Un trozo de Viena en la capital de España

Gemeindebau¿Qué relación une a Mar Flores, a Mario Conde o a Isabel Preysler con Viena? Pincha en el link y lo verás en un periquete.

Para Luis Tercero (entre los historiadores, famoso en el mundo entero) por estar siempre al quite.

15 de Agosto.- ¿Qué relación une al escritor Antonio Gala, a Mar Flores, a Xabi Alonso, al ex banquero Mario Conde y, por ejemplo, a la dama de la sociedad Isabel Preysler (actual churri del Nóbel peruano Mario Vargas Llosa) con Viena? Si después de estrujarse los circuitos neuronales mis lectores no dan con la respuesta, yo se la digo en un momentito: todos vivieron en la zona de Madrid conocida como la Colonia de El Viso.

¿Y qué tiene que ver esto con la ciudad de Viena? Pues lo cuento también “ipsofactamente”.

Cuando uno pasea por las calles de esta ciudad que el Danubio parte casi aproximadamente por la mitad, una de sus señas características es la presencia de las llamadas Gemeindebau. Son grandes edificios que, en su mayoría, se construyeron entre 1920 y 1935, la mayoría en los tiempos de la llamada “Viena Roja” (porque Viena fue siempre un feudo socialista durante aquella época). Muchas veces, en la fachada (supongo que era parte de la normativa legal de la época de su construcción) puede leerse algo así como “este edificio fue levantado con fondos provenientes del impuesto para la construcción de viviendas” o cosa parecida.

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En la Viena de después de la guerra había una gran escasez de viviendas que cumplieran unos mínimos estándares de habitabilidad y esta escasez la sufría sobre todo la gente más humilde, de ahí que los políticos socialistas, un poco como Robin Hood, le quitaran a los ricos en forma de impuestos para darles a los pobres cuatro paredes en las que cobijarse. (a veces, con forma de suntuosos palacios, al estilo soviético). La idea venía de principios de siglo, cuando en Centroeuropa empezó a cundir la obsesión por la higiene, por hacer las casas saludables para el cuerpo y para el espíritu y, en definitiva, para que los suburbios se convirtieran en las llamadas “ciudades jardín” que debían alejar a la población de los humos y las aglomeraciones del centro.

La idea centroeuropea tuvo éxito y, naturalmente, viajó por el resto del continente europeo hasta llegar a España. Para escándalo, por ejemplo, de la Iglesia Católica (siempre reacia a novedades, aunque redunden en beneficio de los fieles) la Institución Libre de Enseñanza construyó, en los Altos del Hipódromo (actuales Nuevos Ministerios, Príncipe de Vergara y tire usted por ahí) la residencia de estudiantes, en donde se pensó mucho en la ventilación de los cuartos y en la higiene de los residentes. Y también, en la misma zona, y amparándose en la Ley de Casas Baratas de 1925, se construyó la llamada “Colonia de El Viso” de la que hablaba yo más arriba, llamada así porque en aquella época (O Tempora, o mores) tenía unas extraordinarias vistas a la sierra de Guadarrama.

El Viso, lo mismo que otros desarrollos urbanísticos anteriores, nació como iniciativa del promotor Gregorio Iturbe. El autor del proyecto fue el arquitecto Rafael Bergamín (¿Les suena el apellido? Pues les suena bien: era, efectivamente, hermano del poeta de la generación del tuentiseven, José –llamado Pepe- Bergamín). La colonia de El Viso estaba constituida por tres tipos de casas, de 150, 200 y trescientos metros cuadrados, según el tamaño de la parcela. Todas, edificadas siguiendo la influencia del vienés Adolf Loos. Sin grandes adornos exteriores (o sea, volúmenes cúbicos, algún chaflán a todo tirar) pero con los últimos adelantos. Por ejemplo, todas los “hotelitos” de El Viso tenían teléfono y electricidad para poder enchufar la nevera, por ejemplo, o cocinar. Así se convirtieron en las primeras casas de Madrid en las que se experimentaba el uso popular de la electricidad. Al objeto de probar que la corriente era mucho más competitiva, límpia y barata que el carbón, que era lo que se utilizaba entonces.

Antes de terminarse, las 242 viviviendas con las que Irturbe se hizo de oro estaban ya vendidas, pero ninguna fue a parar a los obreros y funcionarios para los que fueron pensadas y en quienes pensaba el legislador al concebir la ley de casas baratas, sino que fueron a parar a una burguesía ilustrada que se asentó en ellas y luego, más tarde, cuando la expansión de Madrid multiplicó el valor del suelo y, con él, el de las viviendas, las casitas fueron a parar a algunos de los famosos personajes que yo citaba más arriba.

A finales de los setenta, para prevenir que la especulación terminase con los sencillos hotelitos art decó, lo mismo que se había llevado por delante los palacetes de La Castellana, la colonia de El Viso fue declarada Bien de Interés Cultural. A eso debemos que hoy, todavía, los madrileños puedan disfrutar de su trocito de Viena.


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Comentarios

Una respuesta a «Un trozo de Viena en la capital de España»

  1. Avatar de Alex
    Alex

    MArio Conde vive en Chamartín

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