Si tienes hijos en edad de utilizar el sistema educativo austriaco, es muy posible que este artículo te interese
18 de Abril.- Una de las cosas que, lo confieso, más me fastidiaban cuando llegué al planeta Austria es que, comparada con la del planeta España, la sociedad me parecía enormemente estratificada y los estratos enormemente impermeables.
Claro, no es de extrañar.
En España, el mayor mérito que se le solía encontrar al rey padre (o sea, al padre de Don Felipe) es que era „sencillo y campechano“. O sea, que si hablabas con él (yo lo hice una vez) no encontrabas ni rastro de la altanería que el rey de copas suele tener en las barajas de Heraclio Fournier. Más bien al contrario, el rey padre se complacía en decir tacos de vez en cuando y en hacer que la dé intervocálica de los participios se le cayera por un agujero de los bolsillos.
Naturalmente, gran parte de la supuesta campechanía del rey jubilado era producto de la seguridad que tenía en el cariño que (entonces) le tenía la gente. Y es que, como yo decía siempre cuando alguien me mentaba la supuesta campechanía del rey, si él no podía permitirse ser sencillo y campechano, a ver quién iba a poder. Eso, lo primero, y lo segundo, si alguien le ponía un poco los pies en pared, ya íbamos a ver cuánto le duraba la campechanía a su majestad.
El caso del Rey Don Juan Carlos es el que uno tiene más a mano, pero obviamente, podrían nombrarse muchos más en los que los que ocupan la parte de arriba de la pirámide social española se complacen en parecerse a los de abajo. Esto, unido al abominable tuteo universal que se ha extendido por España como un barro pegajoso, hace que parezca que las diferencias sociales no son tales.
En Austria, al contrario, a uno le parecía (y se lo sigue pareciendo) que los compartimentos sociales son mucho más estancos y la conciencia que cada uno tiene de ocupar su cajoncito y, menos comprensible para un español, el orgullito que esa posición le produce es muchísimo más acusado que en España. Lo mismo por arriba que por abajo. En España, por ejemplo, no hay „orgullo cani“ (orgullo choni, orgullo bakala, como se llamen ahora); sin embargo yo creo que los austriacos „proleten“ tienen un cierto orgullo de pertenecer a su clase. Lo mismo que los ricos se dejarían despellejar antes de que les cogiesen el número cambiado.
Toda esta disquisición porque uno de los factores que mantiene en Austria la inmovilidad social es la educación. O sea, los hijos de padres con posibles, van a la escuela y alcanzan, en su mayoría, el nivel académico que alcanzaron sus padres (descontando, naturalmente, el porcentaje de chavales más tardos que se da en la clase social superior lo mismo que en todas las otras). En tanto que de los hijos de padres con una educación justita (o sea, la que la ley marca como obligatoria y que termina a los catorce o quince años) solo alcanzan estudios superiores en un porcentaje prácticamente marginal (concretamente solo el 7%); en cambio, el 47% de los hijos cuyos padres tienen una carrera universitaria se gradúan.
Obviamente, no es que los hijos de los ricos sean muchísimo más listos que los hijos de los que se dedican a la fontanería (eso quisieran los ricos que todo el mundo pensara), sino que algo en el sistema escolar austriaco, claramente no funciona. Y es que, en mi opinión, la escuela austriaca fracasa en una cosa que debería ser la misión principal de los colegios (sobre todo, me da la sensación, fracasa en los colegios públicos, porque en los privados, por la cuenta que les trae, ya se ocupan ellos). La escuela austriaca fracasa en incentivar en el alumno la sed de conocimiento, el espíritu de superación, la creatividad.
Lo que uno espera es que los austriacos se lo monten bien y no hagan como los españoles hicieron en los años ochenta, o sea, bajar el nivel de manera masiva para poder decir que tambén los hijos de los pobres estudiaban. Y de aquellos polvos, estos Sálvame (diario, de Luxe o puticlub) y esa trola de que la actual es la generación mejor preparada de la Historia.
La permeabilidad social es uno de los factores fundamentales para que en un país funcionen muchísimas cosas. Por ejemplo, la paz social (si hay una clase media ancha se evitan los extremismos) o para que los indivíduos más talentosos tengan acceso a posiciones que les permitan hacer lo mejor por su país, mejora la meritocracia. Lo dicho ¿Sabrán montárselo los austriacos? Solo el tiempo lo dirá, pero les va el futuro en ello.
Esta es la imagen de instagram de hoy de fotoBERNALvienna. Un baile en el Hofburg. Empezamos la semana a tope de glamour.
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