Uno de los motivos que existen para alegrarse de la llegada del otoño en Viena (y en Austria en general) es la llegada de la temporada del ganso. Lo verás anunciado como “Martinigansl”.
San Martín es el patrón de Burgenland y la fiesta se celebra el día 11 de Noviembre pero ya desde finales de octubre se puede comer ganso asado (es un clásico) y otros platos elaborados a partir del pobre animalito. El ganso clásico se come con knödel (no con nuddles como dicen los americanos, error que se produjo con el estreno de la película “Sonrisas y lágrimas”) y con lombarda y con una salsíbiris que está de rechupete. Se puede pedir también sopa de ganso para acompañar.
Por supuesto, se trata de un plato contundente, así que aquellos que estén haciendo régimen para abrirse camino en el mundo de las pasarelas deberían abstenerse.
El ganso se hace fenomenal en muchos sitios, así que no voy a dar ninguna dirección especial. Lo mejor, sin embargo, es dejarse orientar por la nariz. En cuanto uno pase por delante de un restaurante y el aroma le seduzca ¡Hala, a por él! Un menú de ganso suele salir por entre los 20-25 Euros.
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