Un vistazo a la trastienda de Viena Directo y a lo que se aprende siendo bloguero
6 de Noviembre.- Querida Ainara (*): en la mayoría de las ocasiones, cuando conozco a alguno de mis lectores, me hacen dos preguntas.
La primera es por qué vine a vivir a Austria (al contarles la historia de mi vida siento que se decepcionan un poco, porque quizá esperan algo más novelesco que la prosaica realidad) y, después, más tarde o más temprano, sale, como al desgaire, esta otra cuestión: “!Ah! Pero tú eres periodista ¿No?”.
Siempre contesto que no aunque la última vez, ya solo, camino de mi casa, sí que le di vueltas a esta respuesta y pensé que a lo mejor con esto del periodismo me está pasando lo mismo que con el deporte.
Yo no diría de mí mismo que soy una persona deportista pero, si uno piensa que llevo más de dos décadas apuntado al gimnasio y que corro o hago ejercicio prácticamente todos los días, creo que puedo decir sin temor a mentir que soy mucho más deportista que otros que se califican de tales.
Con Viena Directo sucede algo parecido.
Si escribir sobre todo lo posible, contrastando las fuentes y tratando de hacer comprensibles los acontecimientos no es periodismo, entonces ¿Qué es?
Creo que, después de estar casi una década al pie del cañón, diariamente, haciendo Viena Directo prácticamente al estilo Juan Palomo (o sea, desde los textos a las fotos, desde la búsqueda de temas hasta el control de calidad) quiza tenga más experiencia periodística que muchos que se han pasado el mismo tiempo en las redacciones de un medio digamos “tradicional”.
Desde la humildad que debe tener por fuerza el que lo ha aprendido todo a base de darse guantazos, equivocándose muchas veces, creo sinceramente que el camino que Viena Directo sigue es el camino que seguirán todos los medios más tarde o más temprano.
Y ese camino es centrarse, ante todo y sobre todo, en el lector. En un grupo de lectores, más concretamente.
Conocer sus necesidades, conocer sus gustos, conocer sus intereses. Lo cual es hacer de uno lo que decía Virginia Wolf: “saber para quién se escribe es tener la mitad del trabajo hecho”.
¿Centrarse en cualquier lector? No, claro. Al escribir Viena Directo, quisiera hacer mío también el lema de La Codorniz (bueno, ya quisiera yo que ese pudiera ser mi lema) el cual era: “La revista más audaz para el lector más inteligente”.
Cuando escribo un artículo pienso en un lector al que no le interese quedarse en la superficie de las cosas, que tenga tiempo para leer y gusto por hacerlo, que se plantee la realidad como una búsqueda constante de respuestas. Un lector activo y curioso, que se tome la vida con humor, que sea irreverente, abierto, desprejuiciado, que no dé nada por sentado. De la misma manera que yo soy capaz de reirme de casi todo (sobre todo de mí mismo), que procuro tener siempre presente que los mitos (incluso los mitos que a mí me caen mejor) van al baño todos los días y que hago lo posible por examinar críticamente todo lo que me dicen.
¿Podría ser de otra manera? Sí, podría, claro. Hace algunos meses, alguien me ofreció que Viena Directo creciera. Hay espacio para el crecimiento, me decían.
Yo lo pensé y dije que no.
Y dije algo que creo que no se entendió mucho en su momento, pero que creo que es de sentido común: “prefiero seguir siendo un aficionado en el mejor sentido del término”.
Y es que, Ainara, solo lo que se hace por afición o como si fuera por afición, sale hermoso y límpio. Sólo por afición se hace el trabajo bien hecho. Solo el panadero que hace barras de pan como si no se las fueran a pagar hace un pan esponjoso, solo el sastre que hace chaquetas como si fuera a regalarlas, por el placer de coser, hace buenas chaquetas. Y no le importa arrancar una manga si ve el más mínimo defecto, incluso antes de que el cliente lo haya visto, como dicen que pasa en la sastrería vienesa Knize, la cual pasa por ser la mejor sastrería a medida del mundo.
(No es la primera vez que yo escribo un artículo, lo termino, y lo tiro porque me parece que no está a la altura).
Como decía más arriba: el supremo respeto por el lector como prioridad.
Viena Directo tiene, hoy en día, casi medio millar de visitantes únicos diarios, cien arriba, cien abajo, dependiendo de lo inspirado que esté yo cada día y 272 seguidores en Facebook (y subiendo). Son cifras que pueden parecer humildes (y lo son) pero que tienen detrás mucho esfuerzo.
Y, por supuesto, todo el agradecimiento de quien sabe que, cuando publica un artículo, hay gente ahí que ya está esperándolo.
En esta vida, Ainara, hay que tratar de hacer las cosas como en Knize hacen los trajes, poniéndose uno detrás del trabajo que presenta, respetando la inteligencia de quien te lo encarga, sin tratar de engañarle.
Besos de tu tío
(*) Ainara es la sobrina del autor
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