Balconia, qué hermosa eres

No importa el tiempo que vivas en Austria que siempre habrá palabras nuevas que, un día, te llamarán la atención.

9 de Julio.- Es un hecho comprobado que, a pesar de que uno lleva en Austria la tira de tiempo, siempre surgen palabras, conceptos, que pasan tranquilamente por debajo de las narices de uno hasta que, en un momento dado, a uno le llaman la atención.

Ella no se dio cuenta, creo yo, pero hace unas semanas, estando con una excompañera de trabajo (y sin embargo, buena amiga) y su pareja tomándonos unos vinetes al fresco del verano vienés, salió a colación un concepto curioso de difícil traducción al español. Se trata de Heimaturlaub. Ahora explicaré lo que es, pero se trata de esas palabras que se dicen en alemán de manera mucho más eficiente que en el español en que nací, prueba de que cada idioma, no importa el número de hablantes que tenga o su importancia en la economía mundial, ofrece soluciones creativas a ese problema, siempre acuciante, que es el de describir la realidad con precisión.

Heimaturlaub se compone de dos palabras, una de ellas prácticamente intraducible al español. „Heimat“ significa el sitio donde uno ha nacido, aquel lugar de donde proviene el propio linaje (si nos ponemos un poco Martínez de la Rosa), no en vano, lleva dentro la palabra „Heim“ que es hogar, que es zu Hause. Urlaub, naturalmente, son las vacaciones.

Así pues, las Heimaturlaub son aquellas vacaciones que se hacen en el pueblo de uno o, para los austriacos, aquellas que se realizan dentro del territorio nacional.

Entre un viaje, pongamos, a Bali o a Mallorca (dependiendo de presupuestos y aspiraciones culturales) y el no moverse de casa, que luego diremos cómo se dice, las Heimaturlaub son la alternativa económica para liberarse de la rutina y del bochinche de la vida cotidiana.

Por cierto, los austriacos son muy amantes de añadirle Heimat a las cosas para colorearlas de según qué matiz. Así, tenemos por ejemplo los Heimatfilme, que son las películas de evasión, por lo general algo tontainas, que surgieron en Centroeuropa después de la guerra mundial (detrás de las cámaras, por cierto, estaban muchos que también habían hecho películas similares cuando los malos tiempos del hitlerismo), y de esa época proviene tambíen el Heimatfront, o sea, el frente interior, o lo que podríamos llamar la retaguardia. O sea, todas la batalla que libraba la pobre gente, en forma de privaciones, que no se había ido a las trincheras.

Si en España suele darse con cierta frecuencia este diálogo:

-Anda, qué camisa tan bonita.

-Ay, calla, que no, que es de Zara.

En el mismo tono, suelen contestarse los austriacos cuando les preguntan que donde se van a remojar:

-¿Y este año, dónde toca?

-Este año hacemos Heimaturlaub.

Respuesta, por cierto, no exenta de una falsa modestia, porque ya quisieran en muchos países poder hacer Heimaturlaub en unos marcos-incomparables-de-belleza-sin-igual como los que aquí hay, que vas a Salzkamergut y, como decía la Cándida de Goma Espuma, se lo cuentas a un mudo y le crecen las piernas.

Pero en fin.

La alternativa más barata, por cierto, es no moverse de casa en vacaciones. Y oye, qué alegría da también. Porque uno puede dedicarse a hacer esas cosas que, normalmente, no puede. Qué sé yo, a leer libros de Corín Tellado -qué gran nombre artístico-, a aprender recetas veganas de esas que el libro promete que se hacen en quince segundos y resulta que uno tarda tres horas porque uno tiene que ir a recoger brotes de saúco que hayan crecido bajo la luna llena,

Bueno, pues a esto, el gracejo local le ha puesto un hombre: hacer vacaciones en Balkonien, ese país lejano en donde vivían los Nabucodonosorcitos de Barrio Sésamo.

(Por cierto, Donald Trump no veía los Nabucodonosorcitos cuando era peqeño, y por eso ha hecho el monguis con lo del acuerdo de París, véase el sketch).


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