un certificado nazi

30 años del affaire Waldheim (3)

un certificado naziEl escándalo Waldheim estalló en marzo de 1986, después de pasar por un periodo de incubación. Las acusaciones contra el presidente austriaco eran gravísimas.

9 de Marzo.- Como las nubes de una tormenta, que se iban amontonando en el horizonte, fueron amontonándose las nubes del pasado sobre aquel presente de Kurt Waldheim, de 1986.

El escándalo estalló definitivamente el 4 de Marzo de ese año, cuando el mundo desayunó con un artículo del New York Time en el que el periodista John Tagliabue denunciaba que el presidente de la República Austriaca y ex Secretario General de las Naciones Unidas había servido en la Wehrmacht, entre los años 1942 y 1943 en una unidad que había practicado brutalidades sin cuento contra los partisanos griegos y que había sido responsable de la deportación de miles de judíos a campos de concentración. Como fuentes, citaba diversos archivos militares alemanes y austriacos.

Ese mismo día, se publicó también una fotografía en la que Kurt Waldheim aparecía con un tipo llamado Artur Phleps un oficial de las SS germano-rumano que había sido el responsable de la „Aktion Schwarz“ o sea, la masacre de miles de civiles rumanos.

Durante aquel mes de marzo de 1986, los periodistas, nuestro viejo conocido Czernin entre ellos, como expertos arqueólogos, se aplicaron a exhumar de entre cientos de miles de documentos guardados en organismos oficiales de medio mundo el pasado nazi de Waldheim.

Lo que habían sido dos líneas a vuelapluma de su biografía se transformó en un informe completo que arrojaba sobre el afable viejecito de la nariz aguileña unas sombras negras y densas que le situaban en los terribles días en los que el ejército nazi intentaba aplastar la resistencia griega a base de una brutalidad que usó probablemente en pocos lugares de Europa. Deportaciones, masacres sin cuento, contraespionaje, guerra sucia, crímenes de guerra. El 22 de Marzo de 1986, se alcanzó uno de los puntos culminantes cuando se desveló que, en 1948, el organismo americano que se encargaba de perseguir a los criminales de guerra nazis había buscado a Kurt Waldheim por asesinato.

Por una serie de factores casi se diría que fortuitos, la justicia americana no encontró razones en aquel momento para pensar que Kurt Waldheim había sido un criminal de guerra, pero cuarenta y dos años más tarde las cosas solo tenían un camino:

-Señor Waldheim, explíquese o la sombra de la duda le seguirá para siempre. A usted y a los austriacos.

Durante el mes de abril de 1986 se siguieron publicando documentos. Se exhumaron las actas de la acusación contra Waldheim en 1948 y se descubrió que había sido un notorio oficial encargado de interrogatorios, espionaje y de comprobar la „ortodoxia ideológica“ de los soldados bajo su mando.

Se sospechó que Waldheim había estado implicado en masacres punitivas contra tres aldeas yugoslavas.

Como el escándalo crecía (y, naturalmente, las tiradas de los medios también) pronto aparecieron detalles de la vida pasada de Waldheim en medios alemanes y británicos.

Y mientras tanto ¿Qué hacía, qué decía el interesado? Pues intentar defenderse como podía.

A John Tagliabue, Waldheim le concedió que sí, que había servido en Grecia, pero que de boca del periodista era la primera vez que escuchaba de las deportaciones y matanzas de judíos de Tesalónica. Le dijo que él no se había enterado de nada relacionado con los crímenes de guerra y que, si había pertenecido a organizaciones nazis había sido por defender a su familia.

Concedió entrevistas en las que calificó las acusaciones que se le imputaban como falsas y habló de una campaña para ensuciar su imagen, orquestada por sus enemigos políticos (enemigos políticos que, por otra parte, debían de estar frotándose las manos de gozo, también es verdad).

Durante la guerra, como muchos otros austriacos, solo había hecho una cosa: cumplir su deber como soldado (y, esto lo añado yo, como muchos otros austriacos, durante la guerra debió de cumplir con su obligación en una posición bastante desfavorable en comparación con sus conmilitones alemanes, porque debió de hacerlo con los ojos y los oidos tapados para no enterarse de nada -modo ironía off-). Pero eso es otra historia.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.