Max Steiner: el vienés que inventó el sonido de Hollywood

Lámpara del Konzertsaal de VienaPor carambolas de la vida, ayer me topé con un vienés famosísimo sin saber que era vienés. Mira tú por dónde.

5 de Octubre.- Ayer, por carambolas de la vida, el que esto escribe aterrizó sin proponerselo en un evento social de esos que salen por la tele y en los que hay alfombra roja (azul en este caso) y Photocall y famosos. Se trataba de la gala anual Hollywood in Vienna, que se celebró en la sala grande de la Konzerthaus de Karlsplatz. Un evento en el que, cada año, se entrega el premio Max Steiner a un compositor destacado de música de cine y en el que se aprovecha (el “poyaque” famoso) para que un ORQUESTÓN –en este caso la sinfónica de la ORF- interprete algunas de las composiciones más destacadas del homenajeado.

El caballero que ayer fue recompensado por su distinguida carrera en la industria del cine (que incluye varios oscars,varios grammys y varios globos de oro) fue James Horner, autor de las bandas sonoras de películas como Titanic, Avatar o Apollo 13. Horner, descendiente de austriacos, tuvo la gentileza de iniciar su agradecimiento en un alemán bastante potable para luego pasar al inglés.

Por lo demás, mucha niña mona (pero ninguna sola), luces de colores y, para redondear, lo pasamos tan bien como en la canción de Mecano.

¿Por qué el premio Max Steiner?

Sin embargo, entre suite y suite y entre llamada y llamada a que donásemos dinero para la organización caritativa de turno, a mí me surgió una pregunta ¿Por qué el premio Max Steiner? Naturalmente, yo conocía al compositor y, como cinéfilo que soy, también me considero un fan del señor que, no cabe duda, inventó cómo suena Hollywood actualmente.

Así pues, me lancé a la Wikipedia y descubrí que Mr. Steiner nació como Herr Steiner y ¡En Viena!

Max Steiner, cosas de la vida, nació en un hotel del distrito 2 que todavía existe, el Nordbahn, situado en el número 2 de la Praterstrasse, el 10 de Mayo de 1888. Steiner era descendiente de una famosa dinastía teatral (su padre y su tío fueron directores de sendos teatros vieneses, entre ellos el Theater an der Wien, ese coliseo que fue del productor de cabecera de Mozart, el psicópata de Schickaneder –al que algún día le dedicaremos un post- y en el que se estrenó La Flauta Mágica, esa ópera con nombre de peli porno). Con dieciséis años, Max Steiner, que entonces aún se llamaba Maximilian, se graduó en el conservatorio de Viena y nada menos que a los quince debutó con su primera opereta, Die Schöne Griechin (La hermosa griega).

America, the beautiful

El principio del siglo pasado y hasta el inicio de la primera guerra mundial, los pasó Steiner en Londres, como reputado arreglistay director de orquesta, pero en cuanto estalló el conflicto, Steiner puso pies en polvorosa y se marchó a América. Allí, compuso su primera música para cine (entonces no había banda sonora, porque no había sonido) en 1916 y a partir de ahí, fue un no parar. Hay que tener en cuenta que, en aquella época, el cine era un arte muy diferente del de ahora y que mucho más que ahora, la música era un componente fundamental de las películas mudas. Todos estamos acostumbrados a ver un pálido reflejo de lo que eran aquellas producciones, porque las pocas películas mudas que se pasan por la tele o que se pueden conseguir en DVD llevan generalmente una banda sonora zarrapastrosa. Sin embargo, una película muda tal como eran concebidas entonces (con su orquesta sinfónica) es un placer comparable a una buena ópera. Sugiero a mis lectores que vean la versión restaurada de Metrópolis con una banda sonora orquestal. Pone los pelos de gallina.

Sigo con Steiner: la época dorada de nuestro compositor son los años treinta. En ese momento, el trabajo de Steiner se asocia con otro loco del cine: el productor David O. Selznick (la O, por cierto, no significaba nada, y el interesado la añadió para darle sonoridad a su nombre). Selznick concebía el cine a lo grande y le encargó a Steiner varias bandas sonoras memorables. La primera, la de King Kong. Fue la primera vez que la música subrayó los diálogos de una película. Pero después vinieron Lo Que el Viento se Llevó (que huele y suena al mejor Hollywood) y, mucho más tarde, ya en la Warner Brothers y sin Selznick, Casablanca. La lista de títulos a los que Steiner puso música sería interminable lo mismo que sus premios. 21 nominaciones al Oscar, 3 Oscars, un globo de Oro y, lo más importante, el respeto de toda la profesión.

Max Steiner murió en Beverly Hills a los 83 años y tiene una estrella en el paseo de la fama.


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