Viena tiene más o menos dos millones de habitantes. Según las últimas informaciones, ochomil de ellos se dedican al lucrativo negocio del espionaje.
20 de Julio.- Un amigo mío dice que cada vez que salgo de vacaciones se arma la gorda. Esta vez, aunque las vacaciones han sido cortas, no ha sido una excepción. La semana pasada, los llamados “separatistas” (en realidad, seguramente, mercenarios a sueldo de Moscú intentando con todas sus fuerzas desestabilizar Ucrania para así provocar una “anexión” bajo la excusa de que “a estos chicos no se les puede dejar solos”) decía que, la semana pasada, los llamados “separatistas” prorrusos, derribaron un avión de pasajeros de Malaysian Airlines. Dejando aparte que los malasios, las criaturas, tienen la negra, lo cierto es que, aunque mala, la cosa hubiera podido ser mucho peor y se ponen los pelos de punta solo de pensarlo.
Echen cuentas mis lectores: media hora después de que el avión fuera derribado, pasó por el mismo punto el avión del putín de Putin, que era el objetivo más que probable de los llamados “separatistas”. Supongamos que el plan era solo darle a Rusia una excusa para que le declarase la guerra a Ucrania. Naturalmente, si Rusia le declara la guerra a Ucrania, la Unión Europea se pondría automáticamente detrás de Ucrania (ya está pasando con el asunto del avión) y, tras la Unión Europea, naturalmente, los Estados Unidos. Imaginemos que, en vez de darle un susto, a los separatistas se les hubiera ido la mano y hubieran provocado un hecho luctuoso que hubiera tenido como protagonista al presidente ruso (¡Pobre Marine Le Pen! ¡Pobre Strache! por cierto. Pero bueno, sobrevivirían) pues hubiéramos tenido la tercera guerra mundial formada.
Los planos del polvorín
Y así estamos: en un ambiente prebélico en el que cualquier chuminada puede mandar la paz mundial a hacer gárgaras (¡Y si solo fuera a la Paz Mundial!). Una de Naturalmente, una de las cosas en que más se nota este ambiente prebélico es, como sucedió en las vísperas de la primera guerra mundial, por el florecimiento del negocio del espionaje. Y una de las capitales del espionaje no ya europeo, sino mundial, ha sido y es Viena.
Durante la guerra fría que enfrentó al comunismo con el capitalismo, Viena era la ciudad ideal para que ambos bloques tuvieran sus centros de información –más los capitalistas, claro-. Primeramente, la situación geográfica de Viena era ideal (el telón de acero se encontraba a escasos cuarenta kilómetros, con lo cual se podían enfocar las antenas y otros chismes de espionaje con toda la comodidad del mundo y “pillar” las señales de los otros), después, la condición de país neutral de Austria –los austriacos, ya se sabe, queriendo siempre lo mejor de los dos mundos- permitió el asentamiento en esta bonita ciudad de multitud de organismos internacionales (aquí siguen) la ONU con sus agencias, la OPEP con sus jeques y multitud de embajadas, consulados y representaciones de organizaciones transnacionales.
Los austriacos, además, tienen una legislación de los más laxa al respecto ¿Que te pillan espiando? Pues nada, lo más que te pueden caer son tres años a la sombra. Pregunta en Pionyang y te enterarás de lo que vale un peine.
Prominentes austriacos han sido espías desde que terminó la guerra mundial última. Por ejemplo, el que fue alcalde de Viena, Helmut Zilk, una de las vacas sagradas de la socialdemocracia. Después de la muerte del señor Helmut se supo que, cuando era un alevín de la política, vendió secretos a los comunistas (informamos de ello en este post de Viena Directo). Se especula sin embargo con que tampoco le hacía ascos al capitalismo –la vida del político es muy achuchada y, quien más quien menos, nadie le hace ascos a un sobresueldo. Se supone que Herr Zilk fue agente doble y que por eso la policía austriaca (que parecía estar perfectamente al corriente del asunto) no hizo nada y le dejó seguir espiando sin más.
Según los que entienden de este tema, actualmente hay en Viena 8000 personas aproximadamente que se dedican a llevar y traer información.
Los estadounidenses, pero también los rusos, han hecho de esta agradable capital uno de sus “espiódromos” favoritos. Lo malo es que no solo espían entre ellos, sino que espían también a EPR para robarle sus secretos. No los famosos planos del polvorín de la guerra de Gila sino, por ejemplo, espionaje industrial o energético. Y es que, si algún día estalla otra guerra mundial (líbrenos Dios) eso será más importante que saber en dónde tiene cada cual puestos los tanques.
¿Quieres saber cómo se salvaron los cuadros de los museos vieneses durante la segunda guerra mundial? !Pues no te pierdas este estupendo documental sonoro. Esta semana, en Zona de Descarga
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