Aprende primero español

puente romano de córdobaAl emprender la emigración de adultos, a veces subestimamos la importancia de conocer bien nuestra propia lengua.

17 de Enero.- Una de las luchas diarias a las que me enfrento al escribir Viena Directo es la de la claridad. O sea, negándome a renunciar a tratar ningún tema de la realidad multiforme que se le ofrece a este español que vive en Austria, conseguir tratar esos temas de manera que me entienda el amplio abanico de lectores que tiene el blog y, además, hacerlo sin rebajar el nivel.

Todo se me va en pulir, en cortar, en tratar de hacer las frases más transparentes, en precisar el vocabulario y, al mismo tiempo, en tratar de que, además, lo que escribo sea entretenido.

Es un trabajo que me apasiona (si no, no haría Viena Directo) y que, en condiciones normales, no deberían notar los lectores del blog.

Naturalmente cuento con ayuda, aunque mejor debería decir con „maestros“ en la claridad, como por ejemplo el doctor Sacks de quien hablaba el otro día. En estos días, se ha incorporado a mi nómina de referentes particulares el filósofo español Ortega y Gasset. Si La Rebelión de las Masas no fuera un libro monumental por lo que dice (actualísimo) debería ser un monumento de todas maneras, por la manera en que lo dice. El lector avanza por el texto enterándose de todo pero, al mismo tiempo, con una facilidad que es fruto de la claridad del pensamiento.

Si uno no supiera que el libro se publicó al principio de los años 30, uno podría pensar que Ortega está hablando de personas que viven hoy, que dejan la inteligencia a la altura del betún en redes sociales, parlamentos y medios.

Leyendo La Rebelión de las Masas, a colación de un inciso a propósito del lenguaje (solo se puede escribir como escribía Ortega dominando el instrumento con el que uno trabaja) reparé exactamente en eso: en la lengua: un aspecto de importancia crucial para quienes hemos dejado nuestro país (por lo tanto nuestra lengua) para habitar en otro país y en otro idioma que se nos presta y que tenemos que aprender.

Pensaba yo que, en una de las campañas electorales a la alcaldía vienesa, la ultraderecha, como suele, logró desviar el debate hacia una imagen particularmente cara a sus simpatizantes los cuales, en muchas ocasiones, „se sienten extraños en el propio país“. En los colegios vieneses, se decía, no se escucha el alemán y cada vez se escucha, por ejemplo, más turco.

Desde entonces, hay cada vez más grupos de refuerzo de alemán en los colegios –cosa que me parece estupenda, por cierto- pero lo que tambien es verdadero es que, también, debería haber grupos de refuerzo para que los críos, hijos de inmigrantes, aprendieran también perfectamente su lengua materna (sea turco, sea checo, sea español, sea lo que sea) porque solo los que cuentan con el suelo firme de la lengua en que les parieron pueden acometer el aprendizaje de una segunda lengua (en nuestro caso, el alemán).

Y pensaba yo que, dado el lamentable estado del sistema educativo español, el mierdoso nivel de los medios audiovisuales españoles (véanse las incontables faltas de ortografía, la redacción tartaja y demás que hay en cualquier periódico de los llamados „de tirada nacional“) también quizá, algunos de los que acometen la experiencia de emigrar a Austria de adultos deberían recibir clases de su propio idioma antes de venir aquí o, si no se puede antes, estando ya aquí; porque la herramienta, la palanca, que se utiliza para mover el peso muerto del alemán (sobre todo al principio) es la lengua de cada uno, el conocimiento, la intimidad, la temperatura, el alma que alcanza el español dentro de la cabeza de cada uno.

De la lengua, hablada y escrita, brota todo lo que nos hace humanos.

La memoria, por ejemplo; la capacidad de distinguir los matices de lo que se nos cuenta o de lo que queremos decir (y esto es de importancia capital cuando uno se tiene que poner a traducir de la manera más apurada posible, lo que a uno le pasa por la cabeza).

Hay que huir, pero huir como de la peste porcina, además, de todos aquellos que, de manera cortoplacista, les pidan renunciar al suave rigor de la buena ortografía o de la expresión civilizada. Y hay que hacerlo por esto: cuando uno viene aquí, despojado de todo, de las amistades que lo conocieron de niño, de la familia, de la red social que le sostiene a uno, incluso de la seguridad que da el dinero, una de las pocas cosas que a uno le quedan es el poder expresarse en su propio idioma de la manera más aseada posible. En hablar un español (o un catalán, o un gallego, o un vasco) decoroso y correcto, en dominar sus mecanismos y saber los porqués y los cómos reside, muchas veces, el ancla de nuestra dignidad.

Es un pensamiento que quería compartir hoy con mis lectores. Los que hayan pasado por según qué experiencias, podrán entenderme perfectamente. Estoy seguro.


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Comentarios

2 respuestas a «Aprende primero español»

  1. Avatar de Sandra
    Sandra

    ¡Ay Paco!,¡cuànta razón tienes!.Me molesta que haya gente,que por simple pereza no se preocupe en hablar correctamente su propio idioma.A mí mis propias hijas me dicen a veces : “mami,hablas muy raro…”.?????????

  2. Avatar de Karen

    Hola Paco Bernal, es muy acertado lo que dices, ahora que estudio alemán me doy cuenta que las oraciones que formulo en este idioma tienen una relación muy estrecha de cómo las formulo en mi idioma nativo, no hay nada más enriquecedor que el seguir aprendiendo lenguas y el poder de la expresión.

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