Un deporte que es como el Red Bull, que revitaliza el cuerpo –te pone hecho un torete- y la mente –necesita de intensa concentración-: el Búlder o Bouldern, la nueva moda en Viena.
7 de Mayo.- Cuando yo era pequeño, a los niños nos daba por jugar a determinados juegos que iban cambiando con la temporada. Que si la peonza, que si las canicas, que si las chapas (haciendo el Tour de Francia o jugando partidos de fútbol en los que la pelota era un garbanzo robado al cocidito madrileño que repicaba en la buhardilla, o en la olla express de las madres). Los “moelnos” vieneses, esa muchedumbre de personas que abarrota en las noches sabatinas el Chelsea o el Flex, también tienen sus juegos predilectos: el que toca últimamente, es la escalada.
Viena es una ciudad llena de rocódromos en los que el gentío va a remedar a los grandes trepadores alpinos. Pero también hace furor una modalidad de la escalada que requiere un daño menor al presupuesto (aunque lo que se gana en dinero se pierde en riesgo de la integridad del propio cráneo), se trata del bouldern o, en español Búlder (derivado a su vez de la palabra inglesa Boulder, que significa bloque de piedra). Explico lo que en principio era el Búlder y luego dónde se practica en Viena.
El embrión del Búlder, tal como lo conocemos hoy, surgió en Mallorca en 1970, con el nombre de psicobloc. Consistía en escalar bloques de piedra de gran altura que caían a pico sobre el mar, sin otra protección contra los chichones que la que proporcionaba el mar golpeando contra la base de la roca. De ahí derivó nuestro método de escalada de hoy. Consiste el Búlder (Bouldern, en la lengua de Hansi Hinterseer) en escalar paredes relativamente bajas, de hasta ocho metros, sin la protección que se suele usar en estos casos. O sea, sin arnés y sin casco ni nada. Como mucho, los “Bulderistas” utilizan una colchoneta portátil llamada crashpad y a un portero que les recoja en caso necesario (íntegros, se entiende, el sesamen se friega del asfalto). Escalar en esta modalidad, en español, se llama “blocar”.
El Búlder es, además, una modalidad que te pone hecho un torete de una manera muy rápida, ya que al no tener otro auxilio que la fuerza de tus propios brazos, exige
En Viena, los sitios preferidos para el Búlder son el Donaukanal, concretamente el muro de piedra decorado con Graffitis que hay cerca del Flex (el mismo en donde está escalando el muchacho de la foto que ilustra este post) o las construcciones de acero en Handelskai. Asimismo, también son sitios favoritos para estos hombres (y mujeres) arañas urbanos las cercanías de la estación de metro de Ottakring y los alrededores del río Wien (aunque llamarle río es como hacerlo con el Manzanares) en el trecho que está entre Braunschweiggasse y Hietzing. Se pueden encontrar todos los lugares en la plataforma www.urban-boulder.com.
Los que practican este deporte dicen que la gracia del asunto está casi más en la intensa concentración mental que supone practicar el Boulder que en el tema físico y, como sucede con otros muchos entretenimientos urbanos, también se conoce gente que comparte con uno la afición a dejarse la piel en los espacios urbanos (a veces, literalmente).
Y dirán mis lectores ¿Y qué hacen los escaladores en invierno? Pues se van a un rocódromo. Los que prefieren los connaiseurs son el Boulderbar en el distrito 20, el rocódromo de la Walfischgasse o el que está en Lerchenfelderstrasse 28.
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