Un vienés contra Goliat

Dejeuner sur lherbeEl uso de Facebook está tan extendido que mucha gente ha perdido de vista lo que Facebook es. Un vienés está dispuesto a recordárnoslo.

24 de Marzo.- El mundo capitalista (o sea, salvo en Corea la Mala, en Cuba y en China, el único que hay) vive de la competencia y, de ella, dicen los optimistas, nace el perfeccionamiento de las cosas y de las repúblicas. La realidad, sin embargo, se encarga frecuentemente de llevarle la contraria a los optimistas. Los que tenemos alrededor de los treinta y diez nos acordamos perfectamente de cuando, en el mercado, había dos sistemas de vídeo concurrentes: Beta y VHS. Beta, era objetivamente muchísimo mejor (de hecho, terminó convirtiéndose en el sistema profesional, bajo la marca Betacam) sin embargo, el que terminó triunfando a nivel doméstico fue el VHS, que tenía exactamente la mitad de definición que la tele normal, porque sustituía una de cada dos líneas por una línea negra.

Facebook vs Google

Hace no tanto, de verdad, no tanto, apareció Facebook y Google, su competidor, intentó que todos nos pasáramos a su red social (¿Alguien usa Google Plus? Científicos de todo el mundo se hacen esta pregunta) haciendo una red social que, objetivamente, es mucho mejor (aunque Facebook ya ha aprendido bastante, particularmente en lo que se refiere a la compartimentación de la información). Ya era tarde, sin embargo, porque el hombre es un animal vago por naturaleza, había aprendido a utilizar Facebook y qué pereza, señora, aprender a utilizar una cosa nueva, que dicen que es buena y tal pero…Que no.

Y así, Facebook, para alegría de los señores del espionaje de Estados Unidos, se ha convertido para muchas personas en lo que, en lenguaje económico, se conoce por un commodity. O sea, un bien o servicio como la lavadora o la tele o la leche semidesnatada. Una cosa sin la que muchos de nuestros conciudadanos no sabrían vivir. Hasta el punto de que esta gente (ayudados, obviamente, por terceras partes interesadas) se han olvidado de que Facebook no es un servicio público, que no funciona gratis (aunque no le paguemos en dinero) y que es una empresa exactamente igual que, pongamos, La Sepulvedana o, salvando las distancias, Frutos Secos Mari Pili. Facebook no es una democracia, no está al servicio del ciudadano, no es una ONG. Facebook solo entiende de una cosa: del Poder y de la maximización del beneficio de sus accionistas.

Un extractor de información

Una de las maneras en que Facebook consigue que los Gobiernos, particularmente el estadounidense, toleren su existencia mastodóntica y potencialmente peligrosa, es vendiendo los datos que tan gustosamente le dan (le damos) todos los que, de manera voluntaria, estamos “apuntados” a él. Facebook sabe qué páginas visitamos, cuál es el porno que más nos gusta, si somos amigos de este o de aquel, si nos gusta tal o cual partido político, en qué empresas trabajamos y hemos trabajado, qué espectro ideológico nos es más afín, cuáles son nuestros valores, si nos gusta Rocío Durcal (que en paz descanse, la pobre) o somos más de las Sisters of Mercy, qué artículos buscamos en las tiendas por internet (aparecen luego en las “sugerencias”) y, naturalmente, está equipada con la última tecnología para coger el inmenso volumen de datos que le proporcionamos todos los días y enlazarlos para componer el mapa del mundo en tiempo real más sofisticado que la Humanidad ha producido hasta ahora.

Protección de datos

En Estados Unidos todo esto es escandaloso pero, hasta donde nosotros sabemos, perfectamente legal. En Europa, no. Pero Facebook y su primo hermano Google tienen tal poder de negociación que a nuestros representantes en el parlamento europeo les está costando lo que nadie sabe intentar (solo intentar ¿Eh?) que Google y Facebook cumplan la legislación de privacidad y antimonopolio que rige en Europa.

Un paso más puede estarlo dando un ciudadano vienés, como usted y como yo: se trata de Max Schrems, un activista que está intentando que los datos que Google obtiene en Europa, que son propiedad de una filial suya radicada en Irlanda y que se guardan en los servidores de la compañía en Estados Unidos, a) no puedan ser guardados en USA y b) no puedan ser utilizados para espiarnos a usted y a mí. De momento, la autoridad competente sobre protección de datos en Irlanda declinó la primera demanda (claramente, Facebook deja mucha pasta en un país necesitado de ella y es obvio, además, que a los Gobiernos les interesa saber lo que hacemos); Max Schrems recurrió y ahora es el tribunal supremo irlandés el que tiene que decidir si, para esta demanda rige el acuerdo que, en el año 2000 puso fin a una disputa semejante entre los Estados Unidos y la Unión Europea (entonces no existía Facebook, por cierto, ni las amenazas para la seguridad común eran tan evidentes como hoy).

Si el Supremo Irlandés desestima la demanda, a Schrems (y a los 25.000 usuarios de Facebook que se unieron a su demanda) solo les quedaría una instancia superior: el Tribunal de Estrasburgo.


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