En el punto de partida

multitudNo creo exagerar cuando digo que este, y los próximos artículos de Viena Directo, van a cambiar muchas cosas en las opiniones de mis lectores.

7 de Diciembre.- una de las ventajas que tiene hacer Viena Directo (y hacerlo de la manera en que lo hago yo, independiente, lo más ligero posible de equipaje) es que, al mismo tiempo que satisfago la curiosidad de mis lectores, puedo satisfacer la mía propia sin ningún tipo de presión. El único criterio que me guía es mi propio afán de excelencia y el intento de ofrecer, siempre que se puede, un relato lo más coherente posible de las cosas por las que me intereso.

Siguiendo este modo de proceder, voy a publicar a partir de hoy y a lo largo de varios días, el resultado de mis averiguaciones a propósito de un tema que preocupa mucho a los austriacos y que está influyendo mucho en el devenir de la historia del país. Un tema que, a escala europea, amenaza, y en un año 2017 con, por lo menos, tres citas electorales nacionales con potencial altamente explosivo amenaza mucho, con romper con una tradición de 60 años de convivencia pacífica entre los europeos.

Me estoy refiriendo al tema de los desplazados a causa de las guerras de Oriente Medio (Siria y Afganistán, principalmente) que empezaron a llegar a Austria de forma masiva a finales del año pasado y que han continuado llegando a lo largo de todo este 2016.

Quizá les haya llamado la atención a mis lectores que haya utilizado el término “desplazados” y no el de refugiados, que es el que se suele utilizar en los medios. Lo he hecho a propósito porque, a lo largo de unas investigaciones que espero que a mis lectores les resulten tan apasionantes como lo han sido para mí, he descubierto que la mayoría de lo que se lee en los medios no es mentira, porque no es mentira, pero sí que es quizá algo peor: una media verdad. Y la media verdad empieza en la terminología, que intentaré aclarar un poquito más adelante.

Medias verdades, por cierto, tan a favor como en contra de los refugiados y del fenómeno que suponen para la población austriaca, que percibe en ellos un peligro inminente. Si atendemos solamente a los números (90.000 personas aproximadamente, en un país de casi ocho millones, representan apenas un poquito más de un 1% de la población) la sensación estaría injustificada pero, gracias al poder multiplicador de los medios y de las redes sociales, parece una amenaza de fin del mundo que se cerniese sobre un país que sigue siendo, y conviene recordarlo, tan tranquilo y tan seguro como antes.

Para documentarme, y tratar de separar el trigo de la paja (ya aviso, ha sido complicado y no estoy seguro de haberlo conseguido del todo) he hablado con varias personas: empezando por varios austriacos normales, de clase media, formación media alta, tratando de escucharles sin prejuicios, para tratar de calibrar hasta qué punto han calado en la sociedad austriaca el alarmismo, las noticias falsas difundidas de forma interesada (por ejemplo, a propósito de la vida supuestamente lujosa que lleva este grupo, el de los desplazados, a costa del dinero del contribuyente austriaco); he hablado con una persona que trabaja en la oficina del Estado austriaco que se encarga de procesar las demandas de asilo, la cual me ha contado el proceso que una persona que llega a Austria debe seguir para pasar de ser un desplazado a ser un asilado; y, por último, he hablado con un psicólogo español, que trabaja en un hogar de la Diakonie (la Caritas protestante) el cual ha tenido la amabilidad de explicarme cómo es la vida que llevan los desplazados en Austria, qué piensan, qué les mueve, por qué vienen a Austria y por qué se lanzan, desde los territorios en guerra, a un viaje lleno de peligros, al que no todos sobreviven.

Espero que mis lectores me acompañen y sobre todo, que lo hagan con el ánimo con el que yo he emprendido la investigación. Sin prejuicios, con las orejas y los ojos abiertos, sin considerar a los desplazados como esa especie de “buenos salvajes” que, con la mejor de las intenciones, quieren hacernos creer que son quienes están a favor de un trato más humano, pero tampoco bajo los ropajes de demonios sanguinarios, terroristas o fanáticos religiosos, con los que la ultraderecha (con la peor de las intenciones) quiere que los veamos.

Los desplazados son personas, con motivaciones, como veremos, muy humanas y mucho más comprensibles de lo que pudiera parecer a primera vista.

Cadete

7/24.- Antes de ayer, 5 de Diciembre, hizo 225 años del fallecimiento de Wolfgang Amadeus Mozart. En Viena Directo nos hemos ocupado de sus hijos, que murieron sin descendencia, pero sin duda, un músico fallecido en Viena y que está enterrado en el Cementerio Central, es mucho más famoso que ellos, por la obra de Peter Schaffer que fue llevada al cine por Milos Forman (Amadeus). Se trata del italiano Antonio Salieri, que fue contemporáneo del maestro de Salzburgo y cuya tumba se puede ver si uno pasea por el camposanto con los ojos un poco abiertos, como a mí me gusta hacer. Él será, en esta foto tomada en enero, la ventana séptima del calendario de adviento de VD.


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Comentarios

Una respuesta a «En el punto de partida»

  1. Avatar de Dubuke
    Dubuke

    Las motivaciones están clarísimas y son muy humanas. Irse a donde den más alpiste gratis.

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