1976: en Viena, el 1 de Abril va, se pone, y cae en Agosto

ReichsbrückeContamos hoy la curiosa historia de la tragedia que afectó a una de las señas de identidad arquitectónicas de esta ciudad a la que la primavera no termina de llegar.

27 de Abril.- En estos países de habla extraña, es bien sabido, el primero de este mes que ahora termina es su día de los santos inocentes. O sea, que la prensa dice alguna mentirijilla (procurando, por lo menos un día al año, que sea fácil de descubrir) o una mentira más gorda (de lo normal) de manera que solo los niños o los que están dispuestos a creerse cualquier cosa que salga en los papeles se la crean.

La última elección presidencial ha partido Viena en dos y, como en tiempo de los romanos, la frontera es el Danubio. Según se mira desde el distrito 1, lo que está más allá del Danubio, Transdanubia, se ha convertido en „zona azul“ (y no, desgraciadamente, por culpa de que cueste más caro aparcar en estos distritos) y lo que está del Danubio para acá (yo escribo desde el distrito cinco) es zona verde. Para unir las dos zonas, y dar paso por encima de la corriente a tirios y a troyanos, está el objeto de nuestro artículo: el Reichsbrücke o Puente del Imperio.

El día 1 de abril de 1932, un periódico que entonces se imprimía en esta capital (me juego el teclado a que fue el Kronen Zeitung) publicó un montaje a toda página en el que anunciaba que el Reichsbrücke se había derrumbado.44 años después, el 1 de agosto hará cuarenta años, la noticia se hizo realidad.

El primer Reichsbrücke se proyectó como Kronprinz-Rudolf-Brücke, aunque luego, como al hijo de Sisí y de Sosó le dio por abandonar este valle de fábricas de tristeza de manera un tanto abrupta, se le cambió el nombre por el que lleva en la actualidad. Estuvo en pie entre los años 1876 y 1937, cuando se construyó un puente nuevo, con cierto parecido al Golden Gate, que unía las dos orillas del Danubio por el mismo sitio que ahora, o sea, entre la llamada Mexikaner Kirche, que no se llama así, pero que está en la Mexikoplatz y lo que hoy es la ONU (UNO en lengua vernácula).

Mexikanerkirche

El puente soportó bravamente la segunda guerra mundial y, de hecho, fue el único que quedó entero y practicable cuando se acabaron las hostilidades. No solo en Viena, sino entre Viena y Linz.

Y así continuó hasta el 1 de agosto de 1976.

Entre las 4:53 y las 4:55 de la madrugada de ese día que suele ser, en Viena y en el hemisferio norte en general, tranquilo debido a las vacaciones, el Reichsbrücke, orgullo del austrofascismo, que le compuso hasta una canción, hizo „Crack“ y se partió en varios trozos que se hundieron. En el momento en que esto sucedió, por suerte, había muy poca gente en el lugar. Un hombre con su coche y dos empleados de la ÖMTC -servicio de ayuda en carretera- que le estaban ayudando porque había tenido un pinchazo. El conductor de un autobús de línea -obviamente, conduciendo su autobús- y el conductor de una furgoneta pequeña. Todos se salvaron y pudieron salir, remojados pero sanos, por su propio pie, menos el último, que murió aplastado por uno de los trozos del puente.

Para aquellos de mis lectores que no vivan en Viena, hay que decir que, entonces como hoy, el Reichsbrücke era una de las vías de comunicación más concurridas de la ciudad y que, solo debido a la providencial circunstancia de que el suceso ocurrió el 1 de agosto, con medio mundo remojándose el pandeiro en la playa y a las cinco de la mañana, evitó que la desgracia fuese muchísimo más grave.

Por cierto, no fue la única desgracia del día: esa misma jornada, diríase que aciaga, el ínclito y ubérrimo Niki Lauda se ganó su apodo de „oreja a la plancha“ cuando, en un circuito sito en Nürburgring tuvo un accidente y el pobre por poco no lo cuenta.

Volviendo al puente caído: también como sucede hoy, la oposición trató de sacar tajada política del derrumbe, pero paradójicamente, el tiro le salió por la culata. El iracundo ÖVP pidió la dimisión del entonces alcalde, Sr. Leopold Gratz, y el alcalde que nones, que él no había tirado el puente. Sin embargo, quien sí dimitió fue Franz Bauer, del mismo ÖVP, el jefe de la oposición en el consistorio vienés, porque su partido le echó en cara que no había sido capaz de utilizar la desgracia con fines políticos (chúpate esa, Manuela).

En 1980 se inauguró el puente que hoy sustituye al caido y que se utiliza, por ejemplo, como primer tramo de la maratón anual de Viena (por cierto, este último año, el Kronen Zeitung -!Quién si no!- se pasó una semana diciendo que este año, dado el previsible record de participantes, que igual el puente, ya vetusto, no podía resistir y se volvía a caer).

Periodismo de calidad, o sea.


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