La Ópera Estatal de Viena y los gemidos de Nadal

Wien Staatsoper

Si Austria salió de la crisis de la posguerra no fue solo a base del dinero del plan Marshall, sino de un colosal esfuerzo de imaginación. Su modelo, puede servirle también a España.

8 de Noviembre.- El martes día 5 se cumplieron 58 años de la inauguración de la reconstruida Ópera Estatal de Viena.

Se representó la única ópera de Beethoven, Fidelio.

En aquella época, a diez años del final de la guerra, lo último que deseaban los austriacos era recordar los sórdidos tiempos de la ocupación (ni la hitleriana ni la siguiente). La economía, gracias a las medidas de estímulo del plan Marshall iba levantando cabeza poco a poco y los austriacos se preparaban para el boom de prosperidad de los sesenta y los setenta del siglo pasado.

Sin embargo, si Austria salió de los sórdidos tiempos postbélicos no se debió solamente a la ayuda exterior –sin duda necesaria, porque la economía austriaca terminó 1945 absolutamente devastada- sino también gracias a un colosal esfuerzo de imaginación.

Dos publirreportajes al año no hacen daño (más bien al contrario)

No es casualidad que yo haya traido aquí la reinauguración de la Ópera. Más allá de la importancia sentimental que para los vieneses tiene “su” ópera (ese edificio que motivó la muerte de sus creadores, Van der Null y Sicard von Sicardsburg, novios y residentes en Viena) los padres de la Segunda República reconocieron pronto la importancia de la Cultura (con esa mayúscula inicial que los periodistas malos han hecho proverbial) como motor de la Economía.

En aquellos días de la Posguerra, se pusieron las bases de tres de las mayores fuentes de dinero (prácticamente perennes) de las que Austria disfruta: las dos primeras, relacionadas con el Imperio Austro-Húngaro y, la tercera solo indirectamente: el Concierto de Año Nuevo, el Mito Sissi y el Baile Anual de la Ópera. Y luego, naturalmente, está Haneke (esa Freude del Gemüsegarten) y está Ulrich Seidl y están Salzburgo y sus Festwochen y está el cine austriaco, que anda tan bien de salud.

Por no hablar de esto que yo digo siempre: allá donde hay cuarto y mitad de atractivo turístico, existe también su correspondiente festival cultural.

Todas las cosas que he nombrado cuentan, más o menos directamente, con ayudas muy generosas del Estado.

¿Por qué en España no pasa esto y, cuando nos aprieta el zapato, lo primero que se hace es cerrar una biblioteca? ¿Por qué la familia Real peregrina en masa a ver a Rafael Nadal dar gemidos y no aparece nadie en el estreno de ninguna película de Almodóvar, producto español que sin duda le aporta los mismos millones al país que el mallorquín más universal?

Cría cuervos para Sor Citroen

Creo que la clave la dio perfectamente Antonia San Juan , inteligentísima actriz y no menos sagaz empresaria teatral, en una charla que dio hace unos días en la edición digital del diario ABC. Decía, casi textualmente que, en España, se apoya el deporte porque, a diferencia de la cultura, el deporte es ideológicamente neutro.  O sea, que el Gobierno prefiere meter dinero en la lotería de unas Olimpiadas que nunca se van a celebrar que financiar un par de superproducciones que compitan en el mercado internacional. En la frase de Antonia San Juan está resumido magistralmente, creo, el cáncer que corroe a la industria cultural española.

Se puede decir que la industria cultural española murió como tal industria a principios de los ochenta del siglo pasado, justo cuando el vídeo mató al cine y al teatro. En otras palabras: el tejido productivo del cine y el teatro español se fue adelgazando hasta quedarse en la raspa. Los grandes productores cinematográficos del franquismo, los Emilianos Piedra, los Elias Querejeta, habìan conseguido el éxito empresarial combinando las películas meramente comerciales con otras más arriesgadas.

En otras palabras: para que existiera Cría Cuervos, tenía que existir también Soltera y Madre en la Vida o Celedonio y yo somos así.

Y era muy sano para el país que así fuera, porque de Soltera y Madre en la Vida, de Sor Citroën y de Cría Cuervos comían varios miles de familias.

Ese papel lo suplen ahora las series de televisión, que han venido a ocupar, en el imaginario colectivo, el lugar del Cine de Barrio. Sólo que la existencia de Aída o las Matrimoniadas no está compensada por nada que pueda presentarse a los Oscars o ir al Festival de Cannes. Y las series como Vivo Cantando se exportan, sí, pero se quedan en el circuito B internacional. O sea, esos países ignaros que enjoyan el palmarés de Eurovisión y que poca gente podría situar en un mapa.

La industria de la televisión es próspera, pero su éxito es casi totalmente a nivel local.

¿Condenados a entenderse?

Si no se hace cine para ganar dinero, es obvio que entonces se hace por motivos ideológicos. La producción cultural deja de ser un bien comercial y se convierte en otra cosa y, de rebote, la producción cultural deja de servir también de motor económico.

En España, a diferencia de en Austria, el Gobierno y lo que se suele llamar la Cultura están divorciados. Y no de mutuo acuerdo, precisamente.

Se llevan a matar.

De la mitad de España que vota al PP está ausente una cierta idea de la cultura y, en la otra mitad, esa cierta idea de la cultura está imbuida de un espíritu misionero y machacón, en cualquier caso incompatible con cualquier emprendimiento comercial (véanse los plúmbeos discursos que se marcan muchos artistas en los Goya, los Max, o whatever).

El divorcio es tan profundo, la enemiga tan atroz, la actitud tan gilipuertas y tan cainita por ambas partes que, en las cavernas más lóbregas de la derecha (esas tertulias de Intereconomía, por ejemplo) se acuñó el término “titiriteros” para referirse a los que, por sentido común, deberían ser los mejores embajadores españoles en el exterior y, desde el “No a la guerra” la gran mayoría de los representantes de la alta cultura española o, mejor dicho, del “artisteo”, se comportan como si España viviera bajo la bota de Kim Jon Il.

Un perezón.

Conclusión: la cultura es un bien económico sumamente rentable. Incluso para los que no trabajan en la cultura directamente. Cada euro invertido en películas, en libros, en teatro exportable, tiene una tasa de retorno altísima, muchas veces en forma de ingresos indirectos.

Sin embargo, para el tirón se note, el Estado tiene que poner también de su parte. Ya sea mediante el aporte directo de fondos o, como sucede en otros países europeos, Francia y Austria entre ellos, con medidas que favorezcan el sector cultural.

El pan de mucha gente depende de ello.

POSTDATA: Este post ha sido inspirado por la carta de una amable lectora, residente actualmene en Hamburgo, la cual, a su vez, me ha mandado este vídeo que dejo yo también a mis lectores.

 


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Comentarios

2 respuestas a «La Ópera Estatal de Viena y los gemidos de Nadal»

  1. Avatar de Monica
    Monica

    Hola, nunca te he escrito, pero te leo. Felicitaciones por tu blog y por publicar todos los díassss!!!
    El artículo de hoy y el video son excelentes! Me toca de cerca, soy cantante de ópera, hace poco dejé España (viví allí 11 años siempre trabajando de solista de ópera, no soy española) y me vine a Viena, donde mi alma parece que esté renaciendo día a día y pudiendo abrir las alas de la creatividad sin sentirme oprimida todo el tiempo. La razón de aquel sentimiento me era muy difícil de explicar, con este post maravilloso me has ayudado a ponerlo en palabras. Por eso tienes mi agradecimiento.
    Saludos!

  2. Avatar de Bad Vöslauer
    Bad Vöslauer

    Pues sin ánimo de criticar no estoy de acuerdo en que se tenga que subvencionar toda la cultura, es decir haga un producto de calidad que recibirá sus emolumentos a través del mercado, no pida el dinero por adelantado para iniciar su obra y luego le dé igual la calidad del producto que hay algunas co-producciones o producciones autonómicas que deberían ser visionadas con prescripción facultativa y vigilancia de éste u obligadas a caer en el abismo del olvido. Es decir que nunca deberían haber sido manufacturadas, de no ser por las ingentes sumas de dinero aportadas o eximidas de pago por parte de papá estado que recauda a un veintiún por ciento de lo facturado ingentes sumas de dinero. Cuál es el número de museos abiertos en los últimos diez años y de los más variopintos artículos(chocolate, la boína, el hierro, el azafrán, el arroz,el títere, la oliva, y así un largo etcétera), por no hablar de las pinacotecas de arte contemporáneo que no obtienen mayor visita que las de sus empleados, y luego a mantener mediante presupuestos como los aeropuertos sin aeronaves o las autopistas sin vehículos. En vez de abrir mediocres copias que dirige mi amig@ artista sería bueno abrir un único espacio que fuera atractivo y original en sí mismo.(Prado, Thyssen, MACBA,etc…).
    Los discursos en público(de dirigentes, artistas, deportistas o sacerdotes) es lo que tienen que como no se les puede rebatir en el momento, embriagados de la grandeza y de la multitud y sabiéndose el foco de atención se encienden y sueltan lo primero que se les viene a la cabeza

    Eso de mezclar (in)cultura y deporte no lo veo, digamos que la familia (i)rreal acaso fueran una familia,(y/o gubernamental) va allá donde esté la masa, ya sea que le piten, les nieguen el saludo o vayan a hacer preguntas incómodas, total disparamos con pólvora del monarca, es decir pagamos entre tod@s excepto los aventajados deportistas y artistas que no suelen contribuir al erario público en la misma medida que sus compatriotas que no convecin@s. Y ya se sabe que ganar medallas da mucho prestigio, no se dónde lo ven, pero lo hace más conseguir las preseas sin hacer ningún fichaje de mercenarios (Juanito Mühlegg, Serge Ibaka, Dujshebaev, Kovalenko, Puskas y tant@s otr@s ) o sin disfrazar la realidad(Basket en silla Sidney ’00). Además de que creer que el Olimpismo, torneos mundiales o eventos de esas características (Copa América, F1, grandes vueltas ciclistas) es deporte es una quimera un evento en el que todas las corporaciones mundiales van a maquillar sus cuentas de resultados vía retorno de la inversión por publicidad y que es el mayor escaparate mundial, alguien se acordó de los derechos humanos en Pekín o de la degradación de la mujer en Qatar. La casa no se empieza por el tejado.
    Eso sí permitir que l@s niñ@s disfuten de un agradable paseo bípedo o cicloturista cada mañana debe ser multado en según qué condiciones o el apoyo al deporte no profesional que se da en la piel de toro, amén de lo de pegar patadas al esférico o el levantamiento de vidrio en un comercio hostelero.
    Es decir primero se espera a que alguien triunfe y luego nos juntamos para compartir las mieles del éxito que con tanto esfuerzo ha conquistado la majorette de turno, ya sea en petanca o en el otro extremo del planeta si hay que ir se va y que paguen l@s demás que yo les resuelvo sus problemas y los míos de paso.
    Cuánt@s anónim@s han tenido que emigrar porque en su patria no se les apoya y son recibidos como estrellas allén de nuestras fronteras y requeridas en esos programas de tanto éxito que tratan de sacar lo fácil que es triunfar en tierras inhóspitas.
    P.D.: vaya truño que me ha salido,página de la RAE incluida ; sigue escribiendo así que al menos este medio no lo cerrarán(o eso esperamos).

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