Por qué los hombres usa(ba)n Abanderado

Dos personalidades de la vida austriaca se han enzarzado en internet a cuenta de la ropa interior. La cosa ha terminado (por ahora) con un reto.

20 de Abril.- Cuando yo era chico (no sé ahora) había una marca de calzoncillos que se llamaba Abanderado (no sé si aún se llama). A mí me gustaban mucho los calzoncillos de esta marca. No porque me los pusiera (los gastaba mi padre), sino porque venían empaquetados, muy enrollados, en unas latas pintadas de negro por fuera, brillantes por dentro y con una tapa transparente. Mi hermano y yo usábamos las latas para jugar con los clics (entonces de Famóbil, hoy de Playmóbil). Recuerdo perfectamente el eslogan con el que aquella marca se anunciaba, porque entonces los anuncios parece que no se hacían por campañas, como ahora, sino que duraban meses y meses, y uno tenía tiempo de aprendérselos de memoria: “los hombres usan Abanderado, porque las mujeres compran Abanderado”. A todos, entonces, nos parecía un eslogan normal (la publicidad siempre recoge –por la cuenta que le tiene- los valores de su tiempo) pero la verdad es que probablemente fuera uno de los eslóganes más machistas que se han escrito.

Por cierto, no he encontrado el anuncio original, pero aquí va uno que debió de ser de la misma época que es una joyita visigótica también.

Mujeres y ropa interior. En Austria llama la atención la cantidad de tiendas de calzoncillos y bragas que hay. Una cosa como la cantidad de bancos y de bares que hay en España, que ya decía Sabina (Joaquín) en célebre verso que “en Antón Martín –barrio de Madrid- hay más bares que en toda Noruega”. No se sabe la afición que tengan los noruegos por la ropa interior, pero lo que es de los austriacos, es inevitable sacar conclusiones.

Quizá sea por esto por lo que el famoso cartel de las chicas en bragas de Palmer´s ha dado tanto de sí. Esta vez por una agarrada que han protagonizado Felix Baumgartner (conocido en este blog como “el tonto/modorro ‘la cápsula”) y Corinna Milborn, jefa de informativos de la cadena (cadenilla) privada de televisión austriaca Puls 4. En Twitter, Milborn criticó mucho el anuncio de bragas de Palmer´s, diciendo que le recordaba mucho a los tiempos en el que ella investigaba el tráfico de mujeres (en fin, Corinna, hija, que la cosa no creo que sea para tanto: es más, el anuncio no es más que una paráfrasis de otro muy célebre de Palmer´s, cuyos ejecutivos de marketing tampoco es que se quiebren el material neuronal inventando cosas nuevas). Decía Milborn que las chicas estaban fotografiadas igual que en los catálogos que utilizan estas redes de trata de blancas para vender a las mujeres, de espaldas, con poca ropa y sobre alfombras o en sótanos. Vamos, que así dicho, parece Tesis, pero la cosa queda un poco más Enmanuelle (nota del autor).

A esto, Felix Baumgartner, de quien las malas lenguas dicen que la falta de oxígeno en la estratosfera tuvo la consecuencia fatal de necrosarle grandes áreas del cerebro, respondió que a él las chicas le parecían fenomenal tal y como estaban Después, añadió Baumgartner que no le extrañaba nada que Milborn criticase el anuncio “con el tipo que tenía”. O sea, por envidia de las muchachas que habían posado en tanga. Ante comentarios como este, uno se queda ante la disyuntiva. Antiguamente, a los tontos (por hablar claro) los sufrían solo sus familiares más cercanos (aprovecho para enviar desde aquí toda mi solidaridad a los concuñados de Baumgartner y también, por qué no, a los de Andreas Gabalier). Hoy en día, a los tontos los tenemos que sufrir todos porque las redes sociales han democratizado también esta forma de padecer. Personalmente, yo creo que a los tontos es mejor no contestarles (uno, como es viejo, ha perdido ya la esperanza en las posibilidades de reinserción de los bobos). Por dos motivos: en primer lugar, para mandarles un claro mensaje de que no consideramos que sus opiniones sean, en ningún caso, de igual valor que las de una persona normal (en el caso de Herr Baumgartner, y su influencia sobre el precio del pan cada vez que abre la boca, poca duda cabe). Y por otro, por supuesto, no darles espacio ni visi visibilidad, que es una cosa que todos los tontos buscan, porque un rasgo infalible del tonto es que es proselitista por definición. Como con la maldad, uno tiene que convertirse en un cortafuegos de la idiotez. Que las gilipolleces choquen contra uno y no pasen de ahí.

Desgraciadamente, Corinna Milborn no es de la misma opinión (o quiere que suba la audiencia de su caden(ill)a) y ha retado a Baumgartner si tiene huevos –literal, lo cual en Austria es utilizar un mensaje muy bronco- a discutir con ella en la televisión a propósito del concepto de mujer de Felix Baumgartner. De momento, Baumgartner no ha dicho ni que sí ni que no, probablemente porque se dé cuenta de que no sería un combate dialéctico de igual a igual. Angelito.


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