Se puede decir que, en Austria –bueno, y en España también- la política es como el brandy Soberano antiguamente, “cosa de hombres”.
2 de Diciembre.- Se puede decir que, en Austria –y en España también- la política es “cosa de un tipo de hombres” muy especial. En demasiadas ocasiones las mujeres que se dedican a la política son vistas por sus colegas varones como entes sospechosos y, también en demasiadas ocasiones, aquellas que quieren tener un cierto éxito en el politiqueo se ven obligadas a abrazar un sistema de valores en el que dominan los impulsos que mueven a los vendedores de coches usados o a los representantes de tornillos al por mayor.
Las cosas del querer (en Austria)
Hoy traemos a Viena Directo dos historias sucedidas casi simultáneamente en la política austriaca, que ilustrarán a mis lectores sobre lo que quiero decir.
En Carintia, región de Austria que parece aquejada de una extraña maldición, ya que sus habitantes son encantadores pero tienen los políticos más desastrosos del país, dos señores diputados regionales del Team Stronach (ese partido) han terminado peleados. Públicamente. Con luz y taquígrafos.
Se trata de los señores Gerhard Köfer y Siegfred Schalli. El primero, era el jefe del Team Stronach en el parlamento regional carintio y, el segundo, teóricamente su directo subordinado y (cosas de la política y de la testiculina que suele entrar en juego en estos casos) su principal rival para alzarse con su puesto.
El miércoles, Schalli convocó una rueda de prensa a las once de la mañana, para avisar de que le hacía un corte de mangas al Team Stronach y pasaba a ser lo que aquí se llama “un diputado salvaje”. Colérico, anunció que estaba hasta las narices del partido del millonario austro-canadiense y que, de todas maneras, le chupaba un pie el porvenir de la formación porque su jefe, el Sr. Schalli, le había estado poniendo los cuernos con su mujer Cornelia mientras él estaba fuera de su casa.
Para probarlo, el marido cornud…Digo, el agraviado, aportaba a la prensa las copias de sendos e-mails intercambiados entre Cornelia y Sigfrido en donde, presuntamente, acordaban citas mientras él estaba navegando en Croacia sin notar las dos protuberancias que le salían en las sienes. En los e-mails, Cornelia llama a quien apagaba su fuego “Franco Andolfo” y ella misma firmaba con “Franca”.
¿Y qué dice Köfer? Pues el muy presunto de él dice que, efectivamente, conocía a Cornelia pero que, en ningún caso, este conocimiento era bíblico. Que había habido encuentros, pero que se habían referido en todos los casos a “asuntos profesionales” y que, en ningún caso, la correspondencia entre los dos había revestido, como parece sostener el agraviado, ningún carácter pornográfico.
Schalli, por supuesto, ha anunciado su intención de divorciarse de Cornelia y, como prueba para que el juez disuelva su unión, aportará el tráfico completo de e-mails que ha obtenido (¿Es legal esto? Yo no lo sé: si hay algún abogado en la sala que se pronuncie).
“Moneyka” ataca de nuevo
El segundo caso es el de Monika (también conocida como “Moneyka”) Lindner. De ella hablábamos el otro día y, para recordar los antecedentes del caso, ruego a mis lectores que pinchen en este link en donde quedarán cumplidamente informados.
Monika es ahora “diputada salvaje” al haber abandonado el Team Stronach (también, ese partido) pero alguien ha puesto en circulación la sospecha de que, durante su etapa como directora general de la ORF, Lindner habría (presuntamente) concedido trabajos de manera digital (a dedo, vaya) a su compañero sentimental, dueño (qué casualidades de la vida) de una agencia de publicidad. La supuesta asignación digital de contratos habría empezado en 1998, momento en que Lindner llevaba la división de Baja Austria de la ORF y habría cesado a principios de este siglo, momento en que Lindner abandonó la ORF. En total, un par de millones de Euros por los que todo quedó en casa.
La dirección actual de la ORF ha desplegado una auditoría para esclarecer si “el amiguito” (freunderl) de Lindner se benefició de manera ilegítima de compartir lecho con la exdirectora general y emprender las acciones consiguientes a la mayor brevedad posible.
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