Majestad, en todas partes cuecen habas

El rey Don Felipe uve palito habrá tenido que tomarse una tortilla de aspirinas antes de irse a la cama. Para que relativice la cosa, un post dinástico y escandaloso.

17 de Febrero.- Esta mañana, el Rey de España, Felipe uve palito, ha declinado hacer cualquier declaración sobre la condena de su cuñado, Iñaki Urdangarín,a causa de los tejemanejes del caso Noos. Él y la Reina tenían visita a comer, en concreto el presidente de la República de Hungría, que ha bajado a Madrid para inaugurar una exposición:

-No, no tenemos nada que decir -ha alcanzado a decir su Majestad flanqueado por „su Majestada“. Es que tenemos mucha prisa. Fíjate que nos viene gente a comer y todavía no hemos hecho ni el sofrito de las judías !Con las horas que son! Vamos, Leti, que se nos echa el tiempo encima.

Y se han alejado entre una nube de guardaespaldas y el usual relampagueo de los flashes.

Desde aquí, desde este humilde espacio, suponemos que, una vez le hayan dado la copita de digestivo al presidente húngaro y le hayan acompañado gentilmente a la puerta de La Zarzuela, sus Majestades, derrumbados por el estrés, se habrán tomado una tortilla de paracetamoles (criaturas). Pero no tienen nada que temer. El trago por el que están pasando lo han pasado en todas las casas reales en todas las épocas. Sin ir más lejos (aunque podríamos ir más cerca) en la casa de Austria misma, el tatarabuelo Paco Pepe, también pasó sus fatigas con la parentela.

Sin ir más lejos, su hermano, conocido en familia como Luzi Wuzi, de cuya historia dimos buena cuenta en estos posts de Viena directo, en este y en este. O su hijo, el archiduque Rudolf, que no solo le salió inteligente y progresista (cosas que el pobre Paco Pepe no era, desgraciadamente) sino que, además, se le acabó suicidando en Mayerling con su amante, la pobre de Mary Vetsera.

Pero sin duda, los que más sustos le dieron al emperador más famoso de la última etapa de la monarquía austriaca fueron sus parientes italianos, los Habsburgo de la línea toscana. Cuando los vaivenes de la tradicionalmente liosa política de la península con forma de bota, quedaron financieramente y políticamente, bajo la autoridad del jefe de la dinastía: el emperador Paco Pepe. La mayoría, se resignaron a su papel de parientes venidos a menos, pero hubo unos cuantos que salieron rebeldes y quisieron vivir la vida por su cuenta.

Por ejemplo:el archiduque Johann Salvator. De edad parecida a su primo, el archiduque Rudolf, Johann Salvator fue, desde niño, muy inteligente (el pobre, porque en aquella asfixiante rutina la inteligencia y la opinión propia debían de ser una maldición, más que una virtud). Se hizo soldado porque, al fin y al cabo, qué otra cosa se podía ser siendo archiduque y Habsburgo pero pronto le dio por el anticlericalismo y la crítica a sus superiores. Esto motivó que se metiera en algunos enfrentamientos políticos, de cuyas consecuencias no le salvó ni su amistad con el príncipe heredero. Se „le rogó“ que abandonara el ejército y él abandonó la casa de Habsburgo, renunciando a toda ayuda financiera de la familia. Se estableció en su casa familiar en Estiria y se casó con su amante de muchos años, una señora normal y corriente llamada Mili Stubel. A principios del siglo pasado, aún con Paco Pepe en el trono, emprendió un viaje a América del Sur y se perdió su rastro en un final muy ancien régime. Su barco naufragó y en 1911 se le dio por definitivamente muerto.

Una hermana de Johann Salvator, la archiduquesa Luise Antoniette fue casada con un príncipe de Sajonia y, obediente, y haciendo honor a las fértiles matrices de La Casa (parecía aquello Gran Hermano) dio a luz a seis hijos antes de cumplir los treinta años. En 1902, sin embargo, Luise Antoniette provocó el siguiente conflicto familiar al fugarse a Suiza con el profesor de idiomas de sus hijos, un tal André Giron. La escapada, por cierto, fue preparada teniendo como cómplice a su hermano Leopold. En el momento de su huida, Luise estaba embarazada del que sería su sexto hijo. En 1903 se declaró el matrimonio nulo y el emperador Paco Pepe la despojó de todos sus derechos dinásticos. Aunque no estaba claro que la hija fuera de su marido, el príncipe sajón, el cual, desde entonces, no consiguió ponerse sombreros debido a dos extrañas protuberancias que le salieron en lo alto de la frente, este (o sea, el príncipe sajón) reconoció a la niña, pero Louise se negó a separarse de ella. Hasta que cuatro años más tarde momento en que se separó del profesor de idiomas y se casó con un compositor italiano, Enrico Tosselli, matrimonio que duró cinco años, hasta 1912. La que había sido princesa pasó el resto de su vida bajo el seudónimo de Condesa de Ysette y murió a finales de los años cuarenta en extrema pobreza.

Moraleja, Don Felipe, en todas partes cuecen habas.


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