Blinded by the light

estatuasTodos tenemos derecho a equivocarnos, y seguramente en el aspecto en el que más nos equivocamos es el que tenemos más cerca: nosotros mismos.

6 de Diciembre.- Estoy leyendo las divertidísimas memorias de Bruce Springsteen, que se llaman Born to Run.

A pesar del tono ligero del libro, está claro que no hay que dejarse engañar y que el músico es un hombre, como se dice en Madrid mu serio pa sus cosas (el éxito nunca es fortuito). Springsteen se toma a sí mismo con cierta guasa, que es la manera que él ha desarrollado para que sea tolerable para los demás su infatigable perfeccionismo.

Antes de ayer, leí ese momento en el que, después de haber estado tocando en bares durante años, Springsteen se oyó grabado por primera vez y se le vino el mundo encima. Como es un tío muy inteligente, después de una cierta sensación de ridículo, se rehízo y se propuso parecerse (de verdad) a lo que él había imaginado para sí mismo. Y lo consiguió, claro. A base de trabajo. La moraleja de este cuento es que siempre existe una cierta diferencia entre lo que uno es de verdad y la evaluación que uno hace de las propias capacidades. Y que, en muchos casos, tendemos a hacer trampas y a creernos mejores de lo que somos.

Leyendo el libro de Springsteen no he podido evitar acordarme del expresidente del Gobierno español, Jose Luís Rodríguez Zapatero (raro, que es uno). Un político, para quienes no lo conozcan lo digo, al que muchos, haciéndole un favor, hubieran descrito como algo igual de excitante que un cruce entre la guía telefónica de Lérida y el circulito ese que sale cuando el Windows está pensando. Sorprendentemente, nuestro hombre se veía a sí mismo como una especie de mezcla entre Olof Palme y Martin Luther King. Un caso claro de “Springsteenismo”, o sea.

Cuando Zapatero llegó a presidente, por un cúmulo de circunstancias bastante tortuosas, gran parte del mérito se lo llevó el jefe de su campaña electoral, un creativo de marketing que inventó lo de ZP (o sea, la abreviatura de Zapatero Presidente). Durante el tiempo en que Zapatero soportó los sinsabores del poder, atrapado entre el jabón de la SER y las flechas envenenadas con curare de la COPE, el mercadotécnico vivió como un marajá dando charlas en las que contaba una y otra vez el que, hasta la fecha, había sido su mayor logro profesional: o sea, lo del día en que se levantó, echó una meadilla matinal y, mientras se sacudía la minga, inventó el chascarrillo este de ZP. Como era previsible, cuando Zapatero se presentó a la reelección Rubalcaba intentó la sucesión, perdió, a pesar de contar con su técnico talismán y a dicho técnico se le acabó el chollo y se tuvo que poner a trabajar (de verdad).

Desde que VdB ganó las elecciones del domingo, se está produciendo en Austria un curioso fenómeno de “Springsteenismo” a la inversa, y es el de los perdedores. Naturalmente, cada uno digiere las puñaladas que le da la vida como Dios le da a entender pero siempre llega un momento en el que las palmaditas en la espalda que te dan tus amigos no te valen y empiezas a mirar alrededor buscando culpables. Es una sensación dolorosa, un escozor desagradable a la altura de la boca del estómago y, para compensarlo (es humano) tú dices habías estudiado pero que “la seño te tiene manía” . En comparecencia ante los medios, el hasta antes de ayer candidato y su jefe, Heinz Christian Strache, han hecho balance de la mucha manía que les tiene “la seño” declarando lo poco que se explican que, contando con la mejor mercadotecnia, hayan perdido, que ya es mala leche por parte de la vida. En sucesivas frases, entre las que han intercalado mutuas muestras de admiración y amistad, no han dejado títere con cabeza. Que si los medios estaban contra ellos, que si los partidos “establecidos” estaban contra ellos (señora, Strache lleva al frente del FPÖ más que ningún otro cabeza de partido del arco parlamentario austriaco, si eso no es estar “establecido”, que venga Dios), que si no llores Norberto, que no estaban los tiempos maduros, que ya verás cuando gane Marine, van a ir todos estos a la del Front Nationale, y en esa tónica.

Por parte de los medios , también es cierto, se podía notar también cierto recochineo durante el día de ayer (dentro, claro, del prudente tenor que distingue a la tele austriaca, en España les hubieran hecho pedorretas). Cincuenta veces recalcó la ORF en sus informativos que los votantes de Hofer eran los más viejos, los menos educados y los que vivían en las zonas más pobres de Austria. Como si tener más de cincuenta años, ser no ganar cincomil laureles al mes y vivir en Burgenland le convirtiera a uno en ciudadano de segunda. Cincuenta y una que, incluso en los distritos más tradicionalmente “azules” había ganado el verde. También los medios austriacos sufrían de un cierto “Springsteenismo” y confundían el deseo con la crudeza de la realidad. Todos tendemos a ver las cosas más de acuerdo con nuestros deseos de lo que son en realidad. Errare humanum est.

Franz
6/24 La sexta ventana de nuestro calendario de adviento muestra un trozo de la Historia común entre Austria y España. Al terminar la segunda guerra mundial, este señor de la foto, que se llama Franz, entonces un niño, fue enviado a España con una familia que le acogió. Aún hoy guarda entrañables recuerdos de lo que fue aquella experiencia que, probablemente, le salvó la vida. Viena Directo lo contó aquí.


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