Tensiones Iglesia-Estado en Austria

cabeza de niñoEl Gobierno austriaco pretende aprobar una ley que ha provocado que la Iglesia emita un comunicado de una dureza casi sin precedentes.

1 de Diciembre.- Cuando me propongo escribir sobre un tema determinado, al principio, me dejo guiar por la libre asociación de ideas. Suele funcionar bastante sobre todo cuando se trata de un tema complicado como el de hoy.

Síndrome de Down

Cuando hoy he decidido escribir sobre la ley de reproducción asistida (la nueva, que el Gobierno austriaco está preparando a pedido del Tribunal Constitucional) lo primero que me ha venido a la cabeza es una conversación que tuve estos días atrás con un amigo, hombre muy centrado él (como casi todos mis amigos). Hablaba este hombre de que a él le caían muy bien las personas con síndrome de Down, pero que era una pena porque estaban desapareciendo, ya que ahora, con las modernas técnicas de diagnóstico prenatal, la mayoría de las parejas, cuando sabían que iban a tener un hijo con síndrome de Down, “lo abortaban”. Así lo dijo él: “ya no hay casi porque los abortan”.

En fin: el Gobierno austriaco está preparando, como decía más arriba, una ley para regular el derecho a la reproducción asistida y la Iglesia, al saber del proyecto, ha emitido un comunicado en el que condena duramente el proyecto de ley que el Gobierno va a someter a votación de las cortes austriacas, viniendo a decir, básicamente, que la ley de reproducción asistida futura es, primero, un paso más hacia el “bebé de diseño” y, después, que no protege la vida del no nacido, aparte de esto del derecho de todos los niños a tener un padre y una madre y todo este tralará, que le ahorro a mis lectores porque seguramente de sobra se lo saben.

El Gobierno austriaco, se ve obligado malgré soi

En realidad, el Gobierno austriaco se ha visto en la necesidad de modificar la legislación vigente (enormemente restrictiva a este respecto, comparada con la de otros países europeos, entre ellos España) se ha visto obligado a modificar la legislación, decía, porque una pareja de lesbianas acudió al alto tribunal austriaco y denunció al Estado por discriminación. El alto tribunal dio la razón a las dos mujeres, e instó al poder legislativo a que elaborase una ley en la que se recogiese el derecho a dejarse inseminar por semen de terceros (donantes). También las parejas heterosexuales, las cuales hasta ahora solo tenían permitido utilizar la fecundación in vitro con óvulos o espermatozoides de los miembros de la pareja y no de terceras personas.También se podrá, si la ley sale adelante, donar óvulos en Austria (no se podía) aunque siempre tendrá que ser de manera altruista, porque la ley prohibe expresamente tanto la intermediación como la comercialización de las células reproductivas (es este último el punto por el cual la Iglesia dice que los niños, en un futuro, podrán no tener padre y madre, ya que habrá mujeres que, solas o en compañía de sus esposas, puedan dejarse inseminar para producir niños sin que intervenga físicamente un varón).

Diagnóstico precoz

Asimismo, el diagnóstico antes de la implantación del embrión producido en la probeta se permite por primera vez, si bien de manera muy limitada. Si se producen tres fracasos consecutivos en la implantación o un aborto, el embrión que se vaya a implantar puede ser investigado en busca de trazas de su viabilidad. También si hay indicios de que el futuro niño pudiera nacer con severas taras, daño cerebral o teniendo que vivir con asistencia durante todo el resto de su vida.

El borrador de la ley, en el que se dicen todas estas cosas, ha sido pactado por la coalición social-conservadora que Gobierna en Austria en este momento, y la Iglesia lo ha contestado duramente. Particularmente, por el asunto del diagnóstico antes de la implantación. La Iglesia teme que muchas parejas, aún con serios problemas para procrear, decidieran no llevar adelante sus embriones en el caso de que los médicos les comunicaran que su hijo va a nacer con síndrome de Down.

La Iglesia, como en el caso de los sectores más conservadores del catolicismo español, está enfada particularmente con el ÖVP, el cual se define a sí mismo como una fuerza “cristiano-social”.

Al fin y al cabo, vienen a decir, de los rojazos del partido socialista nos lo podríamos haber esperado, pero señores: de ustedes, que se supone que van con nosotros, en ningún momento hubieramos podido esperarnos semejante herejía.

La Iglesia reclama al Gobierno que no ceda al lobby de las clínicas de reproducción asistida –sin darse cuenta o sin querer aceptar de que ella misma, la Iglesia, es un lobby más en esta sociedad en el que todas las voces, incluso las menos recomendables, tienen derecho a expresarse libremente- y le reclama también que las cosas que se dicen en la ley, por graves, sean sometidas a un debate más amplio en el seno de la sociedad.

No parece que la Iglesia vaya a tener éxito en sus reivindicaciones. El consenso sobre la ley ya es amplio y es muy probable que se apruebe tal y como está o con muy leves modificaciones. Sea eso bueno o malo, que en ello, hoy, no entramos.


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