Napoleón, Josefina y los muertos de la autopista

Macron no es el primer ni único señor francés casado con una mujer mayor. Uno que vino antes que él, tuvo una gran influencia en la historia austriaca.

1 de Junio.- Cuando, hace algunas semanas, Macron ganó las elecciones presidenciales francesas, la comidilla fue que la nueva primera dama de Francia era 24 años mayor que el presidente de aquella República.

No es el primer caso, ni es el primer caso francés, y es siempre curioso comprobar cómo la Historia, la de las fechas y las batallas, y la historia, la de las sábanas y los manteles, se entrecruzan e influyen la una en la otra.

En el verano de 1809, el matrimonio de Napoleón, con su primera mujer, Josefina, estaba herido de muerte. El mariscal francés estaba a punto de cumplir los cuarenta (como “La Rosa de Peñaflor” de la copla) y su mujer, Josefina, tenía cuarenta y seis. Napoleón era entonces un ejecutivo exitoso que trabajaba en fundar un holding a nivel europeo en el que colocó a todos los miembros de su familia (en la zona del Mediterráneo somos “asín”, llevamos el nepotismo en la masa de la sangre).

Por supuesto, se veía a sí mismo como un Julio César, fundador de una nueva dinastía, pero tenía un problema: Josefina, su mujer, la que tanto había hecho por ayudarle, de la que estaba enamorado (aunque la tenía por mujer algo frívola y de poco seso) y la que, en suma, le había quitado el pelo de la dehesa, era una señora ya de una cierta edad que, por ley natural, no le podía dar hijos. Napoleón no era “esméril”, como decía un compañero de mi padre, ya que había dado pruebas de su capacidad reproductora al engendrar por lo menos dos hijos extramatrimoniales, uno ilegítimo con una ciudadana francesa anónima y otro con la condesa polaca Maria Walewska.

La Historia sin embargo, vino en ayuda de Napoleón, como ahora veremos.

Recientemente, durante las obras de construcción de una carretera, se han encontrado en las cercanías de la localidad austriaca de Wagram los restos de una batalla. Como si hubieran querido ser una metáfora del poder unificador de la muerte, se han encontrado las fosas comunes en donde yacen, juntos y revueltos, los restos de los soldados franceses y austriacos que combatieron unos contra otros en la llamada Batalla de Wagram (en el metro de París hay una estación cuyo nombre conmemora esta carnicería de proporciones tremebundas). A primeros de Julio de 1809 varias decenas de miles de soldados, al mando de Napoleon y del mariscal Massena por la parte francesa y del archiduque Carlos por la parte austriaca (es uno de los dos señores cuya estatua ecuestre está en la Heldenplatz) combatieron durante dos días en el territorio que hay entre el pueblo de Wagram y la Lobau.

Heldenplatz
La maqueta a tamaño natural de la estatua definitiva se encuentra en el Arsenal, el Museo del Ejército austriaco

La batalla se saldó a favor de los franceses, al contrario de la de Aspern, que había sucedido mes y medio antes y en donde los ejércitos austriacos le dieron p´al pelo a los de Napoleón.

Después de lo de Wagram, los franceses y los austriacos se volvieron a ver las caras en Znain, días más tarde, en donde los franceses volvieron a ganar, victoria que, indirectamente, terminó de darle la puntilla al matrimonio de Napoleón. Los Habsburgo, merced a su lema dinástico, decidieron vencer al enemigo en el tálamo, así que el emperador José II casó a su hija “Maria güisa” con el corso. La boda se acordó en el tratado de Schönbrunn.

Para que se pudiera producir, Napoleón tuvo que divorciarse de su primera mujer, Josefina. Fue el primer divorcio que se celebró en Francia por el llamado código napoleónico, aún en vigor, por cierto. No había pasado un año del enlace entre Napoleón y Marisa de Habsburgo cuando nació el primer (y único) hijo legítimo del emperador de los franceses, hijo que luego pasó a mejor vida prematuramente, cuyo corazón, por cierto, se guardan en Viena en una especie de coctelera que se custodia en la Iglesia de los Agustinos de Viena. El cadáver del muchacho fue llevado en 1940 a Francia, por orden de Hitler, y reposa con el de su padre en la tumba de Les Invalides.


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Comentarios

Una respuesta a «Napoleón, Josefina y los muertos de la autopista»

  1. Avatar de victoria
    victoria

    Ya sabes cual era el lema de los Habsburgo: “Que otros hagan la guerra, tú, feliz Austria, cásate …”

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