Habló Blas

Este sábado, los científicos se manifestaron por Viena para tratar de defender la verdad cuantificable de los peligros que la acechan. Pobres.

24 de Abril.- Austria, como es de dominio público y aquellos lectores que viven aquí pueden saber por propia experiencia, es un país chiquitillo. Lo cual significa que es un poco como los quesitos de El Caserío. O sea: que Esta Graciosa República tiene todo lo bueno pero “en pequeñas porciones”. Una de las cosas en que esto se manifiesta es, por ejemplo, en los informativos de la tele austriaca. Cuando algo pasa, la ORF cuenta con una serie de “expertos de cabecera”, sesudos señores (o no) con un título académico que acredite su conocimiento para informar a la audiencia de manera fundada sobre tal o cual cosa.

Por ejemplo: cuando se producía algún incidente en el tráfico aéreo, la ORF marcaba el teléfono de Niki Lauda. Como las balas, este se calaba la gorra y acudía presuroso a los estudios de la cadena pública austriaca para explicar, desde su autorizada opinión de señor malhumorado, legendariamente tacaño y dueño de una compañía aérea, lo que había sucedido. Explicaciones que en general eran un poco embrolladas, como las de los mecánicos de coches que quieren que el cliente les deje en paz, pero bueno. Últimamente Herr Lauda, algo retirado, se prodiga menos por los platós, pero si (Dios lo evite) ocurre algún hecho noticioso relacionado con un aparato con alas, es probable que se le vuelva a llamar y sus laureles de experto reverdezcan.

Del mismo modo, si algo pasa en el “planeta política” la ORF tiene un politólogo de cabecera, Sr. Filzmaier, politólogo de cabecera que los de Küniglberg comparten, por cierto, con el Kronen Zeitung (!).

La mecánica de sus intervenciones es siempre igual. Herr Filzmaier aparece sentado, muy tiesecito (como los alumnos pelotas en los colegios antiguos) y los presentadores (los que no son Armin Wolf, el cual se basta para hacer sus propios juicios) le preguntan sobre algún caso. Acto seguido,Herr Filzmaier suelta una destiladísima opinión de minuto y medio, para que el público televidente “se conozca fuera” de lo que ha sucedido (utilizando la graciosa expresión local).

Este sensato estado de cosas, se va erosionando poco a poco y, si no se remedia, pronto podrá cualquier Singer-in-the-morgings expresar su parecer (docto o no) en las tribunas públicas. Con lo cual ganará Esta Pequeña República en libertad de expresión aunque, para que eso suceda, la calidad de la información se quede a la altura conceptual de un discurso de Ivanka Trump (no ha dado discursos todavía, pero vista la influencia que tiene sobre su señor papá, creo que llegaremos a verlo pronto). Es el signo de los tiempos.

Sin duda a esto se debe que el Gobierno de España, astuto y rápido como siempre para todo lo importante, haya decidido, de manera audaz, que para obtener el título de Educación Secundaria, no sea necesario que los alumnos acrediten tener suficientes conocimientos de las materias examinables (pa qué ¿Verdad?).

Representantes del humilde y tartamudo viejo mundo (los científicos) se manifestaron este sábado por las calles de Viena pidiendo, muy sensatamente pero (ay) me temo que en vano, que la evidencia se considerase superior a la opinión y que ese zurullo de los “hechos alternativos” fuese condenado al desván de los trastos ideológicos junto a otras creencias tan arraigadas como la de la homeopatía, el ratoncito Pérez o la existencia de los three wise men (que tienen nombre de grupo de blues, por cierto). Pobres: van contra la corriente de la Historia.

Siguiendo este Zeitgeist, el cual considera que el talento natural es mucho más eficaz que los conocimientos, el Ministro de Exteriores de EPR, Sr. Sebastian Kurz (el cual ha hecho la selectividad, y ya), ha sido requerido por los periodistas para que exprese su opinión sobre el hecho de que, en Francia, Marine Le Pen, la candidata de Putin (no hagamos juegos de palabras) y de todos los tróspidos que viven en Francia, haya quedado segunda.

Kurz, que de corto solo tiene el apellido, se lo pensó y, en el vestíbulo del hotel Sacher, cuya cocina está especializada en producir hechos alternativos a la nutrición sana, se pronunció: “Los partidos establecidos deben reinventarse”. Y se quedó tan ancho. Es la opinión de un experto.


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