Lesbos y Dublín

marUna isla del mar Mediterráneo cercana a la costa turca y la capital de Irlanda son los polos en donde se mueve la continuación de nuestra historia.

La primera parte aquí y la segunda, aquí.

9 de Diciembre.- Hace alrededor de 2600 años, en la isla de Lesbos vivía una poetisa que se llamaba Safo.

Safo era una mujer de la aristocracia y, en tanto que tal, estaba enrolada en una sociedad que se encargaba de preparar a sus paisanas más jóvenes para el matrimonio. Por lo que dejó escrito, a Safo le gustaban las chicas más que comer con los dedos y, cosa más natural dado su gusto, se enamoraba de ellas y, como buena enamorada, les escribía versos.

Se conoce que, en la época de Safo (alrededor del año 600 antes de Cristo) la gente no veía esto con malos ojos (de otra manera, no hubieran llegado sus versos hasta nosotros) pero más tarde en la historia de la Humanidad la cosa cambió (para mal), como todos sabemos.

Quizá porque servía de ejemplo acabado y paradigmático o por la calidad de sus poemas, Safo quedó como emblema de las mujeres que se sienten atraidas por otras mujeres. Su amor se llamó „sáfico“ (como si lo hubiera inventado ella, ya ves) y a las mujeres iguales que ella se las llamó lesbianas, porque la incultura de la época y la cerrazón e intolerancia de las religiones se negaron a creer que el amor entre mujeres fuese una cosa que pudiera surgir lo mismo en la Magna Grecia que en Tomelloso o en Rabat, y que aquello tenía que ser cosa del agua de la isla griega de Lesbos.

Miles de años más tarde, la otrora tranquila, provinciana isla de Lesbos, ha sido el puerto de llegada de miles de desplazados procedentes de Oriente Medio, los cuales huían de la(s) guerra(s) de su(s) paíse(s) y de las condiciones infrahumanas que reinaban en Turquía (y que, debido a la masificación, también reinan ahora en la paupérrima isla de Lesbos que no es otra cosa que un trozo de una Grecia en donde, para vergüenza del resto de los europeos, la gente pasa hambre).

Aquí, en este trozo del Mediterráneo, dejamos ayer a nuestro ficticio desplazado sirio al que llamamos Abdulrahman. Para él, lo mismo que para decenas de miles de pobres desgraciados, Lesbos se convirtió en la frontera exterior de la Unión Europea. Y allí empezó a regir para él una abreviatura trascendental en la vida de muchos refugiados. Quédense mis lectores con ella: se trata de Dublín III.

Acuerdos de Dublín / Reglamentos de Dublín. Se llaman „acuerdos“ porque en realidad son un sistema de textos legales que datan de los primeros noventa y que luego han ido desarrollándose en sucesivos reglamentos, los cuales han ido derogándose total o parcialmente en tres oleadas.

Dublin I fue rubricado en 2003, Dublín II fue suscrito en 2008 y Dublín III, de momento el último, fue ratificado por el Parlamento Europeo en 2013.

La finalidad oficial de los acuerdos de Dublín es la de hacer lo más eficaces posibles los trámites de presentación de solicitudes de asilo, para evitar que la misma persona pueda presentar varias solicitudes de asilo en diferentes países y tratar, también, de reducir al mínimo los llamados „solicitantes de asilo orbitantes“ esto es, esas personas que van presentando solicitudes de asilo y, cuando se las deniegan, pasan al país siguiente y al siguiente con la esperanza de que, como se suele decir, en algún país suene la flauta.

Los reglamentos que desarrollan los acuerdos tomados durante la Convención de Dublín y sus sucesores fueron suscritos por Austria en 1997 y, a su vez, se enmarcan dentro de lo dispuesto en la Convención de Ginebra.

Bien: tenemos a Abdulrahman, nuestro desplazado, en la isla de Lesbos el cual, para estos efectos, es una de las fronteras exteriores de la Unión.

A partir del momento en que puso el pie en las playas de esa isla del Mediterráneo, antaño solamente famosa por el pirata Barbarroja y por una poetisa a la que le gustaban con frenesí los moluscos bivalbos, los acuerdos de Dublín empezaron a sellar su destino.

¿Qué dice Dublín III? Pues dice que nuestro refugiado estará obligado a presentar la solicitud de asilo en el primer país de la UE al que llegue y que será ese país el que esté obligado a tramitarla y, en su caso, a „quedárselo“ en el caso de que la solicitud de asilo sea considerada procedente.

Como todos mis lectores sabrán a estas horas, las condiciones de hacinamiento en las fronteras exteriores de la Unión son inhumanas (mi fuente, durante nuestras conversaciones, utilizó exactamente esa palabra, unmenschlich) así pues, y como es lógico, todos aquellos que tenían alguna posibilidad de hacerlo, por mínima que fuera, intentabaan salir de Grecia y pasar a la llamada ruta de los Balcanes. Lo hacían de manera ilegal y por momentos peligrosa, bajo su propia responsabilidad.

Les acechan, desde el lado oscuro de la ley, las mafias de tráfico de personas y, desde una zona legal pero no menos ambigua en muchos casos, la policía de países en donde no se andan con chiquitas, como luego veremos.

La llamada Ruta de los Balcanes, en la actualidad, ha perdido importancia como ruta de acceso de los desplazados (en nuestro caso, aún no refugiados) pero hasta más o menos el verano de 2016 era la preferida por los que se ponían en camino y por las mafias que se encargaban de desvalijarles y, en demasiadas ocasiones, de matarles después de haberles desvalijado.

Rosa Wiesn 2016

9/24 Y como todos los años, la Oktoberfest, en el Prater. Ella será otra de nuestras paradas, y ya lo fue en el correspondiente post, en donde mis lectores podrán disfrutar (de nuevo, recordar es volver a vivir) con la alegría de este año.


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