Relaciones austro-mexicanas

México y Austria: dos países tradicionalmente Unidos. Viena Directo: un inesperado conducto diplomático al más alto nivel.

30 de Marzo.- Al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, Excmo. Sr. D. Enrique Peña Nieto.

Estimado Sr.: empiezo pidiéndole perdón por utilizar este medio tan poco ortodoxo para dirigirme a Vd., pero estoy seguro que, dada la grandeza de espíritu que, a través de la Historia, ha distinguido a los ciudadanos mexicanos y de la que, sin duda, usted también participa, sabrá perdonarme.

El motivo de mi carta es el de solicitar el traslado a Viena de un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores mexicano, el cual, actualmente, desempeña su trabajo en un país de América del Sur, a cualquier función que Vd. O su Ministerio de Asuntos Exteriores considere conveniente, aunque yo me atrevería a sugerir un puesto de alto nivel, dada la enorme valía personal y profesional del Interesado (si me contesta a esta carta, ya le daré detalles por mensaje privado, que estando los tiempos como están, D. Enrique, tampoco es cosa de andar por ahí dando nombres que luego puede encontrar cualquier spamer) .

Para esta petición, la cual soy consciente de que puede sonar algo inusitada, me permito aportar dos tipos de argumentos. Los primeros, de índole personal. Así pues expongo que:

Me unen al Interesado, desde hace ya más de diez años, entrañables lazos de amistad, que se han concretado en diferentes vínculos a través de lo que, corrientemente, se llaman “redes sociales”. Dicha amistad, lamentablemente y debido, sobre todo, a mi modestia económica, se ha mantenido en el plano de lo cibernético (si a usted, Sr. Peña, le dicen que en Europa atamos los proverbiales perros con las no menos consuetudinarias longanizas, no se lo crea). El funcionario mexicano en cuestión y yo llevamos años, créame, años, intentando que surja la posibilidad de poder tomarnos un café en cualquier continente de este planeta (y quien dice un café un zumo de frutas multivitaminas, porque ambos, tanto el funcionario y yo, somos señores a los que nos gusta la vida sana). Desgraciadamente, ya le digo: el océano Atlántico, con su embravecida vastedad, nos separa y Skype, qué quiere que le diga, da pereza. Así que he pensado que, si movemos papeles, pues igual Dios quiere que su compatriota y yo, algún día, lleguemos a estrecharnos la mano. Con este sano propósito, unilateralmente y sin consultarle a él, me he decidido a escribirle.

De lograrse por fin el traslado de este Sr. Licenciado, sería un pequeño paso para nosotros en tanto que amigos, pero sin duda uno grandísimo en el entendimiento de dos naciones tradicionalmente hermanas como lo son la mexicana y la española.

Dicho esto entramos en los argumentos que podríamos llamar de interés general. Dado el gran trabajo que su compatriota ha hecho en sus destinos anteriores, estrechando lazos culturales entre México y varios países latinoamericanos, no me cabe la menor duda de que, en Viena, mi amigo haría una gran labor fortaleciendo unas relaciones, las de Austria con México, tradicionalmente inmejorables (dejemos aparte el asuntillo aquel de haber fusilado al pobre Maximiliano de Habsburgo-Lorena (y olé), lo cual me reconocerá, Sr. Peña, que estuvo feo; de todas maneras, Little hairs to the sea, que diría aquel).

De esa, por lo demás, estupenda relación han quedado no pocas muestras en el callejero y en el alma vienesas. Para muestra, junto uno de los puentes más orgullosos de esta capital, el cual cruza el Danubio trazando una audaz y grácil parábola, está la Mexikoplatz, dedicada al único país, el suyo, que en 1938, se opuso a la anexión de la República Austriaca por el Reich alemán. Al ladito, está una iglesia erigida a principios del siglo pasado bajo la advocación de San Francisco de Asis, pero nadie la llama así, sino que, de cariño, todo el mundo la llama “la Iglesia de los Mexicanos” (la Mexikanerkirche). Antaño, el parque que la rodea fue un centro del tráfico de estupefacientes, pero dada la guerra contra los cigarrillos de la risa y otros medios químicos de evasión que la municipalidad de Viena emprendió (mucho más manejable que la suya contra el narco y, por tanto, con más probabilidades de éxito) hoy en día pueden los niños jugar en el bonito parque de los mexicanos, sin que sus mamás tengan nada que temer por su salud.

Mexikanerkirche

De resultas de lo de Maximiliano, también muchos austriacos han tenido acceso al folklore riquísimo de su país, si bien la puerta de entrada, paradójicamente, ha sido una habanera (La Paloma): cuenta la leyenda que, en el trance de pasar a mejor vida, el efímero emperador austriaco de México pidió que se la tocaran (la canción, naturalmente) pero esta leyenda es falsa, y nació de una película, que se llama Juárez. La parte cierta de la leyenda es que era una de las canciones favoritas de Maxi y de su santa, Carlota de Bélgica, y este hecho era tan de dominio público, que los juaristas incluso adaptaron la letra con intención de cachondearse de ellos (mofa sobre mofa, befa sobre befa). Como se sabía que al emperador difunto y a su señora les gustaba la música, una vez el emperador pasó a mejor vida, se prohibió la canción en todos los barcos de la armada austro-húngara (no: no se pregunte por qué guacamoles podía tocarse La Paloma en los barcos de guerra, yo lo he hecho sin éxito; también me he preguntado qué significa lo de la “linda guachindanga” que sale en la letra, y he obtenido el mismo resultado).

Por último, en Viena existen no pocos locales de deliciosa comida mexicana y tex-mex, con lo cual no deberá usted preocuparse: su paisano ni se morirá de hambre ni tendrá ocasión de echar de menos las delicias patrias.

Someto todo lo anterior a su consideración, al objeto de que tenga la bondad de acceder a mi demanda, siempre que no obste, naturalmente, ninguna objeción por parte del Interesado.

Respetuosamente le saluda,

Francisco Bernal

PS: soy un gran admirador de Jorge Negrete, de Juan Gabriel y de Paulina Rubio, cuando era niño vi un par de capítulos de “Los Ricos También Lloran”. Rezo todas las noches el cuatro esquinitas tiene mi cama y los cuatro ángeles que me la guardan son Lola Beltrán, Chavela Vargas, Rocío Durcal –etapa “me gustas mucho tú”- y Paquita la del Barrio. Por si ayuda, lo digo.


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Comentarios

Una respuesta a «Relaciones austro-mexicanas»

  1. Avatar de Ernesto Pastore
    Ernesto Pastore

    TAL VEZ LA AFINIDAD SURGE COMO LA AFINIDAD ENTRE CIERTOS MATRIMONIOS, QUE SON COMO EL AGUA Y EL ACEITE, PERO POR ESE MISMO MOTIVO SE LLEVAN BIEN, No tienen nada en común. Cada uno de ellos se impresiona por la excentricidad del otro.
    Con ref. a Maximiliano, ha sido el mejor de todos los gobernantes de ese país , el más honesto, más sano cívicamente, y desinteresado por acumular riqueza personal………por lo cual nunca podría haber tenido éxito en un país desbocado como México. Fíjese vd. que el prócer y héroe Juárez fue el principal genocida de indios y mestizos del país, siendo él mismo un indio…… En cambio, Maximiliano, con la soberbia que podría haber desplegado siendo príncipe Habsburgo, fue el 1er y único gobernante en dar a esas desgraciadas víctimas sociales, personería jurídica y un decreto imperial de Derechos Humanos. La historia se aprende al revés por culpa de las élites inmorales.

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