Los renglones torcidos del Kronen

En donde se demuestra que, a pesar de lo que digan algunos, Dios no puede ser ni omnipotente ni mucho menos omnisciente. Para alegría de los lectores del KZ.

29 de Junio.- Cuando se vio que la ciencia había despejado el enigma de la evolución, los autodenominados creacionistas, decididos a mantener su chiringuito al precio que fuera, inventaron lo del „diseño inteligente“, o sea:

-Venga, va: venimos del mono, pero la ruta estaba ya decidida por una mente superior que seguía un plan.

La prueba, sin embargo, de que quizá hubo diseño inteligente, pero que la inteligencia autora del diseño no era lo que se dice brillante, es el propio ser humano.

Cualquier persona adulta que piense en el asunto con un poco de frialdad puede darse cuenta de que, al crearnos, el señor nuestro Dios, o bien se cubrió de gloria o, si nos hizo aposta como somos, digamos que demostró un humor bastante dudoso.

No hay que mencionar la borra que se nos acumula en el ombligo, o la cuestionable utilidad del dedo meñique de los pies, o esa cola truncada que es el fin de nuestra espalda y que es causa de un sinfín de molestias, las cuales un diseñador auténticamente inteligente (o con menos mala leche) hubiera evitado.

No hablemos de las muelas, que se gastan y se rompen, o terminan cayéndose. Podría objetarse que, al hacerlas así, Dios pensaba en el pan futuro de los dentistas y de sus niños pero no fastidies, si eres omnipotente, le das a los dentistas otro oficio y asunto arreglado.

Dios nos creó, además, con apéndice, un cacho inútil de las tripas que solo vale para que se infecte y duela. Les dio a los tontos y a los malos una salud de hierro, jodíos, que parece que ser un hijoputa protege el sistema cardiovascular mejor que el omega tres; en tanto que las buenas personas sufren todo tipo de quebrantos y, además, padecen una lamentable propensión a morirse cuando más falta hacen. Y ya, la broma más desagradable, es el cerebro que nos puso, que hay que tenerlos bien puestos para perpetrar esa chapuza y pretender todavía tener fama de infalible. Como el cerebro nuestro, ese que crea para nosotros todos los días la realidad, es muy limitado, Dios decidió que los vacíos de nuestra percepción se llenasen automáticamente con datos puestos así, a bulto. De manera que, como somos incapaces, porque no da nuestro cerebro para más, de abarcar la realidad profunda de las cosas, el Altísimo nos puso prejuicios (!Hala, arreando!)

A nuestro cerebro, torpe, limitado, pero sobre todo perezoso, le encanta todo lo que confirme los prejuicios que crea y, como en el caso de los dentistas, parece que Dios apostó por ese diseño chapucero, hecho deprisa y corriendo, que ni que Dios fuera español, para que el Kronen Zeitung tuviera lectores. Desgraciadamente, MUCHOS lectores.

Por ejemplo: en Austria, como todo el mundo sabe (y los resultados de las elecciones se encargan de recordar) está muy extendido el prejuicio racista. En siglos pasados, fueron los judíos los que más marrones se comieron, los pobres; sin embargo hoy en día parece que va la cosa por los musulmanes. Recordarán mis lectores que, en los últimos días, en el curso de esa carrera que enfrenta a la ultraderecha y a la ultraderecha tradicional por conquistar a la parte más mastuerza del electorado, el „Menistro“ de asuntos exteriores de EPR, Sr. Sebastian Kurz, habló de las guarderías musulmanas, agitando todos los fantasmas posibles y resucitando los viejos (y asquerosos y peligrosos) prejuicios racistas.

Para arropar al que, hoy por hoy, es el primero en las encuestas de intención de voto, el Kronen Zeitung, primero en su edición digital y luego en papel, compuso una pieza en la que se prometía a los lectores poder asomarse por un agujerito a un anónimo parvulario de una zona trabajadora de Viena, en donde las niñas (presuntamente) iban cubiertas de la cabeza a los pies, se enseñaba el radicalismo salafista desde la cuna y, en resumen, se daba la razón a Kurz, en que los parvularios dirigidos por personas que profesen la religión musulmana deberían desaparecer.

Para ilustrar la pieza, el Kronen Zeitung decía haber accedido a un material gráfico sumamente comprometedor aportando por un „informante“ que quería permanecer en el anonimato. En él se veía a niñas mayorcitas veladas recitando textos que debían de ser muy malos según el artículo.

Al día siguiente, se descubrió que el artículo era falso de cabo a rabo y que las fotografías no eran de ningún parvulario, sino del centro islámico que la comunidad musulmana tiene en las cercanías de la ONU, y que habían sido tomadas durante una fiesta de verano. En el reportaje completo, que publicó Die Presse, se veía que las criaturas se habían vestido con velo y habían recitado textos del Corán (como los niños cristianos leen la Biblia) solamente durante un momento de representación teatral y que luego había habido carreras de sacos y otros juegos, en donde niños y niñas habían participado vestidos normalmente.

En las fotos publicadas por el Kronen Zeitung se habían recortado todos los indicios de esto y solo se habían publicado  las que confirmaban el prejuicio de sus lectores.

Si Dios pudo habernos hecho tan bien ¿Por qué hizo con nosotros está chapuza?


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