20 días en otro mundo

Guernica tropicalSe desvela hoy un secreto de Viena Directo que solo han sabido muy pocas personas ¿Quieres saber cuál es?

19 de Noviembre.- Particularmente aquellos de los lectores de Viena Directo que siguen el blog a través de las redes sociales (¡Hemos superado los 500 fans! Por cierto, muchísimas gracias) particularmente, decía, quienes siguen Viena Directo a través de las redes sociales, se habrán dado cuenta de que, durante los últimos veinte días, los posts han sido compartidos por dos amigos míos a los que, desde aquí, quisiera dar las gracias públicamente: se trata de Pedro Escobar, al que los seguidores de Viena Directo conocen como la voz amiga que me acompaña en el podcast Zona de Descarga, y de Adrián Bolonio los cuales, amabilísimos, me han hecho el favor de hacerme la suplencia.

Mi ausencia de las redes sociales ha sido también mi ausencia de Viena. Si todo va bien, podrán mis lectores saber muy pronto dónde he estado, porque pienso publicar mis impresiones en forma de libro (electrónico, editores de papel ¡Descubridme! Necesito un mecenas).

Los días anteriores a mi marcha fueron bastante agitados porque, a los preparativos de mi viaje, a un sitio en donde no hay internet o, en donde internet está muy limitado (no, no me he ido al Tibet) me obligaban a dejar los veinte posts de Viena Directo escritos y programados para que fueran saltando a tiempo de que tanto Pedro como Adrián pudieran dárselos a mis lectores con los que, naturalmente, tengo un compromiso que me tomo muy en serio. Fue un tour de force hacer en una semana el trabajo de un mes. Encontrar una decena larga de temas que fueran interesantes y que no caducaran y cruzar los dedos para que no surgiera ningún Fritzl, ni ninguna muchacha saliera de pronto de ningún sótano. Por desgracia, no ha pasado nada demasiado extraordinaria ni en Austria ni en el mundo. Donde se mataban antes de mi marcha, se siguen matando; donde se decían tonterías antes de mi marcha, se siguen diciendo. Las fuerzas del mal de la política austriaca siguen, como el Coyote de los dibujos de la Warner, maquinando nuevas maldades. Las fuerzas del bien siguen en la higuera, como de costumbre. O sea que, durante estos veinte días, el ser humano ha demostrado que es una especie en la que se puede confiar.

Aquellos de estos lectores fidelísimos que me han dejado comentarios, tendrán que perdonarme porque, con el jet lag, ando todavía con una empanada considerable y me costará por lo menos el día de mañana ponerme al día (por no hablar de que tengo todavía un número considerable de correos que se han ido acumulando en mi ausencia). Estos veinte días, a pesar de que ahora los veo un poco borrosos a causa del jet lag, han sido muy sorprendentes por otros motivos que por los del viaje. Vivir sin internet y sin móvil la verdad es que me ha costado infinitamente menos de lo que yo hubiera podido pensar. Durante estos días, he explorado lo frugal que puede ser el estilo de vida de una persona y, me he dado cuenta de que diez kilos de equipaje son todo lo que necesito para vivir y ha sido una experiencia muy tranquilizadora.

Aunque bueno, después de todo, ya estoy de vuelta: y estoy encantado. Gracias por estar ahí.

 


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