vestido de chulapa de lo más elegante y favorecedor. Total que me lo voy a plantar yo estos días que sigo por aquí para todo lo que me apetezca, ir a hacer la compra, a una entrevista de trabajo, o hasta para hacer footing, y a ver quien me mira mal, que es que yo soy muy mía… Oye, y ¡una está en su pleno derecho! A ver quien dice que no… y que no me dan el trabajo por eso, ¿habráse visto mayor injusticia?

  4. […] Para resumir, podríamos decir que la Volksmusik, dejando aparte honrosísimas excepciones (Hubert von Goisern) es, musicalmente acrílica, vocacionalmente industrial e ideológicamente ultraconservadora, y se encuadra dentro de ese revival del trachten y los lederhosen del que ya hemos hablado aquí más de una vez. […]

  5. […] En los ochenta (y con razón) el traje tradicional se asoció al ala más carca de la sociedad austriaca y, para la gente que fue joven en aquella época, el trachten todavía sigue asociado a ese segmento de la población que es siempre el último en llegar a los cambios y cuyo ideal sería, de hecho, que no hubiera ningún cambio. Nunca. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, particularmente desde el inicio de la crisis, la gente le volvió a pillar el gusto al asunto y ya el traje tradicional no está tan cargado como antes de significados negativos. […]

  6. […] tengo escrito muchas veces que aquí (sobre todo de unos años a esta parte, con el auge del Tracht) a nada que hay cuarto y mitad de festival (lo cual quiere decir casi siempre a nada que hay cuarto […]

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