Tal día como hoy, hace cincuenta años, el presidente americano John Fitzgerald Kennedy caía asesinado en la ciudad de Dallas ¿Quién lo mató? ¿Por qué? Como decía un personaje de JFK, el peliculón de Oliver Stone, “el cuando y el cómo son solo montajes para el público”.
Lo que está claro es que quizá hoy es el día más adecuado para recordar que Kennedy, junto con su mujer Jacqueline, estuvo en Viena durante un viaje que fue fundamental para la regulación de las relaciones entre los dos bloques durante la guerra fría. Un viaje que, por cierto, salió al revés de como todo el mundo hubiera deseado.
Sucedió a principios de junio de 1961. JFK se encontró en Viena con el entonces premier soviético, Nikita Krutschov (o Krutschev). La elección de Viena como punto de encuentro estaba clara. La ciudad junto al Danubio era entonces el último bastión capitalista antes del telón de acero. Nikita no se alejaba mucho de sus reinos y JFK tampoco tenía que abandonar el bloque capitalista.
Las conversaciones, como decía, fueron un desastre. Quizá fuera por la mala calidad de la cocina del palacio Schönbrunn, lugar en donde se agasajó a los dos mandatarios y a sus séquitos, la cual era conocida a nivel de la diplomacia europea (no lo digo yo, lo dice Fernando Schwarz, diplomático español), pero el caso es que entre Krutschov y Kennedy no hubo la más mínima química. El soviético salió con la impresión de que el americano era un principiante que no tenía ni idea de política internacional y JFK…Bueno, pues intentó que se relajasen las tensiones entre los dos bloques. Si lo hizo, le salió el tiro por la culata. Como resultado de las conversaciones vienesas, Krutschev mandó construir, ese mismo verano, el muro de Berlín y, en 1962, fruto de la desconfianza que sentía hacia Kennedy, mandó barcos con misiles nucleares a Cuba (el incidente desencadenó la llamada crisis de los misiles, la cual estuvo a punto de terminar con la Humanidad completa).
Los vieneses, sin embargo quedaron encantados con John y con “Chaqueline”. El matrimonio presidencial, aparte de brillar en Schönbrunn, asistió a misa en la catedral de San Esteban (eran católicos). La ciudad, a cambio, llamó a uno de sus puentes el Kennedybrücke (en el distrito 13, por cierto).
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