Cuatro planes románticos en Viena (y alrededores)

El beso
Una pareja besándose (A.V.D.)

 

Probablemente Viena, después de París, sea la ciudad con más concentración de amour por centímetro cúbico. Solo que aquí, obviamente, lo llaman Liebe.

14 de Febrero.- Hay que ver lo que ha cambiado la película: cuando yo era chiquitillo y estudiaba, el adjetivo “romántico” se aplicaba a los señores y las señoras que, en el siglo XIX, decidieron que lo de enfrentarse a la vida con la razón y el método científico eran zarandajas y que más valía ver la existencia a través del prisma del sentimiento. Es más: desde el desmelenamiento y la exasperación de ese sentimiento. Por lo trágico y por lo operístico, o sea.

Una de las facetas de esa querencia por lo sentimentalmente extremo era el amor, pero no solamente. Por ejemplo, Mariano José de Larra se metió una bala en el cráneo por una señora que le dijo “ahí te pudras, cuerpo” (proféticas palabras), pero también influyó en su decisión un desencanto general, una anemia de optimismo que era, por lo demás, muy propia de aquellos románticos que opinaban que este mundo es un asco sin arreglo posible.

¡Qué distintos, los románticos de ahora!

Se habla, por ejemplo, de una cena romántica y, a los que nos educamos en el anterior significado del adjetivo, nos vienen a la cabeza los relámpagos, la mar embravecida, una mujer con la larga melena juguete de todos los vientos (quizá, incluso un monstruo hecho de partes de fiambres recientes el cual, debido al aparato eléctrico, descubre de nuevo la vida). En fin: una cosa más típica de Los Monster que de los osos amorosos.

Es probable que, mi sobrina, cuando estudie literatura española (si es que no la eliminan de los planes , como parece al paso que vamos) escuche decir , como lo hizo su tío, que Rosalía y Gustavo Adolfo fueron “románticos rezagados” y se le ocurra pensar que empezaron a darle al fornicamen cuando estaban a punto de jubilarse.

Cosas del léxico.

A lo que vamos: Viena, esta ciudad que me acoge, es una ciudad muy romántica. Yo diría que, después de París, es la ciudad en la que más flota en el aire el amour (sólo que aquí lo llaman Liebe y es, por cierto, femenino, o sea “la amor”).

La misma ciudad y sus alrededores está llena de lugares en que llevar al churri o a la churri para camelárselo/a y que se muera por cada una de las piezas de nuestro esqueleto.

He aquí algunos sitios imprescindibles:

-Si quieres rendirla, llévala a la cúspide de la ruina medieval de Aggstein, en la Wachau (bueno, en realidad, cualquier punto de la Wachau vale para esto). Aggstein domina un recodo que hace el Danubio regando esta zona particular de Austria, en la que ya nuestros ancestros más remotos ya se entregaron a las artes amatorias, como demuestra el hallazgo de la Venus de Willendorf, orgullo de la arqueología austriaca y de los prehistoriadores del mundo entero. Es, sin duda, el lugar más hermoso de Austria. Abrazala/le allí, como Leonardo Di Carpio a Kate Winslet,  y dile que tu amor es para siempre, que por su cariño mueres, que siempre, siempre, siempre, la/le adorarás.

-Si eres de las que, como María Jiménez, piensa que lo que una mujer se merece por guapa y por lista, es un príncipe o un dentista y si, como a Mary Shelley, te va el puntito necrófilo, lleva a tu santo a los bosques de Viena. Caminad de la manita por el parque de Mayerling, lugar en el que el archiduque Rodolfo se suicidó en los brazos ya inertes de su amante, la hermosa Mary Vetsera. Regocijaos en el recuerdo de aquella pasión que estaba condenada a ser imposible, porque él estaba enfermo de sífilis y le quedaban solo un par de años de vida, y ella era la otra, la otra (que a nada tenía derecho, porque no tenía un anillo con una fecha por dentro).

-Si os da por el alcohol, qué mejor que Kahlemberg, con sus tabernillas y sus viñedos de Grüner Veltliner, para demostrar que entre vosotros dos, el amor es para siempre. Esas estufas de cerámica calentando las habitaciones, esas llamas cantarinas, ese crepitar de la leña, esos camareros que miran para otro lado cuando la acaricias…Ays. Qué delicia más grande.

-Por último, para casos de emergencia u ocasiones de gran gala (grandes peloteras que exijan grandes reconciliaciones, pedidas de mano, pedidas de pies y pedidas de orejas), lo indicado es Das Turm (no llevo comisión, por cierto) que está en el Business Park de Viena, en la Inmofinanz-Tower. Podréis decir que tenéis Viena a vuestras plantas, sentiros los reyes del mambo (y de la mamba), sorber ricas colas de gallo (cocktails) e, incluso, por un módico precio, el restaurante incluso accede a caprichos especiales tipo pétalos de rosa esparcidos sobre la mesa, etcétera.

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