El primero de mayo en Viena

Puño en altoLa celebración más importante del primero de mayo en Austria, se da en Viena. Le damos un repasito a su historia.

30 de Abril.- En 1891, el papa Leon XIII publicó una encíclica, llamada Rerum Novarum (cosas nuevas) con la que inauguró la que se suele llamar „la doctrina social de la Iglesia“ (católica, naturalmente).

Era una reacción tardía, porque en eso la Iglesia se parece a la Real Academia de la Lengua, al marxismo que había empezado a extenderse por Europa más de cincuenta años antes, cuando el amigo más barbudo de Engles, entonces al principio de los veinte, había empezado su actividad pública como el profeta de una nueva religión que amenazaba, entre las clases más humildes, a quitarle parroquia a la Iglesia católica: el socialismo.

León XIII, del que ni mis lectores ni sus feligreses de entonces podían esperar que fuera un alumno aventajado de Pasionaria, arremetía en Rerum Novarum contra todo lo que el socialismo promulgaba y que a él le olía mucho a azufre (la lucha obrera,la abolición de la propiedad privada, la estatalización de los recursos económicos, etc) y abogaba porque las relaciones en el mundo del trabajo estuvieran presididas por una concordia que prescindiese de la lucha de clases.

Los trabajadores creyentes (en aquella época, muchísimos, hoy algunos menos) y sus líderes de opinión, esperaban desde hacía mucho tiempo munición ideológico-teológica de esta clase que llevarse a los mítines (naturalmente, el bando marxista estaba mucho mejor pertrechado tocante a este respecto) porque veían cómo los otros les estaban ganando la partida.

En el año 1893, o sea, dos años después de la publicación de Rerum Novarum y su alegato papal a favor del paternalismo empresarial, los laboristas cristianos organizaron una concentración del primero de mayo.

Llegaban tres años tarde, porque la unión de los trabajadores vieneses ya había organizado la primera, en el Prater, el primero de mayo de 1890.

Para los que tenían la sartén por el mango en aquella época en la que el orden establecido empezaba, poco a poco, a reventar las costuras de la época Biedermeier, aquella primera concentración del primero de mayo de 1890 debío de ser bastante intranquilizadora: fue, según cuentan los documentos de la época, la manifestación más grande que se había producido en Viena hasta el momento. En el Prater hubo 100.000 personas que pedían lo que nadie parecía estar dispuesto a darles.

Como en las novelas de Giovanni Guareschi sobre el cascarrabias cura Don Camilio y el honorable Peppone, las concentraciones de los laboristas cristianos y de los socialistas rivalizaron durante todo lo que quedaba del reinado del emperador Paco Pepe y de su breve sucesor, Carlos. Pero después de la guerra mundial, con la caída del imperio y, esta vez sí, la llegada de Rerum que eran de verdad de la buena Novarum, las que cobraron protagonismo fueron las de los socialistas (también porque en aquella época, se convirtió Viena en un bastión „rojo“).

Fueron prohibidas, las de los socialistas, en 1933 (bueno, es que el socialismo pasó a ser clandestino) y durante el austrofascismo, el primero de mayo pasó a celebrarse el día de una constitución que, como todas las fascistas (la española, más tarde, también) proclamaba un modelo gremial de las relaciones laborales y abolía por decreto la manifiesta realidad de que empleadores y empleados tienen distintos intereses, y que esos intereses son obviamente contrapuestos.

Viva el primero de mayo

Cuando los nazis se anexionaron Austria, la nueva provincia del Reich se incorporó a las celebraciones de los invasores (como era lógico y hasta cierto punto natural). El día 1 de Mayo los nazis celebraban el „Día el trabajo alemán“ y empleados y empleadores estaban abocados a marchar juntos como miembros que eran del sindicato vertical alemán, que se llamaba Arbeitsfront.

Con la victoria aliada, volvió el 1 de Mayo a ser lo que era pero, para no soliviantar a los unos ni dar alas a los de enfrente, se llamó al día uno Staatsfeiertag (o sea, Festividad Estatal) para dar a entender que, junto con el día 26 de Octubre, „día de la Austrianidad“ era la única festividad común en todo el país que no tenía una raíz religiosa.

En esta ciudad que el Danubio riega con sus aguas, se da la celebración más grande de Austria del primero de mayo. La patrocinan, como no podía ser de otra manera, los socialistas, y se articula en forma de marchas que salen de diferentes puntos de Viena hasta confluir en la plaza del ayuntamiento. Allí, diferentes personalidades del SPÖ dan discursos, se canta La Internacional (en versión Karaoke, la letra proyectada en una pantalla) y, en general, el ambiente es festivo y, si me lo permiten mis lectores, ligeramente anticuado (aunque eso no quita para que sea muy emocionante escuchar a mucha gente cantando La Internacional y se te pongan los pelos de gallina).

Así será mañana también.


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