Andreas Gabalier y la leche

GabalierEl cantante austriaco Andreas Gabalier ha decidido anunciar leche. No le ha sentado bien a todo el mundo.

17 de Agosto.- Una de las cosas que tenían las folklóricas (raza casi extinta) era el nacionalismo a ultranza. Era un nacionalismo bastante sobreactuado y muy kitsch, mitad producto del ambiente ideológico de la época y mitad consecuencia de que las folklóricas, en aquella España, eran en realidad de los pocos profesionales que viajaban y veían mundo (durante las famosas giras que a veces duraban años enteros) y, por lo tanto, se sentían ellas mismas embajadoras de un país, de una manera de ser y de una cultura determinada.

Con el tiempo (y el vaivén de las modas y de las circunstancias) el nacionalismo de la Piquer o de Lola Flores se fue quedando un poco para el baúl de los recuerdos o para la gente de menos cultura, esos que, como decía el político aquel “eran españoles porque no podían ser otra cosa” y cuando Lola decía que era “La lola de España”, la gente se lo tomaba más bien a chufla, recordando más sus problemas con el fisco que nada.

Lo que en Lola y otras tenía cierta gracia (lo de la Carmen de España y no la de Merimé) queda un poquitín anacrónico en el mundo actual de la globalización pero quizá es ese mundo, con su apertura que para muchos va demasiado rápido, lo que haya causado que el nacionalismo siga teniendo clientela entre la parte más cateta de la población o aquella que, apretada por la crisis, necesita una seguridad a la que agarrarse.

En este sentido, el cantante Andreas Gabalier es un producto de la crisis de identidad que azota a las partes menos favorecidas intelectualmente de la sociedad austriaca y es el correlato musical de la ultraderecha. Como decíamos ayer de Strache, Gabalier ha encontrado maneras insospechadas de convertirse en el abanderado de una serie de valores rancios (la polémica del himno, la polémica Gabalier versus Conchita Wurst) que le han abierto un nicho en su público.

Pero (en todo hay un pero), Gabalier, el que se define a sí mismo como el austriaco más austriaco de todos los austriacos, es un hombre que tiene la costumbre sanísima de comer caliente todos los días. Así pues, Gabalier ha decidido hacer anuncios (como Concha Velasco que, por necesidad, también se puso a anunciar compresas para las pérdidas de orina). El producto elegido por Andreas Gabalier ha sido un lácteo que comercializa la empresa alemana Müller.

El spot es, de verdad, para fusilar al amanecer al director que lo haya hecho (aunque pobre, quizá es que el cliente lo que le pidió fue eso exactamente) y dejando aparte que Gabalier  está alcanzando a marchas forzadas el momento teleñeco (ese en el que, a fuerza de insistir en ser tú, te conviertes en una caricatura de ti mismo) el anuncio ha servido para cabrear bastante a los productores de leche austriacos que viven asfixiados porque Müller, el gigante, les está matando via costes a base de tirar los precios de la leche.

Los granjeros austriacos han dicho aquello de “¿Quién es el Gabalier de verdad? El que se peleaba por cantar el himno austriaco o este que se ha vendido al parné del teutón?”. Yo les diría que los dos, porque para Gabalier no hay diferencia: todos, austriacos y Alemanes, son parte de un todo.


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