Roces entre las dos Austrias

GabalierArreglando el mundo delante de unos chatos de vino, es muy fácil llegar a una conclusión: españoles y austriacos estamos afligidos, más o menos, por las mismas desgracias.

28 de Agosto.- Ayer por la noche (me perdonarán mis lectores que falté a nuestra cita diaria, pero es que se me hizo un poco tarde para publicar el post), estuve tomándome unos vinitos con unos amigos españoles. Y, como suele suceder cuando se juntan españoles y un buen vino de por medio (no bebimos mucho, no llegó a la botella, porque somos gente de hábitos muy austeros) sucedió lo inevitable: que empezamos a arreglar el mundo. Y más concretamente, España.

A nadie se le oculta que, vista desde fuera (yo creo que todavía más que vista desde dentro) a España, la pobre, no hay por dónde cogerla. No caímos en la tentación, sin embargo, de echarle la culpa exclusivamente a quienes, con expresión majadera, suele englobarse en la expresión „la clase política“ sino que, naturalmente, convinimos en que los políticos no son, ni más ni menos, que una muestra de la población al azar, lo mismo que lo son los fontaneros, las estanqueras y los fabricantes de plantillas para zapatos y que, sin duda posible, los defectos que les achacamos a aquellos que cargan con la ingrata tarea de dirigir la nave del Estado son, a escala de cada hijo de vecino, los mismos que tiene la población en general.

Pasamos revista al envejecimiento demográfico, a la proverbial (y cansina) división de España en dos mitades que, de cuando en cuando, se tiran los trastos a la cabeza; nos dolió particularmente el sangrante fracaso del sistema educativo objeto de reformas mil y una, que está convirtiendo a nuestra España en un país de chulopilinguis, abrazafarolas y viceversa, en donde las niñas ya no quieren ser princesas, sino ponerse (más)  tetas porque sin dichos apéndices mamarios ellas entienden que no podrán alcanzar el paraíso ni ser novias del conde Lecquio. Y en una de estas, dije yo una cosa que vengo observando desde que vivo aquí (he hablado con muchos austriacos) y es que, quitando lo de las tetas (perdón por mencionarlas dos veces en el mismo artículo) exactamente lo mismo que nosotros decimos de España dicen los austriacos de su propio país. Con la diferencia de que los vaticinios de que todo se a ir a la porra le jour moins pensé se hacen con más calma, porque aquí todavía hay pasta suficiente como para que las urgencias no lo sean tanto.

Las últimas elecciones presidenciales, las de VdB contra el candidato con nombre de supermercado, las que se repetirán en cosa de un mes son, en mi opinión, la demostración más palpable de que, por lo menos las dos Austrias, son más o menos iguales que las dos Españas y cojean más o menos del mismo pie (y conste que lo de cojear va sin segundas). Y lo mismo que la España tróspida tiene a Nati Mistral (pongamos por caso) o al artista antes conocido como Paquirrín como sus ídolos máximos, el ídolo de la Austria tróspida, la cristalización en el mundo del espectáculo del varón al que le gusta la mujer mujer, el que canta a la familia tradicional, al virgo prematrimonial, el que abomina del feminismo y de cualquier modernidad posterior al descubrimiento del fuego es Andreas Gabalier (por cierto, parece ser, amigo personal de Heinz Christian Strache).

Pues bien: el otro día, se anunció que la MTV, cadena de televisión americana que ha dilapidado el prestigio que tuvo una vez a base de enseñar a tipos musculosos con el cerebro en el pito y las cejas depiladas y a tías en tanga (no tits, no paradise) en rialiti chous que tiran del guión y del sexo pajillero como recursos más potables, la MTV, decía, va a darle la oportunidad a Andreas Gabalier de ser el primer artista austriaco que grabe uno de sus famosos Unplugged; o sea un concierto de una hora, absolutamente „acústico“ (otra expresión majadera, como si a aquellos que cantan con instrumentos electrónicos no se les oyera).

Como tanto españoles como austriacos son muy refractarios a reconocer los méritos contraidos por sus paisanos en el extranjero, un político del partido socialista, señor Baumgärtel (no confundir con el modorro´la cápsula) se sintió llamado por el camino de Joaquín Luki y dijo que „la mayoría de los austriacos se ponen a vomitar cada vez que escuchan al tonto la posha de Gabalier“ (él le llamó Vollpfosten, denuesto de difícil traducción que viene a significar que a Gabalier, le cambias la cabeza por una de ajo y no se nota; cosa que yo pienso que no es verdad: Gabalier, si es algo, es un tío listísimo. Otra cosa es que haya simplificado su mensaje siguiendo la máxima Goebbelsiana de que los mensajes tienen que adaptarse al más simple de sus receptores potenciales, pero por eso no se le puede criticar: es una opción y, además, todas las personas, independientemente de su nivel educativo, tienen derecho a que les canten).

Salió en defensa de Andreas Gabalier el propio Strache in person, el cual calificó a Andreas Gabalier de „gran músico“ (vino un barco cargado de gustos y cada uno cogió el que quiso, cosa también muy legítima).

Se da la circunstancia que toda la reacción de Gabalier a todo este asunto fueron unas comedidas declaraciones al Joite (gran periódico) en donde dejaba constancia de su hidalgo pundonor herido y se lamentaba de que la calidad de los componentes de la llamada clase política. Pero un ídem del FPÖ, por propia iniciativa, que denunció al político socialista bajo la sospecha de que en su juicio sobre la inteligencia de Gabalier y sobre la capacidad de evaluación de su arte que tiene la mayoría de los austriacos, había una posibilidad de incitación al odio (Verhetzung) delito tipificado en el código penal austriaco.

(Halaaaa, se ha pasao tres pueblos, habrá dicho la mayoría de mis lectores españoles, pero claro: es que nosotros vivimos en un país en el que se puede decir de todo de casi todo el mundo sin que pase nada).

 Baumgärtel, por cierto, sería reincidente en estas lides Hace un tiempo, también Féisbul mediante, calificó a Strache, amigo de Gabalier como „Arsch“ (¿Cabrón? Bueno, algo así) y fue condenado al pago de 2700 euros compensatorios.

En eso sí que se diferencian España y Austria: la gente lleva diciendo años y años de muchos artistas que son una vergüenza para la profesión y los pobres no tienen manera de defenderse ni ná. Así va el país: una pena.


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