Ea, ea, ea, Mitterlehner se cabrea

ORF¿Existe la objetividad? Y si existe ¿Qué es? Reinhold Mitterlehner parece que tiene muy clara la respuesta.

11 de Marzo.- Austria se parece mucho más a España de lo que pudiera parecer a primera vista. Incluso con los cambios que, tanto en un país como en el otro, ha traido la crisis económica y el auge consiguiente del populismo.

Si, como nos enseñaban a hacer de pequeños en matemáticas, uno empieza a simplificar y a quitarse toda la paja (o sea, el ruido que los propios políticos meten para intentar disfrazar las cosas y que pensemos que son diferentes de lo que son) tanto Austria como España están divididas en dos mitades que, por turnos (ya lo dijo el poeta) están destinadas a dejarnos el corazón como un Frigodedo.

Hay una parte progresista, de izquierdas (del rojo furioso -que aquí es verde más o menos- al rosa palo) y hay una parte negra (azul en este caso, que va del azul eléctrico de la ultraderecha Strachista, sin muchas soluciones de continuidad hasta el azul celeste de las corbatas de Mitterlehner).

Naturalmente, los interesados se dejarían matar antes de reconocer que forman dos bloques diferenciados en los que no hay grandes diferencias, pero es así.

Por supuesto, en Austria, la estructura económica (y, por qué no, la propia falta de propensión de los austriacos al debate modelo „lengua de vecindona“) no permite que cada uno de los grupos y los subgrupos tengan, como en España, un medio de comunicación que les baile el agua. De manera que tenemos Die Presse, para aquellos que se sienten más del color Esperanza (Aguirre) y tenemos Der Standard para los que se sienten más progresistas y luego está la ORF.

De la ORF todos los partidos piden que sea más objetiva y, cuando dicen eso, les pasa como a algunos lectores de este blog (por suerte no muchos) que cuando piden objetividad lo que piden es que el blog diga lo que ellos quieren o lo que ellos piensan.

Pues con la ORF igual, solo que si en el caso de este blog, dada su importancia (modesta), el hecho de que haya por ahí dos o tres personas a las que les chinche tal o cual artículo, en el caso de la ORF con el peso que tiene como medio público y formadora de opinión, hace que muchos políticos sientan amenazada la fuente de alubias para ellos y sus churumbeles.

Así le sucedió el otro día a Mitterlehner, vicecanciller, cabeza del partido popular austriaco.

El vice fue invitado al telediario de máxima audiencia de la cadena pública, a cuento de los dimes y diretes de la Obergrenze y de lo que vamos a hacer con los refugiados pobreticos que se nos están arracimando, tiritando de frío y de miseria, en Grecia.

Poco tiempo antes, el canciller, señor Faymann, había sido invitado al programa debate In Zentrum para que explicase lo mismo, solo que al canciller, le dio la cadena pública una hora (sesenta minutazos que el respetable, dado el desparpajo del canciller, debió de dedicar al bostezo -ala responsable- o a ver alguna película de Chuck Norris -noventa y siete por ciento restante de la audiencia-).

Mitterlehner fue al ZIB, básicamente a protestar, porque él se siente con la misma importancia que el canciller y piensa que, si el Gobierno austriaco ha pasado de ponerle a los pobres refugiados un felpudo con el „Welcome“ escrito en bien grande a esto de ahora (que no tiene nombre, y permitirán mis lectores que yo no se lo dé) ha sido, en parte, gracias a la (supuesta, presunta) sensatez del Partido Popular austriaco y que, qué leches, no se lo reconoce nadie y el mérito de todo el asunto se lo lleva el canciller Faymann (mérito e, implícitamente, votos).

Mitterlehner levantó la voz en el ZIB, acusando a la ORF poco menos que de ser una guarida de aviesos periodistas del régimen (socialista) y luego, en entrevista a su medio de cabecera, Die Presse, también se ha despachado pidiendo enérgicamente una reforma de la tele pública. Y puestos a nombrar, ha nombrado a Armin Wolf, bestia negra del conservadurismo, jefe de informativos de la cadena pública y periodista sumamente incómodo para los políticos conservadores (¿Es menos incómodo para Faymann? Permíteme que lo dude, querido lector, yo creo que Wolf es incómodo, en general, porque tiene muchas más luces que sus entrevistados y, también, porque se encuentra en la posición cómoda de tener que preguntar y no de explicar pero, como decía aquel, haber elegido muerte).

Una de las cosas que a Mitterlehner le sientan mal es que Armin Wolf tenga, a título personal, cuentas en las redes sociales, que él utiliza (soy fans, y por eso lo sé) para hacer chascarrillos sobre las amenazas de muerte que recibe de trolls del FPÖ o para teorizar -y muy bien- sobre el papel del periodista en la sociedad moderna. Según Mitterlehner, Wolf hace un mal uso de su prestigio público, para hacer pasar por objetivas (¿Existe la objetividad? Pues psché) opiniones que, en realidad están alineadas con un espectro político muy determinado (y que, por supuesto, no coincide con el de Mitterlehner).

¿Qué diría Mitterlehner si, durante un día, dejase de llamarse Mitterlehner y se convirtiera en Michelena, un político español, en la jungla que son los medios de comunicación en mi país? Probablemente se enteraría de lo que vale un peine y, al volver, apreciaría más la situación en la que vive. Pero, como eso es imposible, no será la última vez que le escuchemos decir lo mismo.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.