Madrid saluda a Viena

Madrid y Viena, las dos mitades del corazón del que esto escribe, viven desde estos días unidas por un nuevo (simbólico, peqeño) vínculo. Veamos cuál es.

6 de Junio.- Los tranvías de Viena llevan todos los años, por estas fechas, dos banderines en el frente. De un lado, la bandera del arcoiris, símbolo no solo de la comunidad LGTB, sino también, en muchos países, como Italia, de la paz (que falta nos hace). En otro lado, la bandera „rojiblianca“ de la ciudad de Viena, fiel reflejo del escudo de la ciudad, que tiene esos colores.

Desde hace años, la capital de Austria ha decidido (muy inteligentemente) posicionarse como una ciudad atractiva para el turismo gay. Empezó la cosa con el Lifeball (vuelve a haber este sábado, día diez; yo no estaré en Viena, pero animo a todos mis lectores que sí que estén a que vayan y se lo pasen bien) y siguió naturalmente con el Festival de Eurovisión, porque ya se sabe que en Viena se puede decir que „hay tres sábados en el año que relucen más que el sol, uno es el orgullo –Regenbogenparade-, otro el Lifeball y el tercero es Eurovisión“.

El año que viene, por cierto, la ciudad que el Danubio riega con sus cantarinas (y presuntamente azules) aguas acogerá también el Europride, que este año se celebrará en Madrid.

Regenbogenparade Wien 2016Precisamente con ocasión de Eurovisión, hace dos años, y al objeto de continuar con esta campaña de promoción entre el turismo del pueblo elegido, la alcaldía de Viena decidió cambiar los cristales de colores de algunos semáforos de las zonas más transitadas de esta hermosa capital, sustituyendo los normalmente neutros colores rojo y verde por sendos pictogramas de chico y chico de la mano, chica y chica de la mano y chico y chica de la mano.

Recordarán mis lectores que se armó la gorda porque muchos no vieron en esto más que un gasto inútil y, los que van con Rusia y que quisieran que aquí imperara el putinismo, una promoción innecesaria de „conductas sexuales no tradicionales“ que podrían traumatizar a los niños de la infancia. Naturalmente, de nada sirvió recordarles que, gracias a los semáforos y con un gasto irrisorio para lo que son estas cosas, Viena se aseguró una campaña de publicidad a nivel mundial que seguramente influyó en la decisión de muchos turistas de visitar esta ciudad en la que cada uno puede hacer con su pareja lo que le dé la realísima gana (por supuesto, sin molestar a nadie).

El repertorio de objeciones al cambio de los semáforos vieneses (una cosa completamente inofensiva por otra parte, un gag de relaciones públicas más que otra cosa) fue de lo pedestre a lo abiertamente insultante, como suele suceder en estos casos. Los semáforos, por cierto, permanecieron (y permanecen) y hoy en día poca gente les presta atención cuando cruzan, por ejemplo, la Neubaugasse en el cruce con Mariahilferstrasse.

Pues bien: algo tarde para lo que en España se estila, la alcaldesa de Madrid, Excma. Sra. Dña. Manuela Carmena, ha decidido -no se sabe si ella personalmente o no- poner los semáforos matritenses a la moda vienesa y cambiar los cristalitos para que queden reflejadas todas las posibilidades que tiene el ser humano de emparejarse.

Naturalmente, los periódicos españoles han informado a propósito de esta decisión del pedazo de la España en que nací, y naturalmente (¿O más valdría decir poco sorprendentemente?) los de siempre, capitaneados por las cuatro viejas del „que no te engañen“ (parece una canción de Tamara, la mala, después Yurena) han salido ipsofactamente a la palestra para calcar, punto por punto las mismas tonter…Digoooo, las mismas cosas que dijeron las cuatro viejas vienesas que se encargan de mantener viva la llama de „la rancia tradición“.

Igual, igual, igual.

España es, de manera notoria, uno de los países más tolerantes con la homosexualidad (afortunadamente) y, desde que se aprobó la ley que permite a los homosexuales contraer matrimonio en las mismas condiciones que a los heteros, la cosa se ha normalizado hasta tal punto que el hecho de que el sexo de la pareja de cualquier personaje público ha pasado a ser, casi casi, un dato. Todos nos hemos conmovido por la pérdida del viudo del diseñador David Delfín sin más. Austria, en esto, tendría todavía algo que aprender. Pero está en el buen camino. Con suerte. Lo veremos.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Una respuesta a «Madrid saluda a Viena»

  1. Avatar de Bad Vöslauer
    Bad Vöslauer

    Creo que la perdida es del propio David Delfín, no se quién era su viudo, si así se le había reconocido y si ha pasado ha mejor vida en un exitoso suceso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.