Jesús no nació en Diciembre (gracias a Dios)

Corazón de JesúsConsuela un poco saber que, para la gente seria, los periodos anuales ni terminan en Diciembre ni empiezan en enero.18 de Diciembre.- Querida Ainara (*) : en una semana será navidad. Otro año más. No creo que tenga tiempo de escribirte el día 25 –las navidades, en Austria, son un proceso bastante estresante- así que hoy hablaremos de estas fiestas que, como todo el mundo saben, no me gustan.

A mí las navidades, desde pequeño, me producen una gran tristeza.

Con los años –uno ya es mayor- tu tío se ha parado a pensar por qué y ha encontrado las razones. Unas razones que, unas por demasiado personales y otras por demasiado poco importantes, te ahorraré en esta carta.

Mi actitud, sin embargo, en esto como en todo, es la de echarle entusiasmo a las cosas que son inevitables y tratar de encontrarle el lado bueno incluso a los obstáculos que el camino nos presenta.

Una de las cosas buenas que tiene la navidad, por ejemplo, es la de que uno tiene toda la libertad del mundo para expresar sus sentimientos. Yo soy una persona bastante expansiva y extrovertida, Ainara. Vamos, como tú. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado (como te enseñará a ti) que, muchas veces, la gente no está demasiado preparada para escuchar que la quieres o que la aprecias o que te parece fenomenal y te entusiasma cómo son. En el piropo, aunque se note que es sincero, la mayoría de la gente ve una amenaza oculta.

Pero bueno, cuando llega la navidad, se tienen que aguantar. No les queda otra. Se levanta la veda y, por fin, y aunque solo sea durante unos días, los cariñosos podemos decir lo que tenemos que callarnos todo el resto del año.

Estas fechas también son ocasiones para hacer balances de situación y dar la turra “con lo que ha dado de sí el año” (esta vulgaridad se dice mil quinientas veces por minuto). Estos recuentos son, sin embargo, más falsos que billete de tres euros. El año ni termina el 31 de Diciembre ni empieza uno de enero. La nochevieja pilla, en realidad, en mitad de los años auténticos.

Para las personas serias, Ainara, el año empieza y termina en septiembre.

Esta cosa absurda de poner la navidad y la nochevieja a finales de Diciembre viene de los tiempos en los que la Humanidad o, por lo menos, occidente, se regía aún por los tiempos del neolítico. De hecho, Jesús no nació en diciembre (menudo disparate, pastores y rebaños al raso para recibir la buena nueva, con la rasca que hace). Los cristianos aprovecharon las fiestas que los romanos celebraban por el solsticio como estos, anteriormente, habían aprovechado las fechas de culto a la fertilidad del neolítico. El niño Jesús es, en realidad, el sol, que vuelve a dar la vida a la tierra después de la larga noche del invierno. Es bastante probable que aquel israelita que nunca se propuso fundar una religión nueva, sino reformar aquella en la que había crecido naciera (para desesperación de los grandes almacenes) a principios de la primavera. Aunque, dada la fiabilidad de los evangelios como documentos históricos, cualquiera sabe.

Quizá sea por la falsedad de estos cimientos por lo que siempre fracasan los propósitos de “año nuevo”. Sencillamente, porque no hay año nuevo. Porque las cenas opíparas y los maratones solidarios y la orgía consumista están puestos artificialmente en medio del contínuo de los días que quedan hasta el próximo verano.

Yo, por eso (o quizá porque me anima el propósito de descargar de solemnidad el 31 de Diciembre, siempre angustioso, como todos los finales) pienso siempre a primeros de septiembre lo que quiero hacer con mi vida en los doce meses siguientes. También procuro echar la vista atrás entonces, cuando aún parece que lo del verano tiene remedio todavía,  y miro a ver qué asignaturas de mi vida necesitan mejorar y, sobre todo, trato de leer qué tendencias se dibujan, como el pescador trata de leer en el agua del mar o el químico escucha la melodía que dibujan las partículas y que, para los demás, es inaudible.

A veces lo consigo y a veces no.

Feliz navidad Ainara.

Besos de tu tío

(*)Ainara es la sobrina del autor


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