La odisea de las obras de arte vienesas durante la II Guerra Mundial (1)

El Kunsthistorisches Museum de Viena
El Kunsthistorisches Museum de Viena (A.V.D.)

Cuando la guerra mundial empezó a torcerse para los nazis, surgió un problema acuciante: la protección del tesoro histórico-artístico.

7 de Marzo.- Como algunos de mis lectores recordarán, de camino a mi trabajo hay una librería de viejo a la que yo, para mis adentros, llamo “La perdición de los hombres”. Todos los días paso por delante del escaparate, y todos los días tengo que contenerme para no picar. El librero, un hombre un poco mayor que yo, consciente de que tiene en mí a uno de sus mejores clientes, me saluda cuando nos cruzamos por la calle (él, camino de su pausa para la siesta; yo, camino del supermercado para comprarme el almuerzo).

Pues bien: hoy, a eso de las nueve, recién abierta la librería, he pasado por delante del escaparate y, reluciendo al sol, había un libraco: la primera parte de la historia de EPR escrita por Hugo Portisch y Sepp Riff –Portisch ha hecho una serie sobre la Primera República austriaca que actualmente emite la ORF y que es para chuparse no ya los dedos, sino los codos-.

Me que quedado parado delante del escaparate, he visto el precio –dieciocho euros-, me he sacado la cartera del bolsillo de la americana –maldición, ni un chavo-, pero tenía la tarjeta –otra maldición, porque sé que a mi amigo el librero le viene mal que los clientes le paguemos con plástico-. Total, que aprovechándome de la incipiente amistad que nos une, he entrado en el establecimiento.

Gutenmorguen.

Gutenmorguen. Mire usted ¿Me podría hacer un favor?¿Me podría reservar el libro de Hugo Portisch que hay en el escaparate hasta mediodía? Es que no llevo dinero en efectivo y…

-Nada, hombre, por ser usted, puede pagarlo con tarjeta.

-¿De verdad?

-Sí, claro –el librero ha cogido el volumen del escaparate -¿Lo quiere usted mirar?

-No, no. Confío en Herr Portisch.

-Hay varios tomos.

-Hoy me llevo solo este –“que dieciocho euros de una vez son ya un exceso bibliográfico”, me he dicho yo.

El librero me ha metido el libro en una bolsa y yo, me lo he llevado al trabajo tan feliz. He estado reprimiéndome todo el día, echándole miradas de reojo a la bolsa, para no abrir el tomazo y ponerme a hojearlo. Lo he hecho en el tranvía, y he aquí solamente una de las historias alucinantes que he encontrado.

En 1941, el curso de la Guerra Mundial se empezó a torcer para el Reich. Con alguna dificultad al principio, los bombardeos aliados empezaron a penetrar en territorio alemán. La industria armamentística y de investigación vio la necesidad de llevar las plantas de producción a lugares resguardados, en la periferia del territorio nazi. Así fue como nació lo que, más tarde, se conocería como Fortaleza de los Alpes (Alpenfestung), la región de Aussee, en las cercanías de Salzburgo.

En 1943, con la situación aún más agravada por los persistentes bombardeos aliados sobre el territorio nazi, se vio la necesidad de buscar soluciones para un problema acuciante: la protección de obras de arte almacenadas de los museos vieneses. Fue así como el Dr. Herbert Seiberl, director del instituto para la protección de los monumentos de Viena (Instituts für Denkmalpflege) fue enviado a inspeccionar la gran explotación minera de sal de Altaussee, para ver si era adecuada para almacenar obras de arte. Allí, se le mostró la capilla subterránea de Santa Bárbara,en el centro de la red de galerías de la explotación minera. Tras examinarla, el Dr. Seiberl encontró que las condiciones de humedad y temperatura constante de la mina resultaban óptimas para el almacenamiento de obras de arte.

En Agosto de 1943 empezó el transporte de las primeras obras de arte desde Viena y Wiener Neustadt. A lo largo del año 1943, los bombardeos aliados fueron intensificándose. Ninguna parte del territorio alemán podía considerarse ya segura, y así, uno tras otro, fueron poniéndose en contacto los directores de museos de todo el Reich con el director de la salina,Dr. Emmering Pöchmuller, para confiarle el destino de sus colecciones.  Pöchmuller puso a disposición de los directores de museos toda la red de galerías de sus salinas aunque, más tarde, la afluencia de obras de arte a la región de Salzburgo fue tal, que también tuvieron que habilitarse las salinas de Bad Ischl y von Hallein.

(continuará)

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2 respuestas a «La odisea de las obras de arte vienesas durante la II Guerra Mundial (1)»

  1. Avatar de Pablo López
    Pablo López

    Como bien comentas se trata de un tema muy interesante y de una forma de ver la segunda guerra mundial desde una perspectiva diferente. Precisamente en estos momentos estoy terminado de leer el libro The Monuments Men de Robert M. Edsel, el cual te recomiendo ampliamente en caso que quieras saber el como, porque, donde y cuando de esta historia y de las personas que la vivieron.
    Te sigo a menudo, sigue así.
    Saludos desde Madrid.

    1. Avatar de Paco Bernal
      Paco Bernal

      Hola Pablo!
      Muchas gracias por leerme. Efectivamente, el tema es trepidante.
      Un saludo y recuerdos a la Cibeles 🙂
      Paco

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