Made in Viena (Directo) pero cooked somewhere else

lvivHoy, el bloguero cuenta una cosa que hasta hoy, ha sido un secreto. Espera que les guste a los lectores fieles de VD.

18 de Septiembre.- Suelo dedicar los domingos de Viena Directo a escribir sobre algún tema histórico. Imagino a mis lectores tumbados a la sombra (bueno, en los últimos días, a cubierto, porque el verano ya está dando sus últimos coletazos) y pienso que, para descansar de los tráfagos de la semana, lo que más conviene es algún hecho del pasado que sea curioso y pertinente recordar.

Hoy sin embargo, voy a contarles un secreto (es un secreto no muy importante, pero estoy seguro que a los lectores fieles de Viena Directo les gustará saberlo).

Esos lectores fieles habrán notado que durante los primeros días de Agosto, dejé algunos artículos programados para que fueran saltando (es lo que tiene tener tanto archivo del que tirar). Es lo que siempre hago cuando no estoy en Viena.

Lo que hice durante esa semana fue parte del secreto, como ahora verán mis lectores.

El blog me da mucho trabajo. Un trabajo que hago con mucho gusto, claro (si no no llevaría diez años haciéndolo) pero la verdad es que el ritmo de un artículo diario me quita tiempo para abordar esfuerzos de más aliento.

La única manera de hacerlo es alejarme de Viena y, sobre todo, alejarme de estar todo el tiempo localizable y, más aún, alejarme de tener que estar mirando todo el rato internet para ver si hay alguna novedad (es la esclavitud a la que nos ha condenado que el telefonino sea también un puesto de internet ambulante).

La única manera de hacerlo es viajar, y hacerlo a un sitio lejano, a ser posible fuera de la Unión Europea, para que el precio del roaming de datos condene al silencio a todas esas voces que a uno lo requieren normalmente, y que le hacen distraerse y no poder concentrarse.

¿Concentrarse para qué? Naturalmente, para escribir.

Durante la segunda semana de septiembre y parte de la tercera, me fui de Viena para escribir un libro. O sea, para reunir materiales para escribir un libro. Estuve en Ucrania y, por suerte, los incidentes del viaje dieron para que saliera un extenso reportaje que he terminado precisamente en estos días pasados.

El reportaje sobre Ucrania está escrito siguiendo la técnica de los artículos de Viena Directo y se puede decir que es un post que, según mis cálculos, tendrá unas cien páginas de largo.

Como también pasa con los artículos de Viena Directo, está escrito prácticamente al paso de los acontecimientos, en los coches, en los trenes, robándole horas al sueño antes de dormirme en los diferentes sitios de Ucrania en los que estuve y, como sucede con los posts de Viena Directo (y que, creo, es lo que más le gusta a mis lectores) la idea era reflejar lo más honradamente posible, pero con sentido del humor, las cosas que veía.

Ucrania es un lugar divertido y fascinante, desde todos los puntos de vista, desde el sociológico al geopolítico, y los ucranianos tienen muchísimas cosas en común con nosotros, los españoles.

Mecanografiando el libro, me ha venido a la cabeza algo que todos los que vivimos en Austria hemos terminado por aprender y es que cuando se viaja, sorprendentemente, uno se encuentra no con lo exótico o con lo distinto, sino precisamente con lo igual. O sea, que en Viena, o en Kiev y estoy seguro, aunque no he estado que en Hong Kong o en Puerto Príncipe, salvando las diferencias exteriores de nivel económico o color de la piel, los seres humanos vivimos todos movidos más o menos por las mismas motivaciones y esta igualdad humana básica hace que los sentimientos patrioteros o el chovinismo religioso de cualquier tipo sean en realidad cosas absurdas. O sea, que es más que probable que eso que llamamos Dios, en contra de lo que sostienen los bobos, sea muchísimo más grande que la parcelita católica o que la parcelita mahometana o que la parcelita budista y, por supuesto, quizá no tenga nada que ver con el anciano con barbas que nos mostraban en el colegio. Lo mismo con la patria y demás tonterías.

Hay, eso sí, el sentimiento de sentirse en casa (en mi caso, por ejemplo, en cuanto entro en la Unión Europea) pero todo nacionalismo es absolutamente absurdo en el mundo en que vivimos.

Como digo, el libro se escribió sobre la marcha (en muchos casos literalmente) hasta más de su mitad, y el resto lo he ido terminando por estas calles de Viena, en los metros, con el cuaderno sobre las rodillas, escribiendo siempre con bolígrafos baratos de publicidad. Es inevitable que se haya impregnado de esta ciudad porque, durante este más de mes y medio, he cargado con los tres cuadernos prácticamente a todas partes a las que he ido.

Pasándolo a máquina, me ha sorprendido mucho que, en realidad, he tenido que hacer muy pocas modificaciones y que prácticamente, el texto está tan correcto que, con el sólo trámite de dárselo de comer al ordenador, podría publicarse hoy, en Viena Directo, si no fuera este un marco pensado para otros temas y es que el ejercicio de escribir todos los días (a veces, en condiciones realmente inhóspitas) es un formidable entrenamiento.

Cuando lo termine de pasar a máquina, creo que lo autoeditaré, porque me ha quedado (modestia aparte) muy divertido.

Solo tengo un problema con respecto al libro: el título. El que pensé y, por lo tanto, el que estampé en la portada de todos los cuadernos, no me termina de gustar.

Se aceptan sugerencias.


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Comentarios

2 respuestas a «Made in Viena (Directo) pero cooked somewhere else»

  1. Avatar de Ana
    Ana

    Tengo una foto hecha justo en el mismo sitio hace un par de años 🙂
    Lviv me encantó, estoy deseando leer tu reportaje.

  2. Avatar de BEATRIZ CORTES TIRADO
    BEATRIZ CORTES TIRADO

    Lo siento Paco soy un desastre para los títulos.

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