Un pez nada suelto en Viena

FuenteCasi diez años escribiendo sobre Viena día por día y esta ciudad no termina a uno nunca de sorprenderle.

6 de Marzo.- Este mes de octubre, si Dios quiere, se cumplirán diez años desde que empecé a escribir Viena Directo. Desde entonces, prácticamente día por día, le cuento a mis numerosos lectores cosas de esta ciudad (con algunos comparto ciudad, con otros, país y con la mayoría -espero- interés por la cultura austriaca).

Naturalmente, antes de escribir las cosas, me tengo yo que enterar de ellas, así que, después de varios miles de posts, he terminado haciéndome con un arsenal de anécdotas y datos con los que entretener a las visitas.

La lógica diría que, despues de diez años, debería ser cada día más difícil encontrar de qué escribir. Pues no, señora. Todos los días se va uno a la cama sabiendo algo más. Como hoy.

¿Y de qué te has enterado hoy, Paco, jomío? Dirán algunos de mis lectores.

Pues me he enterado de la existencia de un pez que nada desde hace dos siglos en pleno corazón de esta ciudad.

Toma ya.

Pues sí. Resulta que el corazón de esa ensaimada que es Viena lo ocupa, como todos mis lectores sabrán a estas alturas, el distrito uno. Y en medio de ese distrito, cerca de la concentración de restos mortales regios más importante de Esta que hoy es una Pequeña República, está la llamada Donnerbrunnen o fuente Donner.

No tiene su nombre nada que ver con la sabrosa (y altamente lipídica) especialidad turca, sino con Georg Raphael Donner, un escultor que, en 1739 modeló las cinco figuras que decoran la que, de verdad, se llama Providentiabrunnen o fuente de la Providencia. Efectivamente, en la cúspide, está la figura de la providencia y, a su alrededor, cuatro figuras alegóricas que representan a los ríos Enns, March, Traun e Ybbs.

Una de las figuras, en concreto la que representa al río Traun, está en una posición un poco extraña, de hecho, enseñándole el culete al observador, culete que si fuera de carne daría gusto tocar por lo duro y gimnástico y que, de hecho, para consolarse, tocan muchos y muchas, de manera que el bronce de la fuente está gastado por ahí. La figura del culete sabrosón tiene un tridente en alto y está (lo he aprendido hoy) tratando de ensartar un pez (no se sabe si trucha) que está montado (y aquí viene el punto de la historia) en el fondo de la fuente.

En estos meses invernales, la fuente, para prevenir accidentes con el hielo, está vacía y hete aquí que el otro día, unos ladrones de metal, estuvieron a punto (a plena luz del día) de coger el pez y llevárselo como si tal cosa para fundirlo o, más fácil, despedazarlo con una radial y vender los trozos al peso. La heróica actuación de los vecinos, que alertaron al Magistrat 31 (que es el que se encarga del patrimonio) evitó la pérdida -no he podido saber si se pudo pillar a los ladrones con las manos en el bronce-.

La historia de la fuente ha sido azarosa. Ya en tiempos de Maria Theresia, señora cristianísima, pechugoncísima y poco amiga de la carne desnuda (por eso su hija, Maria Antonieta, reina de los franceses, llegó a la corte de Versalles con bastante poca información a propósito del deporte que los seres humanos practican en posición horizontal) Maria Theresia, decía, retiró las cuatro alegorías en bolas y las puso en un depósito. En 1801, muerta la púdica, se volvieron a colocar las figuras de bronce, las cuales se retiraron definitivamente en 1871. Dos años más tarde, se sustituyeron las figuras originales por las copias que se pueden ver hoy en día, para que la plaza no luciera mocha con motivo de la Exposición Universal.

Las figuras que salieron de las manos de Donner se pueden ver hoy en día en el Bajo Belvedere, a cubierto de las inclemencias del tiempo y a salvo (por mor de la seriedad museística) de que ningún desaprensivo le dé al río Traun un cachete en el protéico culo.

La fuente (y el pez de bronce con ella) ha estado a punto de ser trasladada dos veces. En 1913 se pensó en llevarla a la Wollzeile y en 1930 se pensó en ponerla en el Stadtpark para que no estorbara al tráfico (en aquel momento el distrito 1 era „navegable“ para los coches). Durante la guerra mundial, por si las bombas, se desmontó y hasta 1947 no volvió a ser puesta en su sitio. A tiempo de salir en El Tercer Hombre.


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