Jugar con fuego

prejuiciosEl otro día, explicaba la política de algunos medios austriacos de crear aversión a los refugiados con fines partidistas o económicos. Hoy dejo un par de ejemplos.

11 de Julio.- Hace algunos días, explicaba yo en este artículo que, desde que empezó la llegada de refugiados a Austria, hay un sector de los medios de comunicación de este país que, bien por estar próximos a determinadas opciones políticas (todos sabemos cuáles) o bien por puro interés empresarial, están creando interesadamente un clima de aversión histérica hacia los refugiados que, si bien se mira, es una prolongación de una cierta xenofobia latente que (desgraciadamente) ya antes formaba parte de los fondos del alma de una parte de la sociedad austriaca.

La vieja historia del hambre con las ganas de comer, vamos.

Naturalmente, la propaganda xenófoba no siempre es tan burda como los panfletos de los identitarios (un grupo tan ruidoso como políticamente insignificante) y adquiere a veces tonos muy insidiosos, como en los dos ejemplos que traigo hoy a colación.

Los dos, del mismo medio: el Kronen Zeitung.

Para que mis lectores que viven fuera de Austria se imaginen el tipo de periódico que es el Kronen Zeitung, les diré que junten lo que era el ABC de los tiempos de Ansón (con esa parte de religión apolillada de nazareno en Abril y Juan Manuel de Prada todas las demás épocas del año, y esas portadas de Blanco y Negro dibujadas por Mingote) con lo que creo que es hoy La Razón o la Gaceta de Intereconomía; échenle unas cuantas gotas de populismo gordo, con mucho golpe de pecho y mucha apelación „al pueblo“ como instancia máxima, como por ejemplo aquel que utilizaba la locutora Encarna Sánchez (que en paz descanse) cuando aún salía a volar con su escoba durante las noches de luna llena (la misma prepotencia, el mismo „yo soy el único que digo la verdad“); añádase un par de columnistas del tipo que era Louella Parsons en América (el insigne Jeanée) y tendrán una idea bastante aproximada de cómo es el medio de más circulación no solo en Austria, sino también en Europa (en ejemplares per cápita, claro).

Es un medio que, como aquel ABC que no perdía lectores, sino que se le morían, se lee sobre todo en papel y el que acude a sus páginas no lo hace con el ánimo principal de informarse.

Pues bien: el pasado 11 de Marzo, el KZ publicó una pieza que llevaba por título „Ayuda social para los apuñaladores“ (como verán mis lectores, el KZ no se para en barras a la hora de poner un titular).

En el cuerpo de la noticia, se relataba una reyerta, inmediatamente bautizada, por supuesto, como „guerra de bandas“, entre ciudadanos de procedencia afgana y ciudadanos de procedencia chechena. Después de hacer una pintura viva de las escenas que se vivieron y que en nada se parecían a West Side Story, el KZ, en el último tercio del artículo, introducía la metralla ideológica (yo conozco a una señora mayor que lee el Kronen todos los días y que apenas se atreve a salir de su casa).

Se recordaba al sufrido lector que, durante 2015, nada menos que 8000 refugiados habían sido reos de algún delito (Straffällig). Dados los antecedentes, cualquier lector podría pensar, naturalmente, que los 8000 habían sido acusados de haberse puesto a intentar mandar a inocentes cristianos a jugar al tute con San Pedro (no se dice qué hicieron ni la importancia de los supuestos delitos); a pesar de lo cual, según el articulista „la mayoría de los sospechosos seguían recibiendo dinero de nuestros impuestos“ (!Cómo! !Inaudito!).

Los refugiados (que tienen el estatuto de tales) tienen derecho (en Viena) a recibir 838 Euros mientras no trabajen (lo cual, encontrar un trabajo, tienen mucho más difícil que cualquiera de nosotros, es de sentido común).

Se indignaba el articulista (y, con él, la señora mayor que lee el periódico en alguna parte de la Austria profunda) de que la pensión mínima es, solamente, un poquito más alta 882,7 Euros para ser exactos y que, de ella, los sufridos pensionistas, tenían que sacar para pagar la casa, el gas, la comida, etcétera. Dando a entender aviesamente que los refugiados reciben esa cantidad de dinero pero no tienen que pagar todas las cosas que paga cualquier jubilado.

Por cierto: aunque el Kronen lo dé a entender, los afganos que se liaron a navajazos con los chechenos no cobran ni siquiera los ochocientos euros que dice el Kronen Zeitung. Esa cantidad solo la cobran los que tienen, efectivamente, concedido el asilo. Los demandantes –Asylwerber– (muchos, padres de familia, con hijos) cobran un dinero de bolsillo al mes que, a veces, no da ni para el billete de los transportes públicos, por lo cual hay una ONG que se encarga de comprar billetes de metro y repartirlos, por orden de prioridad, entre las personas que tienen, por ejemplo, que ir al médico.

El segundo ejemplo también del Kronen Zeitung.

Se hablaba de una señora vienesa (austriaca de pata negra) enferma de esclerosis múltiple, a la que la seguridad social austriaca se negaba a pagarle un medicamento. Según la señora (y el periódico con ella) el médico le había recetado Red Bull (!!!) contra el agotamiento y antidepresivos para el resto y, después de esto, sin que viniera a cuento, la siguiente frase: “Während Flüchtlinge jede medizinische Hilfe bekommen, muss eine alleinerziehende und schwer erkrankte Mutter aus Wien verzweifelt um eine notwendige Arznei betteln.” Traduzco: „Mientras que los refugiados reciben todos los tratamientos médicos, una madre sola de Viena, gravemente enferma, se desespera para recibir un medicamento necesario“.

El organismo de autocontrol de la prensa austriaca (autónomo y no estatal, aclaro) se declara „atónico“ (erstaunt) de que semejante frase se pueda introducir en un artículo que no trata, por supuesto, sobre los refugiados y tanto en un caso como en el otro, se queja de que el Kronen Zeitung denigre a grupos de personas al por mayor (ya lo decía yo en mi artículo) y fomente unos prejuicios y unos estereotipos que nada ayudan a fomentar la integración de estas personas que lo menos que se merecen, digo yo, es el beneficio de la duda.


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Comentarios

Una respuesta a «Jugar con fuego»

  1. Avatar de Luis
    Luis

    Erstaunt. Mi dermatóloga de la Seguridad Social flipaba de que los pacientes (españoles) pretendían que la Sanidad pública les pagara ¡la crema hidratante que se compra en el Carrefour! Pero luego se indignan de que se le dé comida al hambriento y techo al refugiado que ha tenido que salir de su casa con lo puesto porque se la bombardeaban.
    Acabo de llegar ahora de un Centro de Refugiados en Alcobendas y me parece que mis impuestos están muy bien empleados. Hala. Abrazos

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