Cuatro cosas que te pasan si tu pareja es austriaca

¿Te viniste por amor? Quizá te identifiques con algunas de las cosas que se cuentan en este artículo.

24 de Junio.- Una de las cosas que siempre nos preguntan a los extranjeros por lo menos una vez a la semana (más, si uno está metido en asuntos de entrevistas de trabajo y así) es que por qué nos vinimos a Austria. Bajo esta pregunta (sobre todo si uno está metido en asuntos de entrevistas de trabajo y así) subyacen muchas cosas. Por ejemplo, saber más de la persona que uno tiene enfrente, cómo reacciona, cuáles son sus prioridades, pero también hay un cierto rasgo del carácter austriaco, sobre todo si el país de procedencia del guiri es España. Como a mí me dijo una guía en Melk (la pobre):

-Con lo que mola España ¿Por qué te has venido aquí?

O sea, que a ellos, bueno, a muchos, les parece muy curioso y ligeramente increible que, como decía Humphrey Bogart de su café en Casablanca, de entre todos los países, nos hayamos decidido por este, que a ellos (a muchos) no les parece nada del otro jueves.

Las respuestas, naturalmente, son variadas, hay mucha gente que se ha venido a Austria por razones de tipo profesional, otros, que vinieron a estudiar y claro, luego te lías, te lías y cuando te quieres dar cuenta, hace ya quince años que estás comiendo schnitzels; ipero sin duda, el motivo mayoritario para dejarlo todo y marchar „con las maletas llenas de sueños“ a vivir „la aventura de la inmigración“ (¿Se puede ser más cursi, Dios mío?) es el amor. O sea, como dice mi amigo Javi, „la ayuda al desarrollo“.

Cuando uno o una está con un aborígen o aborígena, hay determinadas cosas que pasan en la pareja y que no pasan en las parejas en que las dos personas vienen del mismo país:

1.- En una pareja de, pongamos, español y austriaca (o viceversa, o español y austriaco o española y austriaca) siempre, en un momento primigenio de la relación, casi después del consumo del primer condón, se ha producido siempre un consenso. O sea, como dicen en los culebrones ¿En qué idioma nos amamos? Una decisión que trae consecuencias nada despreciables. Esto es: ¿Nos amamos en alemán? Con lo cual hay una evidentísima inclinación del poder de la pareja hacia el miembro o la miembra de habla extraña, que siempre tendrá un cierto plus por jugar idiomaticamente en casa (en las discusiones, que siempre, aunque los miembros de la pareja sean santos, se producen) ¿Nos amamos en español? Con lo cual, en mi opinión, sigue ganando el miembro o la miembra de habla extraña (paradójicamente, lo sé) porque el uso del español en el hogar como lengua vehicular impide que el miembro español practique el alemán, cosa que le conduce necesariamente a tener un círculo de amistades determinado y a necesitar forzosamente ayuda para ciertas cosas que, inevitablemente, hay que hacer en alemán. O ¿Nos amamos en una lengua neutral que sepamos los dos? Generalmente, el inglés. Lo cual tiene como ventaja que la relación es sin duda más igualitaria, pero para la parte débil, o sea, para el extranjero, tiene las mismas consecuencias que hablar español, o sea que, en el caso de que tu pareja no esté presente (y hay tantas y tantas situaciones en las que tu pareja puede no estar presente) estás vendido.

2.- En terrenos más románticos, sobre todo si la parte aborigen habla español de aquella manera, siempre se produce ese lenguaje secreto, mezcla de los dos idiomas, que alguien de fuera no entiende, y que viene a ser una especie de símbolo de la unión entre los cuerpos. Un poco como ese vínculo que se establece entre padres e hijos en la etapa esa de la media lengua de la infancia. También existe esa cierta cantidad de palabras que los santos/as dicen insistentemente mal (tanto en alemán como en español) inasequibles a la capacidad correctora de sus cónyuges. Suelen ser cosas de la vida ordinaria, que bastan para evocar al santo o a la santa si el santo y la santa no están.

3.- Los dos idiomas se convierten en lenguaje secreto cuando los miembros de la pareja están en terreno contario. Me explico: en España, la parte austriaca le hablará en alemán a la parte española para decirle „oye, vamonos, que la tía Enriqueta es un latazo que te pasas“ y en Austria, la parte española, dirá en español: „Joé, qué coñazo tu tía Waltraut -un poner-“. En las parejas usuales, en las que el idioma es uno, lo cierto es que lo tienen mucho más difícil.

4.- Vinculado a la número uno: siempre pasa que, cuando las discusiones alcanzan un determinado nivel, una de las maneras que tienen los cónyuges de expresar sus discrepancias es que el consenso idiomático se rompe. O sea, que los españoles nos acordamos de los muertos más frescos de nuestro/a santo/a en el idioma en que nos parieron, y ellos/as tienden a hacer lo propio en su lengua. Ya lo dijo aquel: la lengua materna de uno es aquella en la que sueltas el taco cuando te cortas al afeitarte.

Seguro que a mis lectores se les ocurren más cosas. En el espacio para comentarios (de Facebook o de aquí) pueden expresarse libremente. Les animo a que lo hagan.


Publicado

en

por

Etiquetas:

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.