60 razones para amar a Austria (1/4)

Austria es chulaEl día 26 de Octubre hará sesenta años que se proclamó el día de la Fiesta Nacional de EPR. Para celebrarlo, una serie de post muy especiales.

23 de Octubre.- El 26 de Octubre de 1955, hace ahora sesenta años, se aprobó la ley que consagró la neutralidad austriaca. Habría que decir, más exactamente que la ley famosa no consagraba solamente la neutralidad, sino el „no alineamiento“ de Austria en ninguno de los dos bloques en los que entonces se dividía el mundo (estamos hablando de aquellos mediados del siglo 20 de la guerra fría). La ley, por cierto, se aprobó con el apoyo de los comunistas austriacos (KPÖ, que entonces tenían representación parlamentariaI), el Partido Popular (ÖVP) y el partido socialista (SPÖ) y, paradójicamente, con la oposición del partido que entonces era el FPÖ -paradójicamente, los del FPÖ, como son de digestiones lentas, son los que ahora más defienden la neutralidad.

En fin. Para conmemorar esto que es el origen de lo que podríamos llamar el orgullo patrio austriaco, voy a hacer cuatro post especiales que culminarán el mismo día 26 con las 60 razones por las que EPR (Esta Pequeña República) mola mil kilos.

¿Me acompañas? Pues allá vamos:

Los rostros de la historia1. Su historia o, más concretamente, la manera en que la Historia está presente en la vida diaria de la gente: como dijo el gran Sir Peter Ustinov, actor inteligentísimo, Austria es ese país en donde mejor convive lo antiguo con lo nuevo. El resultado del cóctel, quizá, tira un poquito más hacia lo antiguo, pero los austriacos tienen, definitivamente, una mentalidad arqueólogica que hace la vida más fácil. Sobre todo a partir de que uno va cumpliendo una cierta edad. Rax panorama

2. Por su naturaleza: Austria es un país incuestionablemente bonito y su patrimonio natural tiene un valor incalculable. Esos bosques frondosos, esos ríos (el más famoso de los cuales es el Danubio, corriente fluvial de incierto color), esos glaciares que, con el cambio climático, como la cosa siga así, se nos van a derretir y vamos a poder plantar olivares en ellos…Pero bueno.

3. Austria mola porque, si uno vive aquí, uno siempre sabe lo que va a pasar en cada época del año y esto, señora, ayuda a contrarrestar grandemente los efectos del Alzheimer. Como en aquella película de „Si hoy es martes, esto es Bélgica“ uno sabe que, si se encuentra en la calle el día 11 de Noviembre a las 11 y 11 minutos y ve gente bailando vals, no es que les haya sucedido nada extraño en la cabeza, sino que es que ha empezado el carnaval. Lo mismo con la temporada del espárrago o con la la fresa o la de la calabaza.

4. Los dialectos No hay país en donde a uno le puedan decir cosas incomprensibles de más maneras diferentes y con más acentos y utilizando palabras que habitantes de pueblos separados solo por unas decenas de kilómetros no entienden. Esto previene el Alzheimer, sobre todo entre los que hemos venido aquí a parar buscando „un futuro mejor para nuestros hijos“.

Wurstelstand5. Las Käsekrainer. Estos salchichorros rellenos de queso que los austriacos, con su gracejo un poco mórbido llaman „purulentas“ (Eitrige) merecerían, si no lo tuvieran ya, un puesto de honor en la gastronomía mundial. Son, al alma austriaca, lo que esa fabada mañanera (o, mejor dicho, de la amanecida) que uno se toma cuando va pasado de copas y le entona el cuerpo; o el remedio del hambre repentina. Spitz

6. Austria mola por La Wachau. Patrimonio de la Humanidad, uno de los sitios más bonitos del mundo. Mi sitio favorito de esa curva del río en donde hay seres humanos desde que el hombre adquirió el sensato hábito de la arquitectura, es la ruina de Aggstein. En cualquier época del año, es siempre un placer subir allí y ver cómo la tierra vive perpetuamente enamorada del cielo.

7. El carácter austriaco; sí lo sé: hay españoles que no son demasiado fanes de esta característica particular del país, pero a mí me gusta la impasibilidad que tienen frente a las adversidades y sobre todo

Dos cervezas

8. La inacabable sensualidad de este pueblo en el que vivo: les gusta el sexo, les gusta el vino, les gusta comer bien. Todo, eso sí, bajo una engañosa austeridad (no son como los italianos del Bunga bunga) pero la vida, aquí, está hecha de unos materiales que hacen que merezca la pena ser vivida. No abundan.   9. El Cementerio Central y, con él, la relación que los austriacos tienen con la muerte; en ningún país como en este hay esa manera de coquetear y de reirse con y de ese final que a todos nos aguarda. Para los austriacos, la muerte es el último acto social de los vivos y les gusta irse a lo grande y prepararlo lo mejor posible.   10. El olor de Viena después del invierno. En Austria, cuando llega el frío, se produce una época larga de lo que podríamos llamar „silencio olfativo“. Se acaba cuando el termómetro empieza a darnos alegrías y es como si uno recuperase un sentido después de haberlo perdido. El olor a madera de los sótanos o de los portales, los de las plantas, el olor a leña de las calefacciones… Höllental Aussichtspunkt

11. El senderismo, también llamado Wandern en lengua vernácula. Los austriacos, aunque vivan en plena ciudad, conservan aún ese espíritu campero que les lleva a ponerse las botas y a salir a patearse los caminos y, si uno quiere estar integrado en esta tierra, tiene que practicar de vez en cuando esta sanísima costumbre de salir a caminar por el campo y no quejarse del tiempo, aunque llueva a cántaros o nieve, porque a los austriacos lo que les gusta es el aire libre.

12. Hablando de aire libre: el que se siente en las partes cuando uno practica un hábito de gran aceptación por parte de la población local: el nudismo o FKK (particularmente si no lo practica en verano). En Austria el nudismo tiene gran aceptación entre todas las edades y particularmente, entre los pensionistas que, igual que sus contemporáneos hacen en España con la petanca, aprovechan los largos tiempos de su jubilación para ponerse al sol como su madre los trajo al mundo y terminan todos con la piel con una textura parecida a la que tiene la de Ötzi el hombre enterrado en el glaciar.

13. Esto a mí me mola pero entiendo que es una cosa muy particular mía: el orgullito que los austriacos sacan siempre que se comparan con los alemanes y el pique que hay con estos que son como primos hermanos suyos (paricularmente, el que Baviera pertenezca a Alemania y no a Austria sería un error digno de corregirse si hubiera sensatez en este mundo, pero bueno).

Orgullo Bávaro14. La capacidad austriaca, prácticamente inagotable, de reinventarse y de reciclar su pasado de manera más o menos exitosa. Para muestra, los edificios del Hofburg, antiguo palacio imperial. Naturalmente ¿Qué hace un Gobierno con semejante caserón si las personas para las que fue construido ya no viven en el país? Pues naturalmente, convertir la parte más convertible en museo y, el resto, pues alquilarlo para congresos y así. Si no, que se lo digan a Alaska y a Mario Vaquerizo, que estuvieron pinchando aquí el año pasado.  

 

15. Y terminamos hoy nuestro repaso con Conchita Wurst. Parece una tontería, pero Conchita ha conseguido quitarle el polvo a muchas mentalidades en este país, particularmente después de su victoria en Eurovisión y, Conchita, por su parte, ha soslayado muy bien el peligro del frikismo y del Gran Hermano VIP -redes y trampas en las que habría caido en España sin ningún tipo de duda- y está utilizando su fama o su popularidad para promocionar cosas chulas, como la diversidad y la tolerancia, como demostró en el concierto de Voices for Refugees hace un par de semanas. Conchita Wurst by Gaultier


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.